Luego empezamos con las tonterías en el agua, bueno... empezó ella y me corto el royo de una manera, nos alejamos de la orilla y no teníamos pie, ella se hundió bajo el agua y no la podía ver, de repente note como me bajaban el tanguita del bañador y me rozaban las nalgas.
La acomodé en la cama en posición de perrito y con mi dedo y con ayuda de la vaselina le fui abriendo su estrecho agujero, cuando lo vi lo suficientemente dilatado le puse la punta de mi tolete y se lo fue empujando poco a poco hasta que entro la mitad entre gritos
Su boca se abrió y empezó a chuparlo haciéndome gozar, estaba arrodillado, yo le movía la cabeza, acariciándolo, le dije que estaba por acabar y no lo saco, la leche le entro y siguió relamiéndome hasta dejar todo limpio, puso mis dedos en su culo y me pidió que lo penetrara, tome la vaselina que tantas veces habían usado conmigo ese verano.
Se separó de mí poniéndose en cuatro patas sobre la alfombra y volteando su cabeza hacia mí me decía, cachame mi amor, méteme tu verga rica y hazme gritar, si quieres que sea una puta lo seré, pero métela de una buena vez.
Subí a mi pieza y al sentir el fresco del aire acondicionado mi piel se estremeció, ahí me di cuenta de las horas que había pasado al sol y que la misma estaba totalmente enrojecida, me di un baño y me recosté, me quedé dormido y desperté con un fuerte ardor en la espalda producto de la quemazón, no sabiendo que hacer para calmarlo
Estaba llena, de adelante y de atrás y encima algunos de los que quedaban o tal vez ya me habían cogido, me acercaban sus pijas a la boca mientras se masturbaban y yo como podía les pasaba la lengua.
Me puso boca arriba y comenzó a masajearme mis pechos, primero lo hizo suavemente, pero poco a poco se torno brusco y me los apretaba violentamente, me abrió la blusa y comenzó a chuparme los pezones fuertemente; el terror estaba cambiando a placer, nadie me había tocado de esa manera, y el saber que me encontraba a su merced lo hacia mas excitante.
No, mi niña, esto te prometo que no lo vas a olvidar en tu puta vida dijo el gigante y la sujetó de los muslos para separárselos aún más pese a que ya las chicas la tenían sujeta de los pies, apoyada sobre el cuello, de forma que María sintió que iban a partirla en dos.
Sentirle caliente y duro dentro de ella era una sensación de lo más maravillosa. Cerrando los ojos, ella casi podía sentir ese pene gigantesco palpitar dentro de ella; el pensar en el semen blanco saliendo a borbotones de ese pene grueso muy dentro de ella hizo que su cuerpo temblara de entusiasmo.
Pero también se dio cuenta de otras manos que le tocaban los pechos, mientras otra boca le mordía la espalda, lentamente volvió la cara, pero solo pudo distinguir unos ojos grandes y verdes, como los de una pantera, mirándola con una mezcla de furia y deseo.