Últimos todo relatos:

Buscando a Mónica I

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Recuerdo con las mas atrevidas caricias y el sueño me encuentra entregada a un recuerdo que aunque pasional y agradable tiene la crueldad de una ausencia que nunca deseé.

Mírame y no me toques II: Puentes oculares

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Luego de media hora de ser el gato de su ventana, vi que dentro de la habitación surgía una chispa, y mientras pensaba ensimismado que así debió haber sido la chispa que dio inicio al universo y que hube quedado en trance con la flama, me dio por alzar la vista y me encontré con sus ojos, fijos, inclementes, abrasivos.

Una hermosa mujer

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Llegamos pronto a la casa, una vez entramos ella me beso, eso me emociono muchísimo, pues me parecía delicioso que una mujer que apenas conocía hacia 10 minutos me estuviera besando, con pasión, con ganas de tener sexo.

Me hizo suya

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Cuando llegamos nos quitamos toda la ropa quedando solo con los slips y el me presto un batin, ese fin de semana sus padres habían marchado para su finca del interior y su hermana de 24 años había aprovechado para ir a casa de su novio.

Mírame y no me toques I: Los ojos de Claudio

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Cuando alzó su mirada yo ya había tenido tiempo de serenar un poco mi respiración luego del esfuerzo atlético de brincar de andén a andén, mi respiración era agitada, pero un esfuerzo de las mandíbulas me hacía lucir normal, y el sudor ya me lo había secado de prisa con un pañuelo que siempre cargo.

Vídeo casero

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Miriam no tardó mucho en metérsela en la boca, y allí estaba yo, follándome a mi novia mientras esta le comía la polla a uno de nuestros mejores amigos, sinceramente no me lo esperaba, pero pensándolo ahora era inevitable que ocurriese, de todas formas me excitó bastante ver a mi novia chupando otra polla, así que seguí follando cada vez más fuerte y más rápido.

El enfermero insaciable

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Era casado y su mujer lo adoraba, tenía dos hijas a las que prodigaba amor y cariño, pero cuando estábamos en intimidad, se tornaba un maestro de la cogida.

Como lo prometido era deuda

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María se balanceaba sobre sus pies los dedos hacían de ejes y su pubis se bamboleaba al unísono con su excitación, solo había una cosa que le sacaba de quicio, no poder hacer nada en tal postura, sus pechos estaban tan solos y desentendidos que su propio contoneo le producía placer.

Fantasía con Pandora

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Salimos, es verano pero se puede sentir un ligero viento y yo te doy mi chamarra en lo que llegamos al auto, poniéndola sobre tus hombros, te abrazo por la cintura y llagando al auto abro la puerta del carruaje que te llevara a tu palacio.