Capítulo 1

UN NUEVO MUNDO

CHARLINES

Aquel ya famoso día de mediados del siglo veinte, todo ocurrió a la velocidad de la luz. A eso de la media noche el cielo se iluminó y una luz cegadora atravesó todo el contorno terráqueo. Esa misma noche hasta el amanecer, la población del planeta comenzó a cambiar en sus usos y costumbres.

Esta nueva sociedad era más libre, más desinhibida y mucho más feliz. El día siguiente fue el renacer de una nueva era, la gente se miraba y se deseaba, la lívido había aumentado y los complejos, desaparecido. Digamos que era una sociedad más pareja y con menos diferencias de clases.

Ahora, cincuenta años después tenemos una sociedad más justa y más libre. Todos somos iguales para todo y, ante todo. La delincuencia ha desaparecido y ya no hay necesidad de consumir drogas ni sexo. Todo el mundo tiene todo aquello que necesita y el resto se reparte en garantías sociales. El “Cometa libertad” había conseguido aquello que siempre había pretendido, un mundo igual donde no había ni pobres ni ricos.

En los cambios que ahora imperaban en el nuevo mundo, la mayoría de edad bajó hasta los dieciséis años. Esta, se celebraba con una fiesta donde el muchacho o muchacha eran iniciados en las artes sexuales por sus progenitores y familia.

Os contaré como Alberto y Natalia celebraron justo el mismo día su paso a la edad adulta. Ellos no se conocían, pero el destino juntó sus celebraciones el mismo día. De esta forma veremos cómo los jóvenes eran elevados al grado de adultos por sus propios progenitores.

Alberto vivía en un gran apartamento junto con sus padres y hermanos. En total eran seis en ese gran apartamento, que, si bien no era lujoso, tenía todo lo necesario para una vida cómoda y feliz. Los padres de Alberto aún eran jóvenes, pues habían tenido a su primera hija Susana a los veinte años. Los padres de Alberto eran, Henry que así se llamaba el padre que actualmente tenía cuarenta y un años y uno más que su madre Ellen. Susana la mayor tenía ahora diecinueve años, los mismos que tenía su madre cuando se casó con su padre. Lorenzo que tenía poco más de dieciséis y la preciosa Sissi de quince.

El gran acto por la llegada a la edad adulta del segundo miembro de la familia lo celebrarían con gran algarabía sus familiares y amigos. Habían decorado el apartamento como la ocasión lo requería y ahí en medio del salón cubierta con una fina tela se encontraba la silla de iniciación. Esta era muy parecida a las antiguas sillas ginecológicas. Cambiaba la disposición de las sujeciones, haciéndola más práctica para la penetración.

El cumpleañero era el encargado de separar la tela de la silla y dejarla al descubierto. Alberto tiró de la tela y dejó la silla a la vista de todos. Todos los ahí presentes, fueron rodeando la silla y haciendo un gran círculo sobre ella, dejando a Alberto frente a ella.

Su madre Ellen, sería la maestra de ceremonias, por lo que se acercó a su hijo.

  • Cariño hoy serás un hombre y yo estoy encantada de llevarte a ese nuevo mundo.

Hellen se acercó a la silla, levantó las faldas de su vestido y se sentó en ella. Ante Alberto apareció el coño depilado de su madre. Este denotaba ya una gran excitación, pues sus labios brillaban gracias a los flujos que por él resbalaban, producto de la excitación de desflorar a su hijo. La madre también bajó la parte de arriba de su vestido dejando a la luz unos generosos pechos cuyos oscuros pezones aparecían totalmente erectos.

Alberto ante esa visión, notó como su polla pegaba contra las paredes de su calzoncillo. Lentamente y sin apartar la mirada, se acercó a la silla, desabrochó los botones de su pantalón y junto con sus calzoncillos lo llevó a sus tobillos, sacándolo para quedar totalmente libre. Su polla estaba dura como nunca la había sentido. La sujetó con su mano izquierda mientras la derecha se encaminaba a los pechos de su madre. Los acarició con cariño, notándolos aún tersos y los pezones duros como su polla. Polla que acercó al coño de su madre y lentamente fue entrando en ella.

