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Feliz año

Feliz año

Cuando el 31 de diciembre del 2001 llegó a nuestra vida, muchos nos encontrábamos en mejor situación que otros.

Por lo que a mí respecta, las cosas habían terminado bien, la empresa de la que soy socio marchaba a buen paso, lo que nos auguraba un buen inicio de año y un mejor desenvolvimiento conforme los meses fueran transcurriendo.

Por esto ese día lo estaba esperando con mucha alegría, para brindar por la conclusión de mi primer año como pequeño empresario y como jefe propio.

Conforme la tarde avanzaba era mas mi emoción, aún no me creía que aunque con poco dinero en el bolsillo, sin coche y con mi novia fuera de la ciudad, pasaría una noche de año nuevo que nunca en mi existencia me pude haber imaginado.

Ya con algún fastidio y cansancio por las compras hechas en la tarde y por el toparse con el mar de gente en la calle y en el supermercado, por fin comenzó a anochecer y tal como es mi costumbre decidí salir con mis vecinos para comenzar nuestro muy particular brindis por la llegada de un nuevo año.

En este brindis se encontraban Agustín, su ahora esposa, Mirna, Omar, José, Aurora, Rocío, Cristina, Hugo, Adrián, Daniel, Diana y yo, Ricardo.

Instalados en el patio de la casa de Agustín y José departíamos con cervezas y tequila, platicamos un rato y ya como a las 11 de la noche retirarnos para estar con nuestras familias.

A esta hora algunos cuantos ya sufrían graves estragos por la combinación de la cerveza, el tequila y algo más que se fumaron, por lo que se podía distinguir a parejas besándose y tocándose por todo el cuerpo, mientras que otros nos dedicamos a observarlos y comenzar a manosear a Aurora y Cristina, amistades de largo tiempo y que sólo se dedicaban a decir “ya estate en paz” sin tratar de quitar nuestras manos de sus cuerpos, parecía que eran abrazadas por algunos pulpos, pero en fin.

Si bien es cierto que cuando regresé a casa ya me encontraba un poco mareado por el alcohol, no me importaba, el pretexto era de lo mejor, por lo que en mi hogar seguí tomando con mis hermanos, mis cuñados y mis hermanas, todos festejando la llegada del 2002.

Después de la cena, el brindis, el abrazo y de los mejores deseos para el nuevo año, regresé a casa de mi vecino, donde ya se encontraban las personas que habían estado anteriormente.

Con una mayor cantidad de alcohol en mi cuerpo decidí ponerme a bailar, “a ver si con el sudor se me baja”, pensaba yo.

Bailando con todas las mujeres presentes varios ritmos, desde los electrónicos hasta los más ricos y cachondos que pueda haber, comencé a excitarme de manera sin igual, por lo que agarré a Diana e iniciamos a movernos de manera sabrosa, me comencé a acercar a su cuerpo y a sentir su par de pechos, medianos pero firmes y duros, tal como me gustan, y a acariciarla desde la espalda hasta sus nalgas, lo que generó que mi pene comenzara a crecer dentro de mi pantalón.

Ante esta acción inicié a pegarme más a su cuerpo, lo que sin duda le gustaba o excitaba, ya que con una buena sonrisa en la cara y sus movimientos hacía que mi miembro casi se me reventara dentro del pantalón.

Al ver esto, José se plantó a las espaldas de Diana, que sin ningún miramiento lo agarró y lo acercó a sus nalgas, esas nalgas tan redondas y duras que tiene, supongo que son producto de los aeróbicos que practica tres veces por semana, mientras yo por enfrente la seguía acariciando y meneándola, pegando mis labios a los suyos para sumirnos en un buen beso que nos calentó aún más.

Al terminar la canción Diana y yo nos apartamos del pequeño grupo, salimos del jardín y comenzamos a besarnos. Inicié por tocarle sus pechos para después apretarlos mientras ella sobaba mi pene por fuera del pantalón, ya con toda la calentura y sin palabra alguna me incliné para desabrochar su blusa y sacarle los senos, formidables y duros ya con el pezón duro me esperaban para ser chupados y mordidos.

Mientras mi boca se ocupaba de sus senos, su mano sacaba mi miembro del pantalón y de los interiores para que comenzar a masturbarme lentamente.

Al ver este avance decidí ir por todo y cuando mi mano iniciaba a tocar su vagina sentí algo que hizo me apartara de ella.

Estaba menstruando y traía su toalla femenina, al ver mi reacción preguntó que si me daba asco, a lo que respondí que nunca lo he hecho con una mujer en regla, inmediatamente mi erección bajó, nos acomodamos la ropa y regresamos con el grupo.

Ante mi frustración y la mirada de todos como diciendo, “ya, tan rápido”, me dediqué a seguir tomando y a bailar y dejar de pensar que esa noche de año nuevo iba a tener sexo con alguna de las ahí presentes.

Conforme el tiempo pasaba mi embriaguez se hacía más evidente, por lo que decidí irme a mi casa ante la negativa de los que aún permanecían en el jardín, ya que la gran mayoría se había retirado.

Para cuando el reloj marcó pasaba de las 4:30 de la mañana la madre de agustín salió y muy cordialmente nos invitó a retirarnos.

Yo, por mi parte pensé que la celebración había llegado a su fin y que ya me iba a dormir, pero en realidad estaba equivocado, ya que Omar nos invitó a seguir la diversión a su casa en la que sólo estaba su hermano mayor, cuando lo volteé a ver me di cuenta de porque de la invitación.

Él se hallaba agarrado de Aurora y sólo se podía ver su brazo rodeándola por la cintura y un movimiento del mismo, por lo que supuse que le estaba acariciando las nalgas.

