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El hombre estaba dormido pero su miembro estaba bien despierto

El hombre estaba dormido pero su miembro estaba bien despierto

Recuerdo que ese día lejano de octubre en que Gloria me dijo que se casaría con él, mi sorpresa fue explosiva.

Ya conocía bastante a mi amiga y no podía imaginar esa pareja, aunque no más fuera con el santo objetivo de formar una familia.

El hombre era bien parecido, pero me resultaba imposible imaginarle actitudes tiernas , alguna disposición interna para el romance, algún brillo raro en sus ojos que insinuara una pasión y por supuesto ni la menor indicación, que despertara en una mujer, un apetito , aunque fuese pequeño en el ámbito de lo erótico.

Pero se casó con él y se marcharon a USA.

Con estos antecedentes, no fue para mi novedoso que quince años después, la radiante Gloria, apareciera por mi casa hablando pestes de su marido y dando todo lujo de detalles sobre las infidelidades con que ella había llenado sus aburridos años norteamericanos, a los que yo correspondí con algunos relatos de mis aventuras, quitándoles por supuesto todo lo escabroso, porque ella sabe muy bien que yo soy una mujer decente.

Como por la ausencia tenían pocos amigos, nuestras reuniones en torno a una buena mesa , generalmente en mi casa, se hicieron habituales y seguían siempre el mismo modelo.

Buena comida , abundantes tragos y luego una repetida conversación con Gloria a la que Fernando, su esposo, asistía en silencio primero y profundamente dormido después , hasta el momento en que Gloria lo despertaba para marcharse.

Fue también una noche de octubre, que absolutamente segura de la inconsciencia de Fernando en su mullido sillón, yo le daba a Gloria detalles de mi encuentro con Antonio , haciendo especial referencia a las marcas que su pasión me había dejado en las tetas.

Había permitido que ella lo comprobara directamente mostrándole mis pechos desnudos , cuando vi que Fernando tenía los ojos abiertos.

Esto no me sorprendió porque yo sabía que algunos hombres duermen con los ojos abiertos, pero lo que me llenó de asombro a mí y sobre todo a Gloria, fue la notable protuberancia que Fernando mostraba, indicadora innegable de una erección desesperada.

Las dos mujeres hicimos un rápido análisis del fenómeno para concluir que, o bien el hombre nos había visto y escuchado, o bien estaba bajo los efectos de un hermoso y erótico sueño .

Gloria , ha sido siempre mujer de acciones directas, de manera que se dió de inmediato a la tarea de abrir con cuidado el pantalón de Fernando para dejar en evidencia lo que contenía, porque según ella, tal protuberancia para nada correspondía a la realidad anatómica de su esposo.

Cuando el monstruo fue liberado , todos los conceptos negativos que yo tenía acerca del marido de mi amiga cambiaron violentamente.

Lo que tenía ante mis ojos era lo más maravilloso que había visto en mi propia casa.

El miembro de Fernando tenía esa cualidad que me desespera , me atrae y me transporta.

Era grueso, definitivamente grueso.

Mi aparato detector de objetos eróticos , dio tres latidos de alerta y puso en funcionamiento todo el sistema de lubricación interna.

La actitud de Gloria, en cambio, era mas bien de preocupación , con un poco de rabia sostenida.

Sabía muy bien que no era ese instrumento el que ella conocía y accionaba las pocas veces que Fernando parecía responder a sus reiterados estímulos eróticos, la mayoría de las veces sin resultados eficaces, de manera que llegó a la conclusión que el fenómeno se debía a la observación directa de mis tetas y decidimos repetir la experiencia .

Durante la cena del viernes siguiente estábamos ansiosas por saber que sucedería, de manera que rápidamente pasamos a la sala , provistas de los tragos correspondientes y a propósito iniciamos una conversación estúpida para facilitar el sueño de Fernando, de modo que a los pocos minutos los rítmicos ronquidos del hombre invadieron la sala.

Comencé yo entonces a mostrar a Gloria lo delicado de la ropa íntima que me había comprado ese día para lo cual me despojé del resto, caminando por la pieza como por una pasarela.

Las dos presenciamos entonces , arrobadas, como se iniciaba la reacción de Fernando.

Gloria entusiasmada liberó su miembro para poder observar el fenómeno con detención.