El placer que iba sintiendo se reflejaba en su cara a la vez que sonaban en la sala los vítores y los aplausos. Alberto quería aprovechar esa primera vez, el coño de su madre le estaba dando mucho placer. Fue despacio, sintiendo como el coño de su madre lo apretaba y lo estrujaba, como el sentir su polla presa de ese coño le transportaba a un mundo de placeres jamás conocido. Alberto bombeaba con lentitud mientras su madre le sujetaba de las caderas y le pedía más ímpetu, ella estaba al borde del orgasmo y su hijo se lo estaba haciendo ganar.

  • Más fuerte cariño, por favor, más fuerte.

Alberto imprimió más fuerza a sus envites, desconociendo que esto le llevaría a correrse sin remisión. Sujeto a las caderas de su madre, notó como esta arqueaba su cuerpo a la vez que profería un grito sordo. En ese momento notó como su polla era oprimida y como una brutal descarga se inyectaba en el coño de su madre.

La mujer sonrió y atrajo a su hijo hacia ella para besarle. Beso dulce, húmedo y largo, en el que le daba las gracias por ese maravilloso orgasmo. Alberto procedió a salir de ese maravilloso coño que le había dado tanto placer. Lentamente se fue retirando y al hacerlo reguerones de semen iban cayendo entre las piernas de su madre. Esto produjo la algarabía y el éxtasis entre los invitados, que prorrumpieron en vítores y aplausos, el muchacho ya había consumado y ya era un hombre.

Ellen se había separado un poco de la silla y bajando su mano a su sexo y ante la atenta mirada de la multitud, lamio sus dedos y tragó ese delicioso manjar. Buscó con la vista a su hija mayor y se acercó a ella, la besó con pasión y le dijo.

  • Ahora te toca a ti, dale placer a tu hermano.

Susana asintió con la cabeza y dejando caer su vestido, mostró su total desnudez, se acercó a Alberto, se arrodilló delante de él y acarició su polla.

  • Ahora verás hermanito de lo que es capaz tu hermanita.

Acercó su boca a la polla de su hermano y lamiendo un momento el capullo, se la introdujo entera. La polla de Alberto lentamente fue recuperando su tersura, dieciséis años es lo que tiene.

Susana chupaba sin prisas ese falo que latía en su boca. Había quedado completamente desnuda, pues debajo del vestido, no llevaba nada, por lo que aprovechó para realizar una buena cubana a su hermano. Con la polla de este entre sus tetas, aprovechaba cuando el capullo quedaba libre para chuparlo. Cuando la erección de su hermano ya era considerable, se sentó en la silla, abrió sus piernas y le dijo.

  • Ven, tómame.

Ahora Alberto, pudo observar los grandes y duros pechos de su hermana que terminaban en unos pezones en forma de cono que le subyugaron, estos tiesos, apuntaban al techo.

  • Joder hermanita, menudas tetas tienes.
  • Son tuyas, comételas.

Alberto no se lo pensó dos veces, se lanzó sobre las tetas de su hermana, unas tetas bien duras. Se lanzó sobre sus pezones, los lamió, los sorbió y los mordió. Susan se retorcía bajo las caricias de su hermano.

  • Fóllame hermanito, fóllame
  • Te voy a destrozar hermanita, te voy a destrozar.

Alberto entró lento en su hermana, notando como las paredes de ese coño, aunque más húmedas, le abrazaban más estrechamente. Miró a Susana a los ojos y tirando de sus brazos le dio fuerte, muy fuerte.

Susana gemía y chillaba, su sexo era un mar y un pequeño charquito habitaba entre sus pies. Alberto notó como los huevos se le contraían y un potente chorro se estampaba contra las paredes del cálido y prieto coño de su hermana. Exhausto, cayó sobre los pechos de su hermana enterrando su cabeza en ella.

