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Manicomio I

Manicomio I

Tras el portón que se abría al paso, se encontraba lo que hace ya algún tiempo había sido un camino, enmarcado de una maleza espesa que corría a lo largo, y a la sombra de grandes abedules que dejaban caer las vencidas hojas de color amarillo propias de la estación; tras aquel largo sendero se alzaba tétrico y sombrío aquel lugar de inmensos y gruesos muros blancos, con aquellos invencibles barrotes en cada uno de los cinco ventanales, cada paso agitaba su respiración, pero mantenía la cabeza baja, el hombre a su lado había sido muy claro, habría que guardar compostura y calma, y tal ves así, solo tal vez, podría salir de ahí tan rápido como entro.

Aquellas dos figuras se detuvieron al pie de la escalera de entrada, el hombre a su lado lo miro por unos segundos y dejo escapar un pequeño y casi imperceptible suspiro, para reanudar su paso, subir las escalerillas y cruzar el umbral. inmediatamente se encontraron a una mujer de pequeña estatura, la miro detenidamente, no debía tener mas de 1.50 mts. tenia una mueca permanente en la boca, aun mientras respondió a el hombre a su lado; cuando este la cuestiono sobre el paradero de una persona, y con un ademán de su mano les indico el camino y sostenía unas toallas con la otra. al alejarse se imagino que aquella mujer tendría unos 40 y tantos años y que por el desgano en su voz denotaba que no era muy feliz que digamos.

Después de subir unas escaleras y cruzar por algunos pasillos y doblar por algunos otros llegaron a una puerta con una pequeña ventana, un numero y un nombre con letras negras. el hombre a su lado toco un par de veces antes de tener respuesta. ante ellos apareció un hombre algo robusto, vestía un pantalón color café con tirantes, una camisa blanca con diminutas rayas en café, abotonada hasta la mitad por lo que se asomaban una gran cantidad de vellos muy obscuros y aparentemente gruesos; de piel morena, pelo obscuro, con un bigote muy espeso y barba de días, en general algo descuidada su apariencia.

No se dio cuenta cuando el hombre a su lado desapareció, dejándolo delante esta persona, la cual lo sujeto con algo de brusquedad y lo hizo entrar mientras cerraba la puerta de forma estruendosa detrás de él. lo escolto hasta una silla y el sentó detrás de un gran escritorio color caoba. exhalo fuertemente y de sus bolsillos saco un cigarro y unos fósforos, se lo llevo a la boca y lo encendió, lo miro fijamente, y sintió como su mirada le atravesó. sus manos sudaban y estaba temblando.

Sabes por que estas aquí?

No hubo respuesta

El hombre suspiro y alcanzo una carpeta, comenzó a hojearla

Soy el dr. Alcocer, soy el director de esta institución de reposo, sabes lo que es eso?

Nuevamente no hubo respuesta.

Mmmm, esta bien, entiendo que estés nervioso y asustado, pero créeme, no hay nada por que temer, aquí estarás muy bien atendido.

Estas ultimas palabras hicieron eco en su cabeza mientras veía como el dr. Alcocer se incorporaba y se dirigía a él con un gesto de malicia. se coloco delante de él. sin decir una palabra lo tomo por los hombros y lo obligo a ponerse de rodillas, el hombre tomo el zipper de sus pantalones y lo deslizo.

Abre la boca, hijo.

Titubeo un poco, pero accedió sin protestar, pensó que si cooperaba, saldría pronto de ahí. al fin de cuentas era lo único que quería, el dr. Alcocer abrió del todo su pantalón dejando ver un trozo de carne de unos 15 cm. semierecto, de un glande resplandeciente, colorado, comenzaba a lubricar de forma abundante. sus dos manos recorrieron el rostro y se posaron en su nuca y ejerciendo una suave presión lo atrajo a él. muy lentamente, fue introduciendo su pene en los labios casi del todo y comenzó la rítmica danza de penetración oral. primero muy suave y conforme la sangre inundaba su miembro, mientras el lo sentía crecer mas y mas al grado de presionar su lengua y tocar su campanilla; aumento la velocidad de sus embestidas, así el dr. comenzó a gemir, sentía como la electricidad recorría su cuerpo erizándole el cabello. cada bocanada sabia a gloria.

