Cuando llegaron las fiestas de mi pueblo, unos amigos por cierto muy envidiosos, me dijeron que me dirigiera a los cochecitos de atracciones.
Mi vecinita mira como me masturbo, mientras yo le doy una lección práctica.
En una ocasión me paré para ir al baño, y ella aprovechó la oportunidad para tocarme el culo. Yo seguí hacia el baño, y al volver M.A. me dijo que Estela quería guerra conmigo. Yo no sabía si ella le habría dicho de lo nuestro, pero me senté a su lado y comencé a besarla.
Al día siguiente, encontré en internet una página muy interesante, en ella publicaban relatos eróticos de todo tipo, la estuve hojeando un rato y luego me fui a clase, ¡qué suerte hoy tenía ARTE, y quizás volvería a ver eso que tanto deseaba, pero para mi desgracia la profesora había enfermado y su reemplazo era el jefe de cátedra un hombre mayor y amargado, mi gozo en un pozo!!.
Todo venia confuso, inexplicable, placentero, incierto, decidí seguir adelante, me gustan esas situaciones extrañas, hasta el momento, mis mejores amantes eran las mujeres casadas, veremos que pasa con Sandra, aunque interiormente me sentía extraño, no era una conquista más, de hecho parecía haber sido conquistado por ella una mujer de solo, 18 años.
Abrió los ojos y se vio reflejada en el espejo con las piernas completamente abiertas y en el aire mientras sus dedos entraban y salían de su interior a un ritmo frenético y sus senos eran apretados con desesperación y sus dientes apretados y su cuerpo sudoroso y sus ojos desorbitados por el éxtasis que estaba viviendo.