  • Hermanito, ha sido brutal.

Alberto salió lento de ella provocando de nuevo un charquito a sus pies, una sonrisa apareció sobre la cara de Alberto. Al igual que había hecho su madre, Susana llevó los dedos a su coño, para poder probar el sabor de su hermano y le gustó.

Susana se acercó al sofá de la sala dejándose caer en él, estaba extasiada y necesitaba recuperar fuerzas.

Sissi se acercó a su hermano exigiendo su ración de polla. Alberto amablemente le dijo que tenía que recuperarse y que no se preocupara, comería y bebería algo y cuando estuviese en condiciones la buscaría. Sissi besó a su hermano con dulzura, metiendo su lengua en lo más profundo de su boca.

  • Te estaré esperando.

Diciendo esto, sujetó la polla de Alberto a la vez que se mordía el labio y salió junto con unas primas hacia la gran balconada.

Alberto aprovechó para buscar sus calzoncillos, comer un poco y beber un poco de agua. La noche sería larga y él no estaba acostumbrado a tanto trajín, aun con dieciséis años un hombre tiene las erecciones que tiene y tenía que dosificarse.

Quería tirarse a su prima Clara que tenía unas tetas como campanas y las quería ver bambolearse. Departió alegremente con los allí presentes y buscó a su hermana Sissi a la cual encontró en la cocina. Ahí mismo se dirigió a ella y le dijo

  • Sissi cariño, ahora ya puedes chuparme la polla.

Sissi no se lo pensó dos veces, se hincó de rodillas y empezó a chupar la polla de su hermano, notaba como crecía en su boca y eso la excitaba, al ir sin bragas sus jugos resbalaban libres entre sus piernas.

  • Vamos al salón hermanito.

El acto solo podía realizarse sobre la silla del salón. Sissi se sentó en la silla y abrió sus piernas sujetándolas en los reposabrazos. Ante Alberto apareció un coño rosadito, tierno y brillante por la excitación.

Alberto no lo pudo evitar e hincó sus rodillas en el suelo para poder degustar tan tierno manjar. La lengua de Alberto imparable batía el clítoris de su hermana, haciendo que esta bramase sujeta a su cabeza. Sissi arqueó su espalda en el mismo momento que de su coño salía expulsada una gran cantidad de líquido. Eso fue una sorpresa para Alberto, que más tarde se enteraría que su hermana había tenido un squirt.

  • Fóllame Alberto, fóllame – dijo quedo Sissi.

Pero ella aun no era mayor de edad, por lo que Alberto decidió entrar por su culo. Tras acariciar sin prisa los pechos de su hermana, acercó su polla a la entrada de ese pequeño y rosado culito, muy lentamente, como le decía su padre, fue entrando en ella. Sissi gritó por intromisión del miembro de su hermano que una vez dentro, con furia la penetró.

Esta vez y después de los anteriores orgasmos, Alberto tardó en correrse lo que propició una serie de orgasmos encadenados en Sissi, que al son de los aplausos bañó el pecho de su hermano. Clara, la prima tetuda, se acercó a lamer el pecho de Alberto y descendió hasta su polla.

  • Quiero ver cómo se mecen tus tetas

Alberto que aún no se había corrido esta vez, puso a Clara en cuatro, se adentró en el coño de su prima y sujetó a sus caderas le dio con fuerza, con todas sus fuerzas. Ver esas tetas rebotar como la bola loca, produjo tal excitación en Alberto que, en solo unas pocas acometidas, se derramó dentro de su prima.

Por fin Alberto había conseguido ver bailar las tetas de su prima y le había llenado el coño de semen. La noche transcurrió con otro par de encuentros que llevaron a Alberto a caer rendido en su cama.

A la vez que Alberto caía rendido en la cama, en el salón se había desencadenado una orgía en la que todos y todas se revolcaban entre sí.

