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Se va de la ciudad a casa de una buena amiga

Se va de la ciudad a casa de una buena amiga

Llovía, así, parejo, liviano, pero eso a ella no le iba a importar, se iba de la cuidad, de esta ciudad que ya no la contenía.

Se va y no sabe si es para siempre, quizás se vaya del país pero por ahora se va a la capital.

En la estación de ómnibus, con dos maletas y un bolso.

Nadie está en su despedida.

Una amiga la esperaba en Montevideo, ayer la llamó y sabe que fue una sorpresa..

– Estaba esperando que tomes esta decisión.

El viaje, la lluvia y todo lo que dejó en aquella ciudad.

Al llegar, me tomé un taxi y busqué la dirección de mi amiga en mi agenda. la cuidad transcurría, mojada, brillante, paraguas y pilotos luchaban en las veredas.

Bajé era un departamento de tres pisos y el de Elena era el tercero.

Toque el timbre y encontré su voz que fue lo primero amigable que me había pasado en varias semana…

– Creí que ya no venías… Una lágrima, corrió por mi mejilla., ella me abrazó y yo me sentí mejor, me sentí protegida… me sentí niña.

– Bueno, entrá ¿o vas a quedarte en el pasillo?

Estaba tan agradecida por haberme recibido, que dejé las maletas en medio de la sala y volví a abrazarla…

Ella se estremeció y mi emoción hizo de ese momento un instante fuerte…

– Si me seguís apretando me vas a exprimir…

– Es que no sabés la falta que me hacías…

– Acomodate y después charlamos…

Me mostró lo que sería mi cuarto y me ayudo con mis pertenencias… yo me quería sacar esa ropa húmeda, arrugada y ponerme otra, otra que no fuera mía. quería cambiar y nada de lo que traía me lo hubiera permitido…

Una vez desnuda… me envolví en una toalla, olí mi bombacha y estaba sucia… me sentía sucia…

Abrí apenas la puerta y la busque con los ojos ella estaba en un sillón con unos papeles en la mano que leía atentamente. – ¿Me podría dar un baño? Me siento asquerosa…

– Si como no… ¿me vas a pedir permiso para todo?

Salí y fui hasta el baño… era de esos antiguos, la bañera tenía patas y creo que podías nadar dentro de ella… el agua estaba caliente y en un estante encontré sales y varios shampos y cremas y otros productos de belleza que tendría que aprender a usar.

Eso me decidió a no darme una ducha y llenar la bañera… eso llevaría su tiempo, así que aproveche para salir y charlar un poco con Clara… mi estado de animo había cambiado.

– Tu casa es hermosa…Yo me la imaginaba linda, pero supero mis expectativas.

– Sole, la que está hermosa sos vos… ahora que te relajaste te puedo ver y ya tu cara tomo color… estabas blanca…

– Es que tenemos que hablar de muchas cosas… ¿Tenés algo que hacer, hoy?

– Cómo voy a hacer planes si vos venís a visitarme…

– Que bueno! así que nos vamos a quedar hasta tarde hablando como antes…

Me acerqué a ella y tuve ganas de volver a abrazarla, ella estiró sus brazos como hacen los bebés a sus madres y quedamos un tiempo así… se sentía muy a gusto estar así… el olor de su piel me embriagaba.

Ella me dijo…

– tenía tantas ganas de verte… sus palabra sonaron a bálsamo y su aliento en mi cuello me conmovió.

– Tenés la piel erizada, ¿tenés frío?

– No es que… ¡El agua se va a desbordar! Corrí hasta el baño y miré pero todavía tenía tiempo para charlar unos minutos más.

– Cuantas cosas tenés en el estante ¿vos sabés para que sirven o te las regalaron?

– Un poco y un poco… ya que llenaste la bañera podes echarle sales ¿sabés usarlas?

– No

– Bueno yo te ayudo. Se levanto de su sillón y pude verla, y sentí que la veía por primera vez… siempre me gustó su forma de caminar… y fue en ese momento que me asuste. Casi la estaba mirando como se mira a un hombre. Me puse incomoda.

– Haces así y con esta cantidad la vas repartiendo por todos lados… dejas que se disuelvan y vas a ver como te relajas…

– Eso es lo que necesito… relajarme un poco.

