Él lo notó y me regaló una sonrisa que me hizo sonrojar, sin embargo esa pequeña vergüenza se me fue inmediatamente, cuando de un solo movimiento separó mis piernas, subió mis caderas y puso una almohada bajo mío... finalmente... en una sola embestida me penetró, de una forma muy fuerte.
Tenía alrededor mío como 6 hombres, y vi a mi amiga chupando las vergas de los que tenía cerca, así que yo también me arrodillé y empecé a mamar una por una, deteniéndome un poco mas en las vergas de los negros, las cuales me llamaban mas la atención por su color y tamaño.
Al oír todo esto me excito muchísimo y decidí hacerla sufrir un poco, mi mamita suplicaba y se acostó en la cama amarrándose sus tetas y abriendo sus piernas al máximo, le puse mi verga en la entrada de su coño y le metí solo un poquito la puntita para luego sacársela y acariciarle su clítoris con la punta de mi verga, mi madre suplicaba.
He vivido reprimido y triste escondiendo mi homosexualidad hasta ahora, que me he atrevido a decirle a la gente que soy gay, y me siento mucho mejor, ademas de vivir más feliz. Leed esto los que tengáis miedo a decir que sois gay.
Asunción es un poco más normal, ellas al no tener pareja ninguna para satisfacerse todas tenían un consolador o un vibrador o algo de eso y lo se porque las muy zorras ni los guardaban los dejaban encima de su mesa de noche y encima estaban llenos de pelos suyos e impregnado de flujos y así se quedaban pegados los pelos y se podía ver nada mas pasar a la habitación.
Salí de la ducha, me puse una bata y fui a la puerta. Ger se quedó en el agua. Hice pasar al chico y le dije que me esperara que enseguida me terminaba de vestir, y que su primo estaba bañándose. Y le señalé el baño.
Todo eso me calentó más y empecé a gemir y gritar. La verga de Rafael entraba y salía de mi concha mojada, empujaba cada vez más fuerte. Sus manos me sujetaban por los hombros para que yo no pudiera moverme, me empujaban hacia abajo y así recibía todo el impacto cuando me clavaba a fondo.
Lo que voy a contarles ahora, es algo que me ocurrió a comienzos de la primavera, cuando me llamó uno de mis clientes que vive a varios Km. de la ciudad, en una zona rural donde decidió mudarse junto a su familia, para vivir más en contacto con la naturaleza.
Parado en la cornisa tuve dos segundos de una tranquilidad infinita, la que se siente cuando algo definitivamente se resuelve, pero al instante volvió el dolor, esta vez no del cuerpo sino del alma, de sentir realmente que duele la vida.
Paso una media hora en la que me hice la dormida, él no se movía , decidí pasar a la acción, deje caer una pierna de la butaca , quedando a la vista mis bragas, mi hijo se levanto, se acerco a mi y me dio dos empujones para ver si seguía dormida , yo no me moví.