Lo conocí en casa de un amigo, el cuarto estaba lleno de gente pero fue como si estuviésemos solos, sentí como si me hubiera despertado de un largo sueño o que en ese momento se iniciara un sueño, solo lo veía a él y supe que nunca había visto antes a un hombre, que allí había recibido el don de la vista y del sentimiento.
Salí apurada y cuando llegue al estacionamiento sentí un alivio ya que no estaba la moto de Nicolás, pensé que ya se había ido, entonces como hacia mucho frío, me senté en mi moto y me dispuse a abrigarme, me puse la bufanda y luego los guantes, en ese momento se abre la puerta de salida y allí estaba Nicolás, no pude hacer nada ya que ni siquiera tenía la moto en marcha, y el vino directo hacia mi.
Como organizados de convenciones, él tiene un toque muy especial para hacer que una se sienta bien (no necesita más que meterme la verga para que yo me sienta bien), pero en este caso, hasta imprimió el menú de nuestra bacanal.
La historia no termina acá. Juan tomó rumbo acelerado al local. Llegamos, estacionamos, nos bajamos y caminamos rápido hacia el local. Juan abrió los candados y entramos los cuatro. Abajo pusimos música y hablamos mientras mi amigo fue a comprar una botella de ron, a una licorería cercana.
Comencé por lamerle el capullo. Su sabor no me agradó en un principio pero luego me fui acostumbrando a él. Más tarde pasé mi lengua por su tronco y por sus bolas haciendo que mi saliva cayera sobre sus calzoncillos enrollados en sus tobillos.
Acompañe a Lidaine a su oficina, me senté al frente de su escritorio y seguí con mis preguntas, por fin contesto: salir a tomarse unas cervezas, conversar conocerse. Eso no tiene nada de anormal, le dije, eso lo hace todo el mundo, eso es una propuesta aburridora; me contentó, veras por algo se empieza…. Y enseguida me interrogó: ¿Qué tipo de propuesta tienes en mente?
Mientras la conversación se desarrollaba pensé cada vez menos en como salir de mi complicada situación y mas en lo que se hablaba, para poder ver me tiré en el piso y saque medio cuerpo del baño de modo que alcanzaba a ver las piernas de las mujeres que estaban sentadas muy cerca una de la otra.
Me imaginaba que era K el que lo hacía. Cogí los dos calcetines y los puse sobre la almohada, me tumbé hacia abajo posando la nariz y la boca sobre ellos y las dos zapas en mis manos sujetando mi polla. Inicie un movimiento como si me pajeara entre las tetas de una puta, cosa que había hecho en varias ocasiones, pero esta vez entre las dos zapas mientras olía y besaba los aromas del macho que me volvía loco.
Al día siguiente no hice nada pero estuve pensándolo todo el tiempo. Al fin de cuentas si mi mujer quería tener un affaire con Rafa que lo tuviera. Me calentaba en cierta forma ello y puedo decir, con cierta morbosidad de mi parte, que me gustaba la idea de presenciar su unión sexual.
Comenzó a lamerla y a humedecerla con su saliva. Con mucha suavidad la recorría de abajo hacia arriba, deteniéndose placenteramente para mí en el surco que separa el tronco del pene con su cabeza.