Total, agarramos el alcohol que quedaba que eran dos botellas de tequila, seis cervezas tamaño familiar o caguamas, como se les conoce en México, y partimos hacia nuestro nuevo destino.

Ahí vamos caminando haciendo zigzag Aurora, Omar, Diana, Cristina y yo, Ricardo.

Cuando arribamos a su casa inmediatamente prendió el estéreo y puso música. Cristina cabeceando en uno de los sillones, Diana y yo bailando, mientras que Omar y Aurora en lo suyo, besándose y acariciándose.

No había pasado ni una hora cuando Cristina decidió retirarse ya que andaba bastante tomada.

Ante una fea mirada por parte de Diana como queriendo decir “me vas a dejar con este borracho caliente que no lo quiere hacer porque tengo la regla”, se detuvo un momento, pensó y dijo, “¿Diana no te vas?”.

Ella aceptó de inmediato y partieron, dejando a la caliente pareja en lo suyo y yo como un idiota observando y poniéndome más caliente.

No me acuerdo en que momento, pero me puse a bailar con la única mujer que quedaba, Aurora, y al ritmo de una canción pegajosa meneamos nuestros cuerpo, nos restregamos y no sé que más, que ya para cuando me di cuenta le estaba agarrando las nalgas.

Al ver esto Omar se paró detrás de ella y le comenzó a besar el cuello y a acariciar ese par de tetas que tiene. Su reacción fue una risa y un “ya, estense quietos”.

Sintiendo nuestra calentura y las dimensiones que habían tomado nuestros no muy largos y gruesos penes se logró zafar y se sentó en uno de los sillones.

Inmediatamente Omar fue tras de ella y comenzaron de nueva cuenta lo suyo, yo, me acerqué y traté de agarrar y sobar esas enormes tetas que le cuelgan, ante la nueva embestida y ante su negativa Omar y yo optamos por seguir tomando y platicando, mientras que Aurora se quedaba dormida en el sillón.

Apenas habían transcurrido unos 30 minutos y ella roncaba, nosotros nos quedamos viendo el uno al otro como diciendo que era esa la oportunidad, nos acercamos.

Él la sujetó de los brazos y yo de los pies, subimos las escaleras y llegamos a la habitación de Omar.

Una vea ahí la acostamos en su cama king size y cada uno de nosotros a sus costados.

Ya ahí opté por iniciar a acariciarla por debajo de su falda, cuando sentí una mano, pensé que era ella quien había reaccionado, pero no era Omar, quien alzó la cabeza y solamente sonrió.

Cuando volví a mi labor inicié por acariciar su vagina por encima de sus pantaletas, mientras mi cómplice se ocupaba de sus pechos, acariciando y apretando.

Cuando me animé hice a un lado sus bragas y metí mi dedo.

Ese orificio ya se encontraba húmedo, no sé como describir el momento, pero sentía que mi corazón iba a estallar, ya que era la primera vez en mis años de vida que estaba con una mujer y otro hombre.

Al alzar la cara vi como él ya estaba besando las enormes tetas y como la blusa había sido removida de su lugar.

Entre tanto yo seguía el mete dedo-saca dedo, lo olí y ese olor me volvió loco y me calentó más.

Aurora entre abría y cerraba sus ojos y estos iban de un lado a otro, dándonos a saber que no estaba despierta del todo.

En ese momento decidí cambiar de lugar y pasar a los pechos, mientras que Omar se ocupaba de su vagina.

Cuando las comencé a chupar y a mordisquear sus ya duros pezones, mi compañero se estaba quitando el pantalón, en ese momento interrumpí mi labor, como queriéndolo detener y evitar que la penetrara, pero mi excitación era más que mi conciencia.

Después de sobársela un rato y cuando hubo terminado de acomodar el condón, vi claramente como su pene se habría paso entre los excitados labios vaginales de nuestra víctima, quien al sentir la embestida reaccionó y comenzó a decir “no, no, no, espérate, me lastimas”.

Él se retiró mientras yo tranquilizaba a Aurora, quien al sentir de nuevo la penetración inició una serie de jadeos, momento que aproveché para ocuparme de sus senos.

Fue en ese instante que coloqué uno de mis dedos en la entrada de su ano, introduciéndolo poco a poco, elle gritó que por ahí no, pero en ese momento ya no me importaba, Omar atinó a decirle shhhhhhhh!

He de decir que mi fascinación es el sexo anal, por lo que no me importó su comentario y volví a la carga, pero ahora con dos dedos, los cuales comencé a mover en su interior para abrirla más y comenzar mi verdadera tarea.

Cuando creí que era el momento me coloqué el condón y retiré mis dedos para dar cabida a mí ya erecto pene, cuando introduje el glande ella sólo se quejo, pero el mete-saca de Omar sirvió para relajarla, posteriormente comencé una embestida y de un solo tirón la penetré completamente ante un grito de dolor, ella decía que no, pero era demasiado tarde.

Cuando pasaron unos segundos comencé unos movimientos, que en unión con lo estrecho de su ano y el saber que había otra persona presente, provocaron una fuerte excitación.

Con la mente puesta en el gozo y con los jadeos de Aurora, mi ánimo y emoción eran mayúsculos.

Al fin, y después de 26 años, estaba experimentando la fantasía de la mayoría de los hombres.

Conforme el tiempo transcurría los jadeos eran más constantes y fuertes.

Omar concentrado con su mete-saca por el frente, mientras que yo por atrás era feliz entre los felices, no cambiaría ni compararía ese instante o el momento de mi eyaculación con nada de lo que hasta este momento me ha sucedido.

En ese momento nada me importó, ni el ver o sentir la verga de otro hombre rozar con la mía.

Para mí ese instante fue algo máximo, el sexo del sexo, lo que nunca había experimentado y mucho menos la manera en como iba a iniciar un nuevo año.

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