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Amanda, adicta al sexo

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Relato de una madura amante del sexo en todas sus variantes. Un chiquillo en vacaciones la conoce y disfruta de muchos días y noches con ella, hasta que decide partir.

Me vino siguiendo y terminó follándome

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Sabía que aquel jovencito andaría caliente, con ganas de sexo y solo era cuestión de darle un pequeño empujoncito. Había visto unas casas abandonadas a medio derruir cuando lo seguía, y allí era a donde lo iba a llevar si aquel jovencito decidía seguirlo.

Si me dejas follarte, te llevo a casa

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Por aquel entonces contaba 19 años, iba al instituto Eusebio da Guarda, eran clases para adultos, muchas veces en lugar de acudir a clase, lataba, otros llamaréis hacer pellas, en fin, la cosa es no acudir a clase. Lo que hacía era ir por La Coruña a beber, fumar, jugar al ajedrez, en fin, ir de rumba todo el día, hasta que llegaba la noche que era cuando me iba a la estación de autobuses para coger el coche de línea e irme para mi casa.

Con Aníbal otra vez y cada vez mejor

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Lo cierto es que luego de mucho esperar por volver a repetir una rica sesión de sexo entre los tres, por fin se llegó el día en que nos volvimos a encontrar y nos dispusimos a entregarnos a la pasión sexual por tantos días reprimida, ya que nuestro amigo vive bastante lejos de la ciudad donde residimos y además es una persona bastante ocupada.

Una excitante y gratificante experiencia

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Ya me disponía a entrar al mencionado café cuando al frente de mí se estaciona un vehículo que coincidía con la descripción que aquel caballero me había hecho por teléfono y en el vehículo pude ver a un hombre desesperado tras del volante, quien empezó a hacer sonar la bocina del auto, como para llamar la atención de alguien que pudiera estar esperándole.

Con Nippur otra vez

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Eran cerca de las doce del mediodía del sábado cuando llegue, y Nippur estaba en el patio, ladro mucho cuando sintió que alguien entraba a la casa, entonces me acerque a la ventana y comencé a hablarle, a llamarlo por su nombre y se fue tranquilizando.