Yo continuaba mi presentación ahora estimulada por el grosor de ese cilindro que me cautivaba.

Nos llamaba poderosamente la atención si, que Fernando no había abierto los ojos en ningún momento y por lo tanto no me había visto, sin embargo su miembro parecía crecer y engrosar en cada momento , como si estuviese disfrutando realmente del espectáculo.

Yo estaba ardiendo y me había desnudado completa , realizando una especie de danza ritual frente a ese falo extraordinario.

Gloria había sufrido un impacto parecido y a los pocos momentos las dos bailábamos desnudas como en una especie de homenaje .

Fernando no se movía y estirado en el sillón parecía tener en su centro un imán poderoso del cual no podíamos separar la vista.

En un momento, Gloria sin poder reprimirse avanzó hacia su marido y separando las piernas, se inmoló sobre ese fenomenal trozo de carne, que desapareció en su profundidades en medio de una serie de gritos orgásmicos que a mi me llevaron casi al paroxismo, pero que no lograron sacar a Fernando de su estado casi cataléptico.

Cuando Gloria al parecer saciada y feliz abandonó el trono en el que se había clavado hasta sus orígenes, generosamente, como corresponde a una buena amiga, me ofreció que ocupara su lugar, cosa que yo esperaba con ansiedad e incontrolable deseo.

Me aproximé pues y cuando lo tuve a mi alcance no resistí la tentación de tocarlo.

Era todo lo que había ansiado , esa densidad, esa consistencia pesada, esa presencia definitiva entre mis manos.

No estaba rígido e insultante como una lanza juvenil.

No, era un tronco maduro lleno de sabiduría e historia , sereno y consciente de su poder Lo tomé con ambas manos para acunarlo en mi palma , para acariciarlo con ternura , para decirle con presiones suaves que con su sola presencia táctil me tenía en su poder, para darle a entender que no me interesaba el hombre dormido sino el miembro despierto.

Lo acerqué lo que más pude a mis ojos y puedo asegurar que ese miembro maravilloso me miraba con su pequeño ojo oscuro en el centro de su cabeza.

Algo me quería decir. Acaricié esa cabeza gigantesca con mi lengua humedecida , lo bañe entero con mi saliva hasta que reluciera , me recorrí el rostro con él.

Estaba quemándome en el centro mismo de la hoguera y en ese momento decidí que no me clavaría con él , como me lo pedía Gloria, que no lo llevaría a mi ardiente y palpitante vagina porque él merecía un homenaje más sublime que brindarle mi historiado conducto .

Entonces abrí la boca para recibirlo y lentamente fue llenando todo mi espacio, mi lengua fue relegada hacia un costado porque él me ocupaba entera, lo sentía palpitar contra mi paladar, las mandíbulas me dolían por el esfuerzo de mantener la boca tan dilatada para poder contenerlo.

Traté de formar con mi cavidad bucal una especie de tubo ancho y generoso y cuando lo hube logrado comencé a subir y bajar como si toda yo me hubiese transformado en una vagina pensante.

Sentía su grosor invadiéndome, abriéndome, forzándome en el límite de mi capacidad bucal .

Eso era lo que yo quería desde que se lo descubrí y me agitaba entera .

Sentía la pelvis de Gloria apegada a mis nalgas restregándose , mojándome , porque mi espectáculo la había reactivado.

Yo estaba completa y tenía en mi mano aún unos diez centímetros de su miembro ardiendo, cuando lo sentí agitarse.

Cerré todos los intersticios porque no quería perderme nada de su líquido regalo, sentí la primera descarga caliente y la dejé escurrir por mi esófago, quemándome con esa corriente espesa, tragando ahora todos sus sueños.

Las siguientes descargas fueron el paroxismo porque lo sentía latir junto conmigo, y cuando la última gota me anunció su descanso un estremecimiento me recorrió el cuerpo y lo acuné entre mis labios con ternura al tiempo que la experta lengua de Gloria, desde rato recorriendo mis rincones, recibía mi fenomenal orgasmo.

Por primera vez levanté la vista en los últimos diez minutos para ver el ojo derecho de Fernando completamente abierto.

El, no se había movido. Ese fenómeno era algo que yo… de alguna manera tendría que investigar.

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