Me viro boca abajo y comenzó a acariciar la espalda, me daba mordiscos y me pasaba la lengua a la vez que me acariciaba la pinga. Iba bajando la espalda y me llego al culo, le comenzó a pasar la lengua.
Llegó a la cafetería y me encuentro con Rosa, ha ido al peluquero, se ha puesto guapa, charlamos cálidamente, me cuenta sus intimidades, la escasez de relaciones sexuales y la poca calidad de las mismas, cada vez está más zalamera y coqueta, parece una mutación, la resignada ama de casa desahogandose con un desconocido, pero el desahogo no había hecho más que comenzar.
Mientras me acomodaba ya que ella se había sentado ella se bajo el brassier y pude ver sus enormes tetas de verdad, eran inmensas para su edad, y con todo gusto se la chupe mi primo a todo esto ni siquiera miró.
Me abrió el mismo chico, que se encontraba en shorts, con una camiseta y unas sandalias. Con su sonriente cara me miró y me hizo señas para que entrara. La casa era como yo me la había imaginado por fuera, con un gran patio central, y muchas habitaciones.
Entonces, rodeándolo con mis brazos lo besé con pasión, y él me respondió de la misma forma, sus manos recorrían todo mi cuerpo, entraban por debajo del bóxer y acariciaban mis nalgas... yo tampoco me quedaba atrás, su culo se sentía realmente rico, suave y redondito, sin pelos...
Él lo notó y me regaló una sonrisa que me hizo sonrojar, sin embargo esa pequeña vergüenza se me fue inmediatamente, cuando de un solo movimiento separó mis piernas, subió mis caderas y puso una almohada bajo mío... finalmente... en una sola embestida me penetró, de una forma muy fuerte.
Lo que voy a contarles ahora, es algo que me ocurrió a comienzos de la primavera, cuando me llamó uno de mis clientes que vive a varios Km. de la ciudad, en una zona rural donde decidió mudarse junto a su familia, para vivir más en contacto con la naturaleza.
El otro estaba mirando todo esto, y estuvo a punto de correrse también, entonces me dijo, quiero que me hagas llegar a mi, y sin esperar nada, me metió su palanca a la boca, que ya estaba bien parada de todo lo que veía y de comerse mis senos.
Yo por mi parte continuaba explorando su cuerpo y seguí desnudándola, le quite la falda y pude mirar nuevamente ese par de piernas que tiene, y vi esa hermosa cuca a través de sus pantys, llena de bellos, así como a mí me gusta, por la posición en que estábamos podía observar su magnifico culo, el cual me dedique a sobar mientras ella me daba una mamada sensacional.
No supe que hacer con Pablo, si pegarle, insultarlo o besarlo, no supe ni se que hacer, si bien los secretos que el sabe eran terribles, era la punta del iceberg de mi vida, llena de sexo y contradicciones.
Fue entonces cuando levanté la cabeza y pude ver a Carmen que era ensartada por el culo y por el coño mientras se tragaba dos poyas a la vez que en cada embestida desaparecían para volver a verse de nuevo húmedas hasta la mismísima empuñadura.
Penosamente pude desvestirme solo a medias, quedando desnudo de la cintura para abajo, en medio de sus empujones y no bien me puse en la posición como si yo fuera uno de su especie, o sea en cuatro patas, me salto en el acto.
La depresión hacia que ella no se levantara hasta pasadas las tres de la tarde y, a veces , no tenía ánimo de hacerlo y se quedaba en su dormitorio leyendo el diario que llegaba sagradamente todos los días.
Estando la vieja consciente, volví a arremeter con mis dedos en su ano, mientras le metía los dedos, fui vaciando lo que quedaba del pomo de crema, y le terminé abriendo el ojete, hasta que en medio de sus desesperados movimientos comencé a meterle la mano completa, !como se veía ese agujero!
Alicia era una belleza espléndida. Tenía 29 años (era significativamente menor que mi madre), medía 1,70 metros pero con las sandalias de tacón que usaba aumentaba unos 5 vitales centímetros más que la ponían a la altura de mi metro noventa..
Se acercó y me la empezó a acariciar, me tocó la puntita, y me la acariciaba con la yema de los dedos. También me tocaba los huevos, se había olvidado de taparse y podía ver sus dos inmensas tetas en todo su esplendor.
