Siempre había deseado ir a una playa nudista, pero nunca me había atrevido porque ningún amigo o amiga quería venir. Así que un sábado, prontito por la mañana, decidí ir yo solo.
Clara tenía 18 años y vivía con sus padres, su hermana Mariana de 19 y su hermano Abel de 20. Sus hermanos siempre la molestaban con esa tendencia que tuvo desde pequeña hacia la religión, siempre dijo que sería monja, que su vocación religiosa estaba por encima de cualquier cosa y ellos se burlaban, no podían entender como Clara prefería quedarse horas y horas en la parroquia antes de estar jugando con sus amiguitas o sus muñecas.
Era el primer verano que salía fuera de mi casa, y sólo conseguí permiso para pasarlo con una amiga de mi madre en la ciudad. Fue un viaje con muchas expectativas, yo tenía 18 años y había vivido en un pueblo relativamente pequeño, salvo esporádicas visitas a la casa de esta amiga.
Tengo 25 años, mido 1,74, tengo un cuerpo atlético, debido a que voy al gimnasio y suelo hacer ejercicio, ojos marrones, pelo castaño y largo. Según me dicen soy guapo, aunque yo no me lo creo.
Un joven intenta consolar a una amiga que ha tenido una discusión con su novio. Ella, repentinamente, se ofrece a él y ambos tienen una deliciosa tarde de sexo.
Un joven va a vivir con sus tíos para asistir a la universidad. Su constante calentura le hace buscar las ocasiones para un acercamiento sexual con su tía y sus primitas. Hasta que una noche sorprende a su tía masturbándose mientras ve una peli porno.
Mi nombre es Laura y tengo 42 años, estoy casada con un hombre maravilloso y mi vida sexual dentro del matrimonio es satisfactoria, hasta que conocí Internet. Tengo 2 hijos, el mayor es Alberto, tiene 24 años y después está Beatriz que tiene 21.
Mi hermana es enfermera, entonces me dijo que la primera semana que yo estaba en su casa le tocaba guardia todas las noches, y ni modo me tenía que quedar con mi cuñado.
El instituto correccional de señoritas tenía como principal objetivo mantener bajo custodia a jóvenes menores de 18 años que eran ya a su temprana edad inadaptadas sociales, prostitutas o que habían quebrantado de una u otro modo la ley.
Unos colegas salen de marcha con una chica a la que se intentan tirar. Pero las circunstancias hacen que ella termine en la playa con nuestro protagonista.
Un buen profesor es aquel que se esmera en enseñar todas las materias a sus alumnas más aventajadas, sobre todo si éstas están en buena condición física y son muy agradecidas.
Un muchacho acostumbra a pasear por su perro. Concibe la idea de tener sexo con él, lo que le proporciona fastuosos orgasmos, pero un día es sorprendido por un hombre que no duda en utilizarlo para su placer.
Un joven recibe una felación de su tío después que ambos han visto el pene de uno de los vecinos del pueblo en las duchas de la piscina. El mismo pene que luego recibirá su tía.
Una chica encuentra sus fetiches en la ropa interior y sus zapatos, disfrutando a tope con los de su tía, que al final termina siendo su amante y desvirgando su ano con un consolador.
Su vida continuó con la misma rutina de siempre. Bueno, exactamente igual no. Ahora se había vuelto más presumida, más coqueta. Sabía que podía gustar. Sabía que había gustado por lo que podía volver a gustar a los hombres.
Maruja era la conserja del instituto del barrio. Era una mujer de cerca de cuarenta años de edad. Con unos hijos adolescentes y con un marido aburrido. Con este panorama sin horizontes su vida era cada vez más amarga.