Mi tía no pudo aguantar y saco de el primer cajón un consolador enorme y se lo introdujo a Ana por la concha. Miriam, saco de su cartera otro aun mas grande y lo mismo hizo con mi tía, y mi consolador (el verdadero) encontró entre los agujeros, el de Miriam, que comenzó a montar sobre mi pene.
Las personas necesitan desahogarse, sacarse del pecho las penas, las preocupaciones, el stress de esta "vida loca", las pequeñas culpas y las culpas enormes que no le permiten dormir en paz.
Mi polla esta que reventaba así que pensé en aliviarme y buscando un poco mas vi fotos suyas con la cara ocultada en las que les mostraba su cuerpo desnudo, incluso fotos muy subidas de tono en las que se veía claramente su coño abierto introduciéndoos un dedo, ni que decir tiene que fueron las imágenes con las que me masturbé.
Hay otras cosas que en un principio me dieron asco, pero luego, a fuerza de probarlas les he tomado el gusto y ahora, cuando la chica con la que estoy me obliga a hacerlas, me excito mucho.
Cuando el cabrón de mi padrastro se recupero me insulto diciéndome que era una puta y que no volvería a salir de casa en la vida. Mi madre llorando fue arrastrada por mi padre fuera de la habitación, cerrándome con llave.
Después que cortamos la relación nos seguíamos viendo y teniendo mucho sexo, pero como amigos, ya que nos conocíamos desde hace mucho y me encantaba como me cogía.
Ese día quedamos de vernos el sábado, lo cual no era normal, pero le dije que quería que me acompañara a hacer algunas compras, como no quería que mi madre sospechara quedamos de vernos en un restaurante cerca de su casa
Mi madre se divorcio hace varios años, pero siempre continuaba viéndose con una hermana de mi padre, su nombre es Lissa, Lissa tiene 29 años, mide como 1.69, es blanquita con pelo largo negro, un buen culo, pero lo que mas sobresale de ellas son un par de paradas, redondas y grandes tetas, que le encanta lucir siempre.
Fui hasta mi coche y guardé las cosas, eran apenas las dos y media, tendría suficiente tiempo. La busqué con la mirada, traía una camioneta Windstar negra, casi nueva. Volteó a mirarme y se subió al auto. Llegué hasta ahí y ya la puerta me esperaba abierta.
Cuando mi sobrina consideró que su madre ya estaba lo suficientemente lubricada, se levantó y, dándome antes un beso en la boca que me permitió paladear de nuevo los jugos de Clara, se acostó con las piernas abiertas sobre la cama dejando su vagina, ya mojada, al alcance de la boca de su mamá.