Betty estaba en la cocina preparando el desayuno para Memo, su esposo despistado y confiado. De repente, escuchó un ruido fuera de la casa. Miró por la ventana y vio a un vagabundo negro y peludo revisando los botes de basura.
Betty, la secretaria gordita y atractiva de 40 años, se miraba al espejo mientras se ponía su traje de baño más ajustado. Su piel blanca contrastaba con el negro del traje, que apenas contenía sus enormes nalgas gelatinosas. Con una sonrisa pícara, se ajustó el cabello rizado y salió de su casa.
Son una pareja feliz y que se ama. Pero el muere de deseos de verla siendo la puta de su padre. Si. del suegro de Marianela, el progenitor de Josué quien sus ganas de ser cornudo ya se les escapan por los poros...
Esta historia ocurrió hace muchos años. Yo era joven y mi madre veintiocho: morena, de curvas pronunciadas y un culazo de infarto.
Agosto en la playa, un piso alquilado, el calor pegajoso de la costa.
Mientras yo salía a trabajar cada mañana, confiado en la rutina de nuestra vida familiar, mi esposa mantenía un romance secreto con un conocido cercano, alguien de nuestra confianza. Aprovechaba mis horarios de trabajo para encontrarse con él en casa o en lugares discretos.
Como fueron cambiando las cosas con mi vecina con la que teníamos muchos conflictos, y pasamos a tener mucho sexo.
Mis gemidos no tenían un control, solo me dispuse a disfrutar de esa polla que me estaba partiendo en dos y era riquísimo, su trozo topaba hasta el fondo de mi vagina, haciendo que un rico orgasmo se hiciera presente...
Yo estaba anonadado con lo que pasaba en ese apto, pero a la vez con una satisfacción grande de placer...
Me estaba deshaciendo lentamente, mientras un volcán se iba formando desde mi estómago hasta mi sexo. Notaba como una fuerza extraña se apoderaba de mí y como explotaba en mi cabeza, haciendo que de mi sexo brotase un nuevo rio, una cascada interminable que seguro había cubierto a Mariano por entero
Empiezo contando como la empecé a Desear