Cuando acabo mi relato toco el pantalón de Cesar y me doy cuenta que esta mojado, no puedo negar que yo estoy también muy mojada, bajo de nuevo mi mano, pero esta vez voy hasta mi rajita, meto mi dedo, y lo saco totalmente húmedo, lo paso por los labios de cesar quien casi me lo arranca por su afán de saborear mis jugos
Cosas de cada día, contradicciones con notas de humor ácido.
Me fijé en ella no sólo por su rostro agradable y su mirada anhelante, sino porque al cruzar las piernas comenzaba un movimiento de vaivén, frotando una pierna sobre otra con un ritmo que primero era lento pero iba acelerándose poco a poco.
Mi marido no había llegado todavía a casa y yo estaba ansiosa de un buen meneo, lo del trabajo me había puesto caliente a más no poder y necesitaba algo, me habían ascendido y era necesario celebrarlo como la ocasión merecía, así que me puse un caro traje de noche que había comprado meses antes para una convención y que sólo había tenido ocasión de utilizar aquella vez y llamé a un taxi.
Pues en ella se mezclaba el goce que surgía de las continuas penetraciones en mi conejito... con el dolor que sentía en mis senos... y con el asco que tenia en mis labios... sobre todo cuando el tipo al que se la estaba chupando eyaculo en mi interior... inundando mi boca y hasta mi garganta con el liquido mas vomitivo que había probado jamas... y que me supo a gloria bendita.
Los otros dos se quedaron parados con una risita nerviosa, como no sabiendo si era de cachondeo o era verdad lo que acaban de oír, pero yo me encargué de aclarárselo quitándome mi camisa y el pantalón, quedándome en pelotas delante de tres tíos.
Yo estoy tan caliente que todo me importa un rábano, tomo en mis manos dos pollas y comienzo a chuparlas, luego, uno de ellos me toma y me pone a cuatro patas en el suelo, cerca de mi marido para que lo vea bien, y me la clava por detrás mientras se la sigo chupando a su compañero.
De repente soltó mis caderas, y estrujando de sopetón mis sufridos pechos me dio cuatro o cinco enculadas tan violentas que estoy convencida de que alzo mis pies del suelo. Pues el sádico, rugiendo de placer, se estaba corriendo en mi interior, y para celebrarlo retorcía y tiraba de mis pobres pezones como si quisiera llevárselos de recuerdo.
Mi mujer quería ir de compras y a mi me encanta verla probarse cosas y ver zapatos y sandalias ya que soy fetichista del calzado femenino así que fuimos a la zona de las boutiques a mirar algo.
Yo a esta altura, era tanta la excitación que tenía, por lo que me decidí arremeter con todo en ese culito que se encontraba dispuesto y bien lubricado, y no me fue difícil penetrar en él, primero entró lentamente la cabeza, Ruth reaccionó de inmediato moviéndose, como pidiendo que se la sacara, dicha acción llevo a que el tronco penetrara mas fácilmente en su interior, arrancándole suspiros de placer, hasta que entro de lleno todo mi miembro.