Apagó la canilla y se quedó esperando algo.

Yo esperaba que saliera y me dejara dar el baño pero ella no atinaba a nada.

No tuve más remedio que dejar la toalla en la baranda entrar al agua…

Ella acompañaba cada movimiento mío con su mirada y la mía se sumergía en el blanco del fondo de la bañera.

– ¿Y?

– Esta un poco caliente… yo estaba parada ahí, desnuda sin poder acostarme y dejar mi cuerpo oculto de su mirar…

– Métete, que te perdés lo mejor…

– No estoy acostumbrada a los baños de inmersión…

Ella se sentó en el inodoro, mientras yo me ocultaba entre el agua y el borde de la bañera.

– ¿Qué vas a hacer aquí?

– No sé, la idea es escaparme de Rocha, salir de casa, olvidarme de todo lo que hay allí.

– Bueno, está bien, ya escapaste de Rocha, pero ¿qué querés hacer en esta ciudad? ¿vas a estudiar? ¿Vas a buscar trabajo? ¿Te vas a hacer puta? ¿Que carajo va a hacer?

– Son demasiadas preguntas para este momento… necesito algo de alcohol para poder pensar un poco… Clara se levantó y abandonó el cuarto de baño, sin decir nada. Pensé que ahora podría relajarme… busqué el jabón y empecé a enjabonarme… Me sumergí en el agua y quede un instante sin reparar.

Cuando salí la veo a Clara con dos copas en una mano y en la otra una botella muy fina de vino tinto.

Parecía una de esas películas donde la protagonista estaba en el baño, con mucha espuma y la copa de vino al borde de la bañera… solo faltaba el teléfono.

– ¿Porque brindamos?

– Por nosotras…

Nuestras copas chocaron y bebimos un trago.

Ella volvió a sentarse en el inodoro, se sacó el buzo que llevaba puesto y quedó con una remerita blanca, muy ajustada, que dejaba ver sus bien formadas tetas…

Comenzamos a charlar, yo estaba mucho mas animada y relajada.

Hablamos de la familia, de sus estudios, de la vida en la ciudad…

El agua se estaba enfriando y debería salir y volver a estar desnuda frente a Clara.

– Me pasas la toalla.

Ella dejó la copa en el piso y me la acercó… el agua se iba por la rejilla y me tuve que parar…

La verdad es que ella no había hecho nada para que yo piense mal… y volví a pensar que las ideas eran mías, ya que no estaba acostumbrada a estar con otra mujer desnuda., así que actué mas naturalmente.

Me empecé a secar…

Clara me acercó otra para que me sequé el pelo y lo empezó a frotar por la cabeza. Luego siguió secándome los hombros, jugueteó en mis os y mi cuello.

Me puse inquieta… Me ajusté al pecho la toalla grande e hice un gesto como para apoderarme de la otra, al levantar mi mano ella sacó la cabeza y yo seguí secándome el pelo con fuerza… y fue así que se me cayó la otra… quede totalmente desnuda y rápidamente Clara fue a levantarla y me la ajustó a la cintura dejando mis pechos al descubierto…

– Deberías depilarte, de vez en cuando…

Miré mis axilas y pensé que estaba un poco dejada… desde que termino la temporada veraniega ya no había puesto atención a mi cuerpo y a mi presencia… – Es que cuando me pongo mal me dejo estar un poco…

– Pero ahora las cosas cambiaron, Así que ponete linda que hoy empezás una vida nueva.

– Ojalá

– Dale tonta, te vas a depilar, después te arreglo el pelo, un poco de crema para tu cara y vas a ver como quedás…

– Bueno. dije yo entusiasmada con la propuesta…

Cuando éramos adolescentes hacíamos largas sesiones de arreglos. Nos vestíamos, nos pintábamos, nos teñíamos y nos quedábamos horas frente al espejo. Nos reíamos como locas… Así que era como un volver a esos años.

Clara llegó con las manos llenas de frascos y frasquitos y otras cosas que no puedo identificar. ..

– Empecemos por la depilación… pero mejor vayamos a la cocina.

Una vez allí me levantó el brazo y miró mi axila…

– ¿Siempre te depilas con maquinita? ¿Querés probar con esta cera? Es bárbara, casi no duele.

– Nunca me depile con cera…

– Yo te enseño.