Ahhh, así, despacito, que ricura……asi, aaaahhhg. te voy a follar la boca, mmmm, zorrita, mal nacida…………..ahgggg.

De repente las entradas y salidas se volvieron mas violentas y veloces, el cuerpo del dr. se contraía en feroces espasmos de placer, la lengua se había incorporado al juego, y aunque con un poco de dificultad comenzó a girar y paladear los jugos lubricantes. era tanta la intensidad del momento que el dr. tubo que apoyarse en el borde del escritorio.

No supo exactamente cuanto tiempo estuvieron así, tal vez fueron 15 minutos.

Ahhhhh me vengo, voy a terminar, uhf.

El dr. Alcocer lo separo bruscamente de su falo lo tomo con su mano derecha y se corrió violentamente sobre la ropa del muchacho tras un gemido prolongado. tomo un poco de aire mientras se recobraba.

Que increíble, se ve que eres una puta de mierda, te la tragaste enterita y ni siquiera repelaste, tienes experiencia como chupapollas, y créeme esta solo fue la primer sesión, ahora límpiame los mecos que quedaron.

Dicho esto volvió a meter su verga dentro de la boca del muchacho y este le dio varios lengüetazos dejándolo bien limpio.

El dr. volvió a abrocharse los pantalones, se acomodo en su sofá, levantó el auricular y pidió ver a alguien, minutos después entraron dos hombres de gran tamaño, uno era de raza negra, rapado, de gran volumen; el otro era mas delgado, de piel blanca. ambos usaban batas de color azul claro y calzado blanco.

Lleven al sr Gómez a su cuarto, ya saben el procedimiento.

Gómez, hace un buen tiempo que no escuchaba su apellido, no sonaba mal, pero aunque le sonaba familiar, el apellido no le decia mucho de el mismo. de forma automática se puso de pie, mientras el negro le cedía el paso, siguió al hombre mas delgado por el corredor, y detrás de ellos el hombre negro, volvió a recorrer pasillos y bajar escaleras, todo estaba muy en calma, muy en silencio, demasiada quietud. mientras caminaban a lo lejos se escuchaban quejidos, y voces, casi murmullos, Gómez no entendía de quien podría tratarse y tampoco se atrevía a preguntar, al doblar por un pasillo, casi de la nada apareció un hombre, cruzándose en el camino de Gómez y de aquella peculiar escolta.

Ramírez¡ que haces aquí- inquirió el hombre negro de forma autoritaria y algo molesto- deberías estar en “el aula”

Tranquilo búster, ya termine…… –fue la respuesta del sujeto-.

Ramírez miro fijamente a Gómez y este le devolvió la mirada, Ramírez tendría unos treintaytantos años, pelo corto de color negro lustroso, ojos color miel, piel muy clara, no podría decir que era bien parecido, pero había en el algo que lo hacia verse muy atractivo, quizás sus facciones muy marcadas y varoniles, poseía un mentón que parecía de hierro. su nariz recta. labios pequeños algo pálidos, frente amplia, cejas gruesas, tenia un aire de fanfarronería, y un toque muy seductor, vestía un pantalón en color azul marino, igual que la camisa, la cual llevaba desabotonada, lo que permitía ver un abdomen marcado, pectorales bien definidos coronados por pezones sonrosados que apuntaban ligeramente hacia abajo debido a la forma de su pectoral; al parecer el hombre sabia cuidar de su cuerpo y al contemplarlo no pudo evitar tragar saliva.

Bueno si ya terminaste lárgate a tu cuarto. no quiero verte aquí….

Al pasar junto a Gómez sonrió de forma sarcástica, y le pareció que le guiñaba un ojo. lo vieron alejarse por el corredor y desaparecer tan repentinamente como llego.

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