Últimos relatos salvajes:

Torturas mortales III

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El globo seguía creciendo en el interior de la esclava y con el la vagina realmente iba tomando una buena dimensión, la esclava trataba de soportar los dolores con la mayor dignidad posible, sabía que era la única forma de evitar peores castigos.

Mellizas III: La comunión II

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Pues desde donde estabamos veíamos perfectamente como Ingrid permanecía recostada en el sofá, frente a nosotras, con los ojos cerrados, tratando de no pensar en quien la estaba llevando al borde del orgasmo. Pues era el perrazo el que, meneando alegremente la cola, tenia incrustada las fauces en su acogedora intimidad; lamiendo, entusiasmado, la dulce cueva que habíamos dejado tan amablemente a su entera disposición.

Mellizas II: la comunión

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Después la obligue a que fuera, completamente desnuda, a nuestro dormitorio, para que se trajera el regalo que traíamos para ella. Ingrid lo abrió delante mía, y así pude ver la sorpresa que reflejo su rostro cuando sacó de la caja un consolador doble, acoplado a un cinturón de cuero.

Mi cuñada y familia II: la suegra

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Por la noche durante la cena ella estaba sentada a mi lado, yo me divertía con la escena pues estaba el padre que se follaba a la hija y la madre de mi mujer a la que me follaba yo. Con todo el descaro del mundo le metía mano a mi suegra por debajo la mesa, le había subido la falda y le toqueteaba el coño por encima de las bragas.

La excitante e inalcanzable vecina

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Sin ningún tipo de malicia y más por un acto de demostrar mi solidaridad tome a Olga y la abrace nunca había tenido una demostración de afecto con ella mucho menos un abrazo sin embargo como lo hice fuertemente su conchita quedo en contacto con mi verga y pude sentir perfectamente su raja

Any IV: Ayudando a Carolina

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Sentada de nuevo en el sillón puedo ver como Caro, después de unos veinte minutos de tener a Marcos dentro suyo, en silencio y quietud, va separando su pubis para ir sacando el gigante de dentro suyo. Hay tanto semen y flujos cubriendo el sexo que ya no se ven rastros de la sangre de la desfloración.

Historia de dos amigas II

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Pero María me dijo que a ella le había dado la impresión de que los perros actuaron por celos cuando vieron a su ama tocando las zonas mas íntimas del semental. Y, si te interesa mi opinión, yo coincido con María... porque sino los perros habrían salido antes y no cuando llevaban tanto rato en la cuadra.

Mellizas I: La boda

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A regañadientes accedí a que me volvieran a atar y amordazar, esta vez en el pequeño cuarto trastero, con la excusa de que así evitarían que les chafase la broma, a la espera de que apareciera Carmela a ponerse el traje de novia; que yo podía ver, muy bien puesto, en una esquina del cuarto, gracias al enorme espejo que las mellizas habían tenido la amabilidad de mover, para que a través de la estrecha rendija de la puerta pudiera ver todo el cuarto.
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