Mientras hacía los preparativos de calentamiento de la cera… yo me senté en una silla con los pies apoyados en otra, Clara estaba parada al costado.

– ¿Un poco más de vino?.

– Si y ya que vas para allá trame los cigarrillos…

Ella salió de la cocina y yo aproveche para subirme la toalla para taparme las tetas, ya que era lo único que me ponía incómoda…

Clara me hacía sentir como si yo fuera una reina, tanto temor tenía de llegar a su casa, así de sopetón, sin darle posibilidades de decirme, no… pero ahora que estoy aquí, siento que fue una decisión acertada.

Clara dejó todo sobre la mesa, sirvió el vino y me alcanzó un cenicero.

– La cera ya está, ahora con esto tenés que pasártelo por el lugar a depilar y esperar unos segundos a que se enfríe… ¿Lo haces vos?

– ¿Yo? Me dijiste que me ibas a enseñar. dije yo con vos decepcionada.

– Bueno, no te pongas así… Nos reímos y ella continuo diciendo, mientras tomaba la espátula y se disponía a empezar la tarea.

– Es la primera vez que depilo a otra persona… pero… Ella estaba muy concentrada y sacaba la lengua igual que lo hacía cuando me pintaba antes de una salida. Levanté mi brazo, dejando toda la pelambre a la vista. Pasó el dorso de su mano por mi axila y me dio un escalofrío…

– Bueno, no tengas miedo. Mirá como te pusiste.

No contesté y ella prosiguió con la tarea… untó la parte a depilar… estaba muy caliente la cera y yo me quejé.

– Querés que la enfrié un poco…asentí. Ella volvió acariciar mis pelos de la axila, como lo haría una madre frente a una herida de su hija. En unos minutos repitió la mecánica y untó la cera en mis dos axilas… luego la retiró y sufrí bastante… ella me pidió disculpas y me pasó una crema, líquida que me alivió al instante… me hizo algunas caricias en la zona y yo sentí placer…

Me acomodé en la silla, y ello hizo que la toalla resbalara dejándome toda desnuda… como yo tenía los brazos levantados no pude cubrirme… los bellos púbicos eran una selva y Clara lo notó.

– Ahora entiendo todo… No podés vivir con esa jungla… tomó una maquinita y me pidió que me acomodé… subí una pierna a la mesa y ella se puso entre ellas… Y como si fuera lo más común del mundo me froto la pelambre y me estremecí.

– ¿Como la querés? ¿Normal, cavada o lampiña?

– ¿Estás loca? Como me vas a pelar…

En ese momento se paró y se bajó el short y la bombacha y me mostró su pubis liso y virginal, totalmente pelado.

– Ni un pendejo… Al principio te da impresión pero después te acostumbras y es genial… Da un poco de trabajo mantenerlo pero es lo mejor…

Pronto recordé que ella siempre hacía lo mismo… me acuerdo cuando, se tiño algunos mechones de pelo de verde, cuando se pintaba las uñas de negro, siempre innovando, siempre a la delantera de mis ideas…

Yo la imitaba en las locuras y nos divertíamos dejando con la boca abierta a los imbéciles, que nos trataban como a locas.

Como si estuviera leyendo mi mente se puso manos a la obra sin esperar mi contestación..

Yo sentía la excitación de la aventura y la que me producía la situación… ella depilándome, tocándome y podía sentir su respiración en mi piel.

Estaba caliente. los líquidos vaginales empezaron a brotar y tuve miedo de que mi íntimo perfume se haga manifiesto y le diera asco.

Sus dedos paseaban por mi pubis, estiraba la piel, sacaba los pelos que iban cayendo y mis ojos se cerraron y no podía más.

Ella se mordía los labios, concentradísima.

Yo no sabía ya lo que quería… estaba a mil… me moría por tocarme… o que ella se anime a hacerlo… de hecho lo estaba haciendo… pero no como yo lo necesitaba… o si… la cabeza me daba vuelta… Suspiré… ella levantó la vista

– ¿Qué pasa? ¿Te estoy haciendo mal? Ya termino…

Me miré por primera vez y mi pubis era una superficie blanca y limpia, como cuando era niña. Ella dio dos o tres pasadas más y dijo

– Ya está. Me miraba la concha, como si estuviera mirando un cuadro que acabara de pintar… Tome su mano y juntas las pasé por mi depilada zona…

Ella sonrió y yo volví a suspirar… Pero no me animé…

Se hizo un espacio de quietud y asombro, de vergüenza y pudicia. Todo en mi cuerpo se dio vuelta y me perdí en el tinto color del vino…

No hubieron palabras, ni miradas ni consuelos… el calor y la intimidad fue sólo un momento.

