Segunda de tres partes... hasta el momento
Mi obsesión por mi hermana mayor me lleva a un encuentro con mis otras hermanas. Soy un depravado.
Ya estando en mi cuarto oí unos ruidos raros que provenían de la cocina, y cuál no sería mi sorpresa al acercarme y ver a mi madre hincada con dos enormes penes entre sus manos, ¡¡¡estaba masturbando a dos albañiles!!!
Llegué a creer que lo que pasó con Javier no me había afectado, pero allí estaba yo, una madre deseando a su hijo por ser justamente eso, su hijo. Diana una buena madre.
De como una sobrina pasó a ser algo más.
Lo tuve merecido por ser una calienta-pollas. Días de escuela.
No conocía muy bien a mi estilista hasta esa noche. Que me corten el pelo otra vez.
La protagonista fue a coger con Lee Shaoran dejando a las otras niñas solas, pero ellas gozaron a su manera.
Cuando tenía 18 me quedé huérfana de madre, así que mi padre tenía que decidir o llevarme con él de viaje y realizar una vida no muy conveniente para una chica, o la otra alternativa era ir a vivir con mi abuela paterna, que era igual de arisca que su hijo o la peor de todas ir a un colegio interno en Londres; al final eligió la última, ya que parecía la que más me convendría a futuro, eso pensó mi padre en ese momento, aunque no sabía lo que realmente experimentaría en aquel lugar y las consecuencias que acarrearía.
Solía ir a sentarme siempre en el mismo banco de la plaza cuando me atacaba la tristeza o la soledad, a veces incluso iba a buscarla, todos me decían que retaba al peligro, que esa plaza siempre estaba sola, mi madre repetía una y otra vez "si por lo menos fueras de día, un día de estos alguien te va a raptar y ya tendremos nosotros que lamentarnos por tu inconciencia", pero nadie entendía, ese era mi refugio y contrario a lo que todos pudieran pensar, ahí y sólo ahí, me sentía segura.