Lorenzo el primo de Alberto se estaba follando a su tía Ángeles que era una auténtica MILF. Por su parte su padre le daba polla a su vecina, que recién adquirida la mayoría de edad, era una preciosa muñequita con unas tetas puntiagudas y un culo de infarto. Henry tenía a la vecinita sujeta por las caderas mientras martilleaba su coño con fuerza.

Cuando Henry terminó con la chiquilla, Hellen se lanzó al suelo para apoderarse de su juvenil coñito y dejárselo muy, muy limpio. En el crepúsculo de la fiesta, la pequeña quedó tendida en el suelo completamente extasiada.

Mientras aquí la fiesta terminaba, en la otra parte del mundo, la fiesta de Natalia estaba a punto de comenzar. Natalia es una muchacha con unas tetas normales sobre la noventa, tiesas y duras como una roca, ya que practica balón bolea, por esta razón también tiene un portentoso culo y unas piernas que le hacen parecer una modelo.

Natalia ese día se había puesto un vestido rojo de licra que se pegaba a su cuerpo como un guante. El vestido le llegaba hasta los pies, pero su espalda estaba totalmente al aire. Natalia estaba excitada esperando que todos los invitados se apostaran en rededor de la silla.

Entre los invitados estaba toda su familia, hasta su hermana Nancy, la última que había tenido esa misma fiesta. Su padre Robert de cuarenta y cinco años sería el encargado de desflorarla, su madre Leila de cuarenta y tres sería la encargada de limpiar su coño una vez desflorada. También se encontraban entre los presentes, su hermano Teo de veintiún años, Luis de casi veinte, y los mellizos, Terry y Elena de dieciocho. Todos arropados por multitud de familiares y amigos.

Cuando todos los invitados accedieron al lugar, apareció Natalia, impresionante sobre unos tacones negros de más de dieciocho centímetros, estos realzaban aún más sus piernas.

Se plantó ante la silla y dando una vuelta en su rededor fue mirando a todos los presentes. Al terminar la vuelta, su padre apareció ante ella. Natalia lo miró, y llevando una mano al broche del vestido, lo dejó caer, mostrando su desnudez. Se sentó en la silla tomando posesión y al subir las piernas a los reposabrazos, se pudo apreciar su aún lampiño coño, totalmente húmedo.

  • Soy tuya padre, hazme mujer.

Robert miró fijo a su hija mientras se desabrochaba el pantalón y se desprendía de él y de su ropa interior. Se acercó a su hija y acarició su pecho, lo amasó y pellizcó ligeramente su pezón. Natalia no pudo reprimir un gemido.

Robert portaba su gruesa polla en la mano y con ella acariciaba el coño de su hija, mientras se impregnaba con sus jugos. Natalia abría la boca y boqueaba como un pez de puro placer. El capullo de su padre estaba prácticamente en su interior, ambos se miraron y Natalia sonrió a su padre en señal de consentimiento. Rober fue ganando terreno dentro de ese virgen coñito, hasta toparse con el himen de su hija. Su polla se paró y empezó un lento mete y saca que terminó con la polla de Robert en el interior del coño de su hija. Natalia gritó no sabemos si de placer o de dolor, pero lo que sí está claro es que a la tercera metida de su padre, le clavó los talones en la espalda y tras proferir un sonoro gritó, dejó escapar el orgasmo de su cuerpo. Los ahí concurrentes empezaron a aplaudir, pero Robert aún no había terminado y sujetando a su hija por la nuca, empezó un salvaje mete y saca que terminó con una fuerte corrida en el coño de su hija, está, a su vez se vacío sobre la polla de su padre. Natalia quedó traspuesta sobre la silla. La madre de Natalia se acercó a ella para comprobar que estaba bien. Besó a su hija tiernamente y recorriendo sus pechos, su vientre y su monte de venus, se dedicó primero a limpiar con un pañuelo el coño de su hija, pañuelo que fue expuesto para gozo de los presentes, una vez realizado este acto, procedió a lamer ese lampiño coñito. Para Natalia era la primera vez que le comían el coño y no pudo más que retorcerse entre los labios de su madre. Leila chupaba y sorbía con frenesí el coño y el clítoris de su hija, por su parte esta, había entrado en un orgasmo continuo, pequeños orgasmos se sucedían a la vez que su madre chupaba con devoción ese coñito. Por fin Natalia arqueando su cuerpo soltó un potente chorro que bañó la cara y el pecho de su madre y la dejó totalmente laxa sobre la silla.