Sentí el sudor correr en su piel y la electricidad que pierde potencia. No hubieron disculpas ni penas ni olvidos… Fue la armonía que vino a separar la caída.

Me acobardé o fue quizás el temor a mi misma. Me acobardé o fue quizás la sintonía de verla caer…

No era amor… no era espanto… solo el terror a la hora de la siesta…

Mi estomago estaba vacío y el vino hacía estragos con mi sombra…

No fueron más de cinco segundos… no fueron más que sentir el deseo… no fueron más que mi mano en la suya y el calor de mi piel, sin vellos y dije gracias… No escuché su contestación que de haber existido hubiera sido tan suave como una brisa.

Después días después lo pudimos hablar y ni ella ni yo supimos que había pasado, pero que pasó Sólo recuerdo que la conciencia de las dos rememora una canción de Caetano Veloso, unos bocados de pan y queso y la tarde que se marchaba lenta.

No pasó nada, ninguna de las dos supo cual era el paso de la frontera. Ninguna de las dos se atrevió a darlo y sacar un pasaporte a la otra vereda.

Pero la noche que se hizo para amar, terminó con la tregua, y las palabras volvieron a surgir y el ambiente tensó la amabilidad que se había generado.

Ella estaba igual, no se había cambiado, su olor ahora era reconocible en toda la casa por donde se movía sin hacer ruidos… flotaba como un mariposa y dejaba el polen como surcos al andar…

Yo me había puesto una bombacha vieja y una camisa que hacia las veces de camisón…

No me acostumbraba a mi nueva condición de imberbe y debo confesar que me picaba…

Clara me indicaba que ya me iba acostumbrar y reconocería que su consejo le daría muchas satisfacciones…

Sin querer había entrado el sexo entre nuestra conversación y nos pusimos a conocer nuestras vidas amorosas después de tres años de ausencia…

Podríamos haber dicho “A mi me pasó lo mismo”. y basta… ya que nuestras historias amorosas y sexuales habían transcurrido de forma paralelas e iguales.

Parejas pasajeras, engaños e insatisfacciones varias…Amores no correspondidos, mentiras mutuas y orgasmos solitarios auto proporcionados…

Pedimos una pizza por teléfono y Clara abrió otra botella de vino.

La lluvia a fuera era ahora un vendaval, pero a nosotras no nos importó, ya que estabamos como queríamos: Pizza, vino, música y con charla para una semana.

Pero… no todo iba a terminar así… Un rayo cruzó la noche y en un segundo se escuchó el quiebre del universo, la luz parpadeó y se cortó.

Las dos dimos un grito como locas y luego nos reímos de la situación.Clara buscó unas velas y frente a una mesa baja, continuamos con la tarea…

No se si fueron las velas, la lluvia, la noche, el vino, Montevideo, la depilación o todas las variantes juntas pero todo se puso tenue.

Las dos buscamos el cuchillo para cortar otra porción… y nuestras manos generaron al chocar un shock eléctrico.

Otra risa nerviosa… en sus ojos bailaba la llama azul de la velay una mueca graciosa de su boca, iluminaba la mesa, el cuarto y la noche.

Nuestras manos seguían juntas y ya ninguna de las dos querían mas pizza.

Yo me acomodé más cerca suyo y su cuello se estiró hacia mi, juntando nuestras bocas en un beso seco, tibio, simple, corto. este trajo otros y su manos subio por mi cuello hasta la oreja y jugó con ella.

Mi lengua salio de mi boca buscando la suya.

Nos recostamos en la alfombra y nos fuimos reconociendo como ciegas, mi boca en su boca y mis manos y las suyas en mi cuerpo y en el suyo…

Sin palabras, con ternura nos fuimos descubriendo.

Y fuimos descubriendo un mundo nuevo que alguno de estos días les contaré…

¿Qué te ha parecido el relato?