Un clásico dónde los haya... Caperucita feroz
La historia que relato a continuación es real como la vida misma, en algún pueblo del norte del Perú, creo que al contarla una parte de mi se desahogará y podré liberarme de la humillación constante en la que vivo, sometida por mi marido desde hace mucho tiempo.
Mis vecinos no solo me observan a mí mientras me baño, sino también a mi madre... ¡Por fin, conozco mi primer pene!.
Como mi hijo me ayudó a sentir el sexo en cada parte de mi cuerpo. Soy toda sexo para mi hijo.
Aquí estoy de nuevo después de algo de tiempo, lo que les voy a contar es algo que sucedió hace un mes aproximadamente, cuando en las vacaciones vino a visitarnos a la casa, un amigo mío procedente del estado de Monterrey y tuve la oportunidad de ver de nuevo a mi madre cogiendo como una perra.
Durante algunos minutos, le ofrecí al excitado Mario, las suculentas mamadas que, de acuerdo con mi experiencia, enloquecen a cualquier hombre. No tardó nada en correrse en mi boca. Mi lengua, llena de su semen, distribuía sus fluidos a través de mis labios.
Mi nombre es Martha y vivo en Monterrey, Nuevo León, México. Soy muy bonita y tengo un cuerpo envidiable (Eso me lo han dicho montonales de veces hombres y mujeres que me conocen) actualmente estoy casada y si tengo algún defecto ese sería que soy extremadamente caliente, jiji.
Últimamente he sentido la necesidad de tener algo que me llene atrás y de sentir una gran verga en mi boca, y recuerdo como tuve esa experiencia y se me mete eso a la cabeza. A pesar de que tengo buenas relaciones con mi esposa, deseo tener el falo de un hombre satisfaciendo mi gran deseo.
La hija del jefe me amenza para tener relaciones sexuales.
La piscina, y dos amantes ardientes, estaba frente a mí, aquel mediodía. Mi mochila y la piscina lasciva.