Estas ultimas palabras hicieron eco en su cabeza mientras veía como el dr. Alcocer se incorporaba y se dirigía a él con un gesto de malicia. se coloco delante de él. sin decir una palabra lo tomo por los hombros y lo obligo a ponerse de rodillas, el hombre tomo el zipper de sus pantalones y lo deslizo.
Anoche no pude escribir nada, fue una noche muy intensa, el Doctor Craine se había ido a la ópera y a cenar, así que me quedaba con el Señor Craine, al poco de irse el doctor llegó su hermano, había comprado una botella de vino y quería compartirla con nosotros, así que nos pusimos a cenar, ya que el Doctor Craine estaba tan elegante como de costumbre, decidí arreglarme un poco, me puse un vestido ligero con algo de escote, para no pasar calor, la verdad es que me quedaba muy bien, aunque no me di cuenta de ello en ese momento
Mientras deslizaba mi bóxer ajustado por mis piernas fuertes y peludas, lo observaba al Doctor detenidamente, dejándome llevar por su belleza, esas manos me llamaron la atención, porque al verlo escribir se me cruzaban imágenes en donde tomaba mi verga con esa misma dedicación con que tomaba la lapicera.
El doctor se extrañó. Por regla general, todas sus pacientes eran muy vergonzosas, sobre todo las mas jóvenes, y siempre procuraban taparse bien y enseñar lo mínimo posible y el menor tiempo posible.
Fue bajando hasta mi vientre y mientras se entretenía ahí me dijo: "tienes unas curvas muy sensuales, es una pena que alguna se vaya a ver reducida"; y mientras, sus manos se deslizaron a la entrepierna de mis muslos.
Todo comenzó cuando empecé a sentir un molesto ardor en mi vagina que me preocupaba, pero no quería alarmar a mis padres así que un día en que ya no lo soportaba más, se lo comenté a mi profesora de Matemáticas que es con la que mejor relación tengo.
Tuve que usar ambas manos para controlar aquella cosa inmensa, y no ahogarme con su grosor mientras la devoraba, y aun así casi me asfixio cuando el bestia ese me sujeto por la cabeza y me obligo a tragarme mas de la mitad mientras eyaculaba directamente en mi garganta.
En la oficina de un psicologo encuentra unas cintas interesantes, donde una mujer confiesa que tenía relaciones con su hijo.
Una vez que terminaron de vestirse, él fue a sentarse tras de su escritorio y de nuevo adoptó aquella actitud profesional hasta que la bella mujer, pasándose un cepillo por el espléndido cabello oscuro, se detuvo frente a él.
El doctor me dijo que tenía que hacer algo para salir de ese pozo porque después sería demasiado tarde y que mi marido no se merecía tener al lado a una mujer como yo, tan trabajadora, hermosa y sensual. Parecía que me estaba seduciendo y valorándome como mujer como hacía rato no lo hacían.
Le dio permiso a su mujer para que hiciera el amor con otro hombre ya que con él no podía hacerlo por estar demasiado obeso y siendo ella todavía una chica joven, muy atractiva y sexy.