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Manicomio I

Estas ultimas palabras hicieron eco en su cabeza mientras veía como el dr. Alcocer se incorporaba y se dirigía a él con un gesto de malicia. se coloco delante de él. sin decir una palabra lo tomo por los hombros y lo obligo a ponerse de rodillas, el hombre tomo el zipper de sus pantalones y lo deslizo.

Tácticas de guerra, el padre y el hijo

La mano que tenia libre se deslizo por mi oído bajando por mi mentón, siguiendo por mi cuello y descendiendo aun mas por mi pecho; el beso seguía, no quería que terminara. Nuestras respiraciones comenzaron a agitarse, mis manos aprisionaron su cabeza por la nuca para que no se separara, los labios se rozaban, las lenguas chocaban. Mis manos bajaron a su pecho y buscaron los botones de la camisa, los cuales cedieron a los suaves movimientos de mis dedos, uno por uno.

Abuelo, padre e hijo IV

Y después de un gemido prolongado sentí en mi garganta el liquido viscoso que el palo de mi abuela soltaba, fueron como 4 chorros de caliente esperma, sentí un poco de ahogo al tratar de comerla toda, tanto que se me escurrieron hilos de semen por los costados de los labios, mi abuelo se dejo caer de lado

Abuelo, padre e hijo III

Permanecimos así por unos minutos, uno al lado del otro sin articular palabras, yo me sentí nervioso y algo excitado, podía sentir la brisa en mi rostro, y suponiendo que no pasaría nada, cerré los ojos para relajarme un rato y tratar de no pensar en la polla de mi abuelo.

Abuelo, padre e hijo II

Así es que sentí su mirada durante algunos minutos, y espere con curiosidad para ver que era lo que hacia, en eso pensaba cuando por mis labios sentí un suave toque, cual seria mi sorpresa al saber que era el pene de papa, aun muy parado, trataba de abrir nuevamente mi boca, y yo no lo podía creer, que hace solo 5 minutos que se lo había mamado y después de haberlo vaciado, aun seguía muy excitado, lo deduje por el tamaño de su miembro en ese momento,

Abuelo, padre e hijo I

Una noche, después de un año de haber muerto mi mujer, me encontraba en la sala de mi casa tomando unos tragos de tequila, pues era fin de semana y había tenido un día muy pesado en el campo, cuando de pronto oí la camioneta de mi hijo detenerse junto a la entrada, de un golpe cerro la puerta tras él, en su cara se reflejaba una mueca de disgusto, traía la típica vestimenta del hombre de campo