Una reunión navideña de travestis, termina siendo una sabrosa orgía.
No hay nada mejor que el olor de unos pies hermosos, o su sabor o su textura.
El alcohol y el calor hacen que dos primos terminen haciendo alguna que otra travesura que no estan dispuestos a repetir...
Hoy tratare de ser más retórico, que en ocasiones anteriores, primero voy a presentar a los protagonistas de este relato, ella es una mujer colombiana de 43 años, separada, y yo soy un hombre de 43 de España, casado.
Una madura muy rica, muy puta y sumisa, lista para disfrutar de una buena verga, dominarla como le gusta y satisfacer todos mis antojos y exigencias.
Luis la tomó entre sus labios. La sensación fue magnífica. La vista de aquel maduro hombretón hincado entre mis piernas y chupándome el pito era fenomenal. Noté que efectivamente no tenía experiencia.
Me comporté como la más puta de las putas, e hice lo que no estaría dispuesta a hacer con mi marido. Un día antes de mi boda.
Desde que tengo uso de razón recuerdo que me atraían mucho las prendas y ropas de mi hermana, ella era un año y poco mayor que yo; cuando ella se iba a casa de alguna amiga a jugar yo me metía en nuestra habitación (compartíamos la misma habitación) y me probaba sus vestiditos por encima de mi ropa, eso era al principio, luego solía ponerme sus zapatos
Me ascendieron, pero yo deseaba a aquella chica y estaba dispuesto a hacer lo que fuese por conseguirla. Entonces todavía no estaba casado y tenía 32 años, diez más que ella, una jovencita de 22.
Mi primera experiencia con una mujer madura fue algo que me dejó muchas satisfacción, de lo mejor y simplemente el placer que se sintió en la venas fue algo inexplicable.