Últimos relatos gay:

Unos días de locura III – Final

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Cuando me puse al lado de mi prima, esta me recibió con un gran beso en la boca, y empecé a magrearle sus tetas que estaban a reventar, pero sus dedos seguían hundidos en el culo de Eva, bajé mi mano a su chocho y ésta estaba súper mojado, a lo cual mis dedos jugaron a diestra y siniestra con su clítoris, a lo cual ella respondía, mordiéndome los labios.

Las jovencitas

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Fina besaba a Nadia sin miramientos, en la boca y en el cuello, cada vez más apretadas. Sus manos agarraban el trasero de Nadia con fuerza. No importaba que yo las viera. A mí ya no me extrañaba aquello. Pronto comencé a sentir las manos de mi hermana en mi trasero. No llegaba a darme besos en la boca, así, de pié, pero al bajarme el tirante, me los daba en esa zona indeterminada que ni es hombro, ni axila ni pecho.

Unos días de locura II

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Y Zack lengüeteo su clítoris, Sandra se electrizó le dio un morbo que el perro hiciera eso, pero mientras pensaba abrió sus piernas instintivamente, y el perro se dedicó a lo suyo, ella se sentó en la orilla del baño poniendo una mano en la orilla para no perder el equilibrio, y con la otra empezó a masajearse las tetas que estaban otra vez a punto de explotar...

Las vecinas

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Era un día frío de enero cuando vi un camión de mudanzas que aparcaba en el portal de mi casa, yo vivía por aquel entonces en un pequeño apartamento en Londres, cuál fue mi sorpresa cuando escuché unas voces en mi idioma, hablaban en español, la alegría era muy grande, al ver que además eran dos chicas españolas.

Las clientas entran en tanga a la farmacia

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Mi nombre es Jorge y tengo una farmacia en un pueblecito de Tarragona, mi gran problema es que padezco unas extrañas alucinaciones con las mujeres que entran a mi farmacia, me las imagino en tanga y sin la parte de arriba y me entra una terrible excitación acompañada de una erección incontrolable.

Carolina y yo III: su cornudo sumiso

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Porque la única vez que la penetro es cuando su macho habitual no está disponible, porque está de viaje y ella se encuentra muy cansada para salir a ligar por ahí, y entonces me sienta en una silla con mi polla dura, levanta la pierna, se la coloca y se clava de golpe, quedándose allí cara a mí pero quieta, sentada sobre mis muslos, penetrada pero sin moverse.

Una llamada inoportuna con la novia de un amigo

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Al separar mi cara para introducir mi pene en su conchita, me dijo que tuviera cuidado, pues ella con Emilio aún no había mantenido relaciones sexuales, yo me sorprendí, pero la volví a besar y le dije que no tuviera miedo, que yo la quería mucho y la iba a tratar con mucho cariño, así que poco a poco le fui introduciendo mi pene en su rajita con movimientos circulares hasta que toqué su himen, el cual rompí de un empujón.