Me gustaría compartir con vosotras mi iniciación y convencimiento de mi lesbianismo. Vengo de una familia burguesa bien posicionada de Barcelona, es decir, educación eclesiástica (Colegio de Monjas) y poco ó nulo contacto con chicos.
Seguidamente comenzó a quitarme la ropa dejándome solo en slip; ligeramente toqué mi pija que ya me estaba empezando a doler de tan hinchada que estaba, y enseguida sentí como apoyaba su verga tiesa sobre mi culo. Me tomó de la mano y me llevó hasta el cuarto, me hizo parar frente a la misma y él se recostó boca arriba.
Me dirigía al taller mecánico porque a mi carro le estaban fallando los frenos y quería que se los revisaran, hacía mucho calor ese día y entonces me vestí como es mi costumbre muy sexy con un vestido escotado y unas sandalias muy cómodas, me encanta andar ligera así que no me puse bra y solo llevaba una fina tanga negra de encaje.
Yo no hacia nada mas que mirarle las tetas, eso si disimuladamente, ella tenía una camiseta bastante ajustada, y un poco transparente, además tenía unos pantalones ajustados por lo cual se le notaba el tanga y me ponía a cien solo con mirarla, el caso es que me parecía raro que mi tía fuese ese día así vestida porque no suele ir de ese modo, pero en cualquier caso se lo agradecí, porque alegraba la vista.
Todos nos preguntamos qué hacía aquella en nuestro cole, nunca la habíamos visto. Cruzamos todos los dedos para que fuese nueva y tuviera la misma edad que nosotros y por lo tanto estuviera en nuestro curso.
Esta mañana, cuando desperté sola sobre mi cama, tu olor aún permanecía en ella y sin abrir los ojos, aspiré profundamente tu aroma. Al estirar mis brazos para aferrarme a la almohada, noté que había algo sobre ella, una nota.
Una de las mejores cogidas que he tenido.....
Marcela es mi prima. La menor. ¿Cómo describirla? La regalona, la caprichosa, la consentida. La más linda. Claro que en realidad estos son recuerdos, porque hace 20 años que no nos vemos. El derrotero de mi vida se fue alejando de la familia y en las pocas ocasiones que visité la vieja casa familiar, ella no estaba.
En mi anterior relato les contaba como fue mi transformación de niño en mujer, ahora, y atendiendo los correos que he recibido, voy a contarles cómo llegué a sentirme mujer.
Había llegado de USA el día anterior de pasarse un año en internado, tenía 18 años era una chica preciosa pero a mi no me caía muy bien, me parecía una engreída, llena de suficiencia y pagada de sí misma.