En pocos momentos, Natalia ya estaba recuperada y dispuesta para su nuevo macho, su hermano mayor. Este se acercó a ella y le dijo.

  • Hermanita hoy dejarás de ser virgen de todos tus agujeritos y yo tendré el honor de entrar por detrás.

Teo se hincó frente a su hermana, la levantó un poco sobre la silla y empezó a lamer su culo. Natalia se retorcía de placer, en un día dejaría de ser virgen de todos sus agujeros. Por el culo sí que se había metido algo alguna vez, pero… ¿cómo sería una polla de verdad? La lengua de su hermano la volvía loca y la tenía en éxtasis total. Teo se puso de pie, desnudó la mitad inferior de su cuerpo y dejó ver a todos los presentes, una polla normalita y fina. Su otro hermano le acercó un bote de lubricante que untó sobre su polla y en el ano de su hermana. La miró y lentamente sin parar se introdujo en ella. Natalia se quedó sin aire, había notado como su culito aprisionaba la polla de su hermano y como está, avanzaba lenta gracias al lubricante. Teo al tocar el culo de su hermana con sus huevos paró, notó como el esfínter de su hermana lo apretaba con fuerza y tiró hacia atrás de su polla para volver a entrar. Muy lento al principio para ir aumentando el ritmo después, Natalia que había resultado ser multiorgásmica, gozaba y gozaba, lanzando chorros por su coño a la vez que apretaba con fuerza la polla de su hermano. Este ya no aguantó más y pintó de blanco los intestinos de Natalia que sujeta al cuello de su hermano gritaba.

  • No la saques, no la saques.

Teo aguantó hasta que su polla salió sola arrastrando tras de sí un río de semen. Teo se retiró para dejar paso a Luis, esté más brioso que su hermano mayor, se acercó a Natalia y echando su mano a su baboso coño, le introdujo dos dedos masturbándola frenéticamente, hasta que esta, bañó su mano. Natalia quedó temblando tendida en el suelo mientras Luis alzaba sus piernas y la penetraba sin compasión. Tras unos minutos de fuerte bombeo y con Natalia gritando de placer, Luis se tensó dejando lleno el coño de su hermana. Natalia quedó hecha un ovillo en el suelo, temblando y gimiendo.

  • Me has destrozado, cabrón, me has destrozado.

Elena viendo a su hermana destrozada en el suelo, la abrazó y fue besando su cuerpo. Sus labios, su cuello, sus pechos donde se recreó, para seguir después deslizándose por su cuerpo hasta colocarse entre sus piernas. Levantó sus piernas hasta tocar sus hombros con los muslos y con su lengua empezó un recorrido de su ano a su coño y de su coño a su ano. Por el camino, recogía y tragaba el semen de sus hermanos y notaba como Natalia temblaba con sus caricias bucales. Metía su lengua en el ano, recogiendo el rico esperma de su hermano y pasaba a su coño para realizar la misma acción. Natalia ya con sus manos tras la nuca de su hermana, gemía, chillaba y explotó en un potente y prolongado orgasmo que hizo temblar todo su cuerpo. Elena ascendió igual que había bajado por el cuerpo de Natalia hasta llegar a su boca, donde compartió sin prisas el sabor de sus hermanos. Las dos hermanas permanecieron abrazadas con sus bocas juntas, hasta que llegó.

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