Así es que cuando poco después estábamos por la cama yo la besaba, acariciaba, lamía y besaba con devoción, mientras que ella no me dejaba que se la metiera, aunque me acariciaba mi pito y los huevos con sus uñas de manicura francesa.
Mi otra mano que estaba sola, bajo un poco más y entro por esos panties que ya estaban bastante mojados, se encontró con una hermosa vagina que se abrió sin mucho esfuerzo y mi mano mientras sentía su piel recién depilada y un perfecto camino oscuro que se dividía en dos mientras mi dedo iba haciendo presión hasta que encontró el clítoris, como un botón dispuesto a ser masajeado.
Ella que tanto sabía de mí, que tantas veces fue mi consuelo y yo el suyo. Mi querido Luis, inmutable al fondo de la habitación, desnudo, mirando para el suelo. No podía entenderlo. No quería entenderlo.
Una noche, después de un año de haber muerto mi mujer, me encontraba en la sala de mi casa tomando unos tragos de tequila, pues era fin de semana y había tenido un día muy pesado en el campo, cuando de pronto oí la camioneta de mi hijo detenerse junto a la entrada, de un golpe cerro la puerta tras él, en su cara se reflejaba una mueca de disgusto, traía la típica vestimenta del hombre de campo
En mayo de ese año y para añadir un poco mas de morbo a nuestros encuentros llenos de amor y pasión, se me ocurrió que hiciéramos una lista de tres o cuatro cosas de las que considerábamos locuras para realizarlas durante el próximo verano.
Las piernas más bonitas que había visto nunca, una espalda de simetría perfecta, culo algo respingón... pensé en volver al agua cuando Lola me dijo que me acercara y por favor, le untara la espalda con crema hidratante.
Pero a medida que iba conociendo más de esto, ver las fotos y bajar algunos videos, me empezó a interesar más, y poco a poco me fue pareciendo algo realmente excitante, la manera en que las mujeres que lo practicaban relataban lo delicioso que lo pasaban con sus perritos, me fue provocando un calorcito placentero.
Sonia obedeció y no ofreció resistencia. Se quedó de pie frente a su hermano mirando embelesada su enhiesto pene y el vibrador que le abría el culo. Yo me puse a su lado y la obligue a que se agachase frente a él sin que ella hiciese nada para evitarlo. Sonia seguía mirando aquella larga polla sin pestañear y podía ver como el deseo luchaba en su interior por aflorar.
Además había unas cuantas habitaciones decoradas para ambientar mejor algunas fantasías sexuales, así teníamos un aula de un colegio de monjas, una celda y también una cámara de tortura medieval, además de una biblioteca provista de una increíble colección de novela eróticas y de revistas pornográficas y una sala solo para ver las películas porno.
Al llegar doña Olga y al verla no estaba tan errado, unos o mas 45 años la acompañaban, vestía faldones negros, algo de canas un su cabellos, una mirada rigurosa, mas bien alta y corpulenta, claros vestigios del trabajo rural pero con unos ojos grises como el mismo cielo de lluvias, con su gran bolso en mano se dirigió rápidamente a nuestro lado fundiéndose en un gran abrazo con mi madre, luego pregunto...