Comencé muy chico a oler, chupar y hacer el amor a las sandalias viejas y usadas de mi sirvienta.
Soy de Aguascalientes, México, y me encantaría convidarles acerca de cómo mi expareja me conquistó, mi linda ejecutiva de cuenta bancaria.
Las dos somos rubias aunque ella es más esbelta, de pechos más pronunciados y ojos marrones. Los míos en cambio son azules.
Mi primo yacía de espaldas y abrió los brazos para recibir a mi esposa, ella se acurrucó junto a él y empezaron a besarse y acariciarse tiernamente.
A mi me gusta ir con bicicleta, y normalmente voy solo, un sábado sin ir mas lejos, cogí mi bicicleta y me fui a dar una vuelta.
Había viajado hasta las islas para conocerlo en persona, mientras me arreglaba en el apartamento, recordaba varias conversaciones que habíamos tenido, casi siempre acabamos hablando de sexo, de nuestros gustos, fantasías…
Llevada por la curiosidad y porque soy muy celosa (un poco obsesiva, incluso) había seguido al grupo alguna vez, cerciorándome de lo que hacían es sus "paseos de hombres".
Esa noche no me negué. Iba sobre todo para verla a ella, desenvuelta entre sus amigos, enseñándonos a todos las raras iguanas que tan bien sabía cuidar, sus plantas exóticas, sus tortugas; iba para oírla hablar, para saber de ella
Todos estaban pendientes de mi reacción, viendo que yo callaba y no decía nada, solo veían mi enrojecimiento, y como mi paquete empezaba a reaccionar a la mano del milico, empezando a abultarse cada vez más.
Siempre he mantenido una relación muy especial con mi madre, soy hijo único y eso me ha permitido disfrutar enteramente de su cariño; siempre ha sido muy bella y con un cuerpo de modelo, morena clara, de pelo largo, con unas piernas exuberantes