Le fuí infiel a mi novio con un simpático estudiante de educación física.
Mi polla esta que reventaba así que pensé en aliviarme y buscando un poco mas vi fotos suyas con la cara ocultada en las que les mostraba su cuerpo desnudo, incluso fotos muy subidas de tono en las que se veía claramente su coño abierto introduciéndoos un dedo, ni que decir tiene que fueron las imágenes con las que me masturbé.
Estás más cachondo que un perro en celo. Venga, lame todo, perrito." Y se rió sonoramente a la vez que me propinaba una buena patada en el culo. Cuando le pareció oportuno me retiró cogiéndome de los pelos de nuevo y me condujo hasta el lateral de la cama y me dijo que me quedara ahí abajo a cuatro patas.
Luego bajaste a comerle el coño y yo molestaba en mi posición así que me levanté un rato al baño para disimular y dejaros vía libre. Volví y me senté a su lado mientras seguías lamiéndole el coño y ella arqueaba el cuerpo del gusto que le dabas.
Sus pechos, la fruta más exquisita que se pudiera probar estaban al alcance de la mano y los tomé. Aquella actitud no me disgustaba. Era una sumisión, no a mí, sino a las circunstancias y yo me iba a aprovechar. Acaricié sus nalgas, lamí sus pechos y me la llevé al sillón.
Yo me levante, me acerque a donde estaban sentadas, les toque el pelo, me di la vuelta y cerré el despacho con llaves. Me volví a colocar frente a ellas y les dije que quizás todo se podía arreglar mientras ponía mi paquete, ya endurecido a la altura de sus caras.
Pronto un vaivén frenético, acompañado de gemidos y gritos por parte de ellas que obligo a Carlos y Juan a entrar en el dormitorio y cerrar la puerta. Allí estaban sus mujeres siendo folladas por el culo delante de ellos.
Esta historia comienza con unos contactos entre Carlos y Juan a través del correo electrónico. Ellos dos compartían el mismo tipo de fantasías sobre sus esposas, y cosas de la vida, acabaron descubriendo que sus respectivas mujeres eran muy similares en cuanto a sus actitudes y gustos sexuales.
Llegamos me hizo bajar y abrirle la puerta, en la puerta estaba sonriente Belén, tan guapisima como siempre, vendría de la piscina ya que iba en bañador, un bañador rojo impresionante que marcaba mas sus curvas y con un slip ajustado a tope metiendose levemente por sus labios vaginales.
Bajé mi mano y rocé su culo, aunque esto fue una operación que me llevó lo mío. No se quejó y estuvimos así un buen rato, hasta que bajé la otra con menos disimulo y la dejé ahí. Le dije que no sabía por qué se quejaba tanto de su culo. Ella me cortó: