Mi mujer y yo siempre hemos disfrutado del placer sexual sin límites, siempre nos complacemos mutuamente, ya les contaré nuestras vivencias más adelante en otros relatos. Esos días no fueron la excepción.
Estaba lloviendo. Era madrugada y estaba lloviendo. Lo sabía por el rumor que hacían los coches al levantar cortinas de agua del asfalto. Por la luz mortecina de la calle que penetraba por la ventana. Estaba enmedio de ese estado semiinconsciente, entre la vela y el sueño, en el qual una no sabe a ciencia cierta si está soñando o no. La imagen de su cabeza acotada no cejaba de torturarme, sin saber si lo que había vivido unos días antes era real o no.
Hace un mes nos visitó con uno de sus hijos y, a diferencia de otras ocasiones, el tiempo que duró su estancia me mantuve con un fuerte deseo sexual. Ver sus prominentes nalgas "envueltas" en un pantalón deportivo o de mezclilla me provocaba tremendas erecciones que después aplacaba con tres masturbaciones seguidas.
Debo decir que en lo que se refiere a mi vida sexual yo creo que podría entenderse como normalita con una salvedad: mi promiscuidad. ¿El por qué?. No se. Quizá al hecho de que mi padre fuese escultor (aunque luego lo dejó) y era una persona muy liberal.
La típica muchacha treintañera a la que cualquier hombre caballeroso lo ofrece un libro para que lo lea, por pura amistad, y ella enseguida se da cuenta de que lo que quiere es acostarse con ella.
Los días siguientes fueron una verdadera tortura; en las noches mientras estaba acostada al lado de mi marido pensaba en Alfredo, en cómo me había hecho el amor y deseaba que volviera a pasar pero estaba consciente que estaba mal aún pensarlo.
¿Era mi prima o era mi hermana? No estoy muy seguro...
Desde que ella llegó a la casa de mi novia sentí una gran erección al verla, era preciosa me encanto, mi relación con ella se empezó a dar de buena forma, yo siempre me portaba con ella de lo mejor, pero con intenciones de algun dia poder cogerla en ciertas ocasiones ella se sentaba en el sillón con las piernas abiertas y como usa shorts de licra cortos podía ver su pantaletita asomarse, eso me ponía cada vez con más ganas de cogermela.
Cuando se harta de follarme, ayudado por su padre, me la mete hasta la garganta y allí eyacula. No me deja ni tirar ni tragar el semen, sino que con la boca llena, pasamos al salón y allí me folla él desesperadamente.
Soy una chica gallega de 20 años, de tan sólo 1´55 metros de estatura y 45 kilos de peso, pero el ser tan bajita y delgada me dan un aspecto mucho más frágil y apetecible, ya que resalta mucho más mis impresionantes curvas, con unas buenas y grandes tetas y un culito respingón que hace las delicias de cualquier tío que le gusten las mujeres de verdad. Además soy muy morena, de media melena, y tengo una carita de niña buena que nunca ha roto un plato que según tengo comprobado a los hombres les vuelve locos.