La historia que voy a contar, es completamente real y bueno aunque hace tiempo que se esta fraguando ha llegado el momento en que ha pasado lo que se intuía que iba a pasar y por eso he decidido contarlo a todos ustedes en este momento.
Se metió en la ducha con nosotros y lo primero que hizo fue cogerme el pene y tocarme una lujuriosa paja, con la otra mano le metió dos dedos a su madre en la cocha y después me dio un morreo en la boca que me dejo loco.
En el patio me puse a jugar con Nico, sabía que teníamos solo unas horas para pasarlo juntos, así que lo llevé adentro de la casa, por mí lo hubiera hecho en el jardín, pero temía que alguien nos viera desde alguna casa vecina.
Con dificultad nos movíamos, pero yo podía sentir claramente ambas vergas moviéndose húmedas dentro de mí. Xavier que estaba debajo de mi, me besaba en la boca pasando su lengua por mi cara y chupando mis labios, mientras Iván metía su lengua por mi oreja y cuando volteaba a mirarlo también metía su lengua en mi boca.
Fue así como por la tarde, llegué a una granja que quedaba alejada de las demás y en la que vivían dos granjeros como de 35 años cada uno, y los vi que estaban con un toro que era el semental, y que estaban tratando de ayudarlo a montarse en una vaca, pero de cartón y me causó tal curiosidad, que les pregunté que hacían.
La vertió en un cuenco y la puso levemente encima de una de las velas de una palmatoria para que se derritiera, unto sus dedos en la grasa y se la dio a lamer y a oler al perro y después me la unto por los pies y subió untándomela por las piernas hasta el sexo y el ano.
Cuando llegamos, nos sentamos cerca de televisor y el dueño de casa saco una película, tenía un nombre como backdoor o algo parecido, y eran varias historias relativamente cortas, pero hicieron énfasis y una de las historias, donde la protagonista era virgen y el novio le pedía una prueba de amor, y ella le decía que no
Era un sábado como cualquier otro, caluroso y solitario, mi novio estaba fuera de la ciudad y ya tenia 15 días fuera, me metí a bañar para quitarme la calentura, aproveche para rasurarme la vagina, estaba tersa y suave, la tengo larga y profunda, con labios vaginales cortos, en fin a los hombres generalmente les encanta.
Cuando las comencé a chupar y a mordisquear sus ya duros pezones, mi compañero se estaba quitando el pantalón, en ese momento interrumpí mi labor, como queriéndolo detener y evitar que la penetrara, pero mi excitación era más que mi conciencia.
Me puso boca arriba y comenzó a masajearme mis pechos, primero lo hizo suavemente, pero poco a poco se torno brusco y me los apretaba violentamente, me abrió la blusa y comenzó a chuparme los pezones fuertemente; el terror estaba cambiando a placer, nadie me había tocado de esa manera, y el saber que me encontraba a su merced lo hacia mas excitante.
La acaricié y ella se estremeció y acercando mi pene a su entrepierna comencé a juguetear pasándoselo por sus ingles y la cara interna de sus muslos fuertemente amarrados al poste.
Es así como un día cuando daba algunas directivas, me di cuenta que de una de las residencias contiguas siempre salía a barrer la vereda una sirvienta, la cual se me quedaba mirando y cuando yo la miraba se sonreía y se daba la vuelta.
Comencé besando sus senos, tenia unos pezones grandes y de color chocolate, para más tarde dirigirme a su chochito y se lo bese lentamente luego le metí mi lengua hasta lo más profundo posible.
Al escuchar eso, me calenté un poco más, luego le di la vuelta y empecé a tomar sus caderas y ella empezó a moverse también y gemía mas fuerte cada vez mas, como una puta, empecé con mis manos a abrir un poco sus nalgas mientras ella pasaba uno de sus dedos por su culo.
Mi mente de alcantarilla comenzó a fantasear con la idea de saborear esa mujer adulta, baja y regordeta, con unas grandes tetas y un trasero alto y elevado.
No volvimos a hablar mas del tema porque quizá pensamos que eran unas frases dichas en un acaloramiento pero un día que quedamos ha cenar y tomar unas copas con unos amigos.