Últimos relatos gay:

Vacaciones con mis amigas I

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La levanté y subiéndola encima de la mesa empecé a penetrarla de manera salvaje, descargando en su húmedo sexo toda mi pasión y fuerza, ella gritaba como una loca lo cual me excitaba aún más.

Mis aventuras con Balma y Luis I

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Sus pechos desafiantes mirando al cielo, con esas areolas rosaditas coronadas por dos fresoncitos maravillosos, sus caderas perfectas, un ombliguito de lo más tentador, su mata de vello púbico goteando agua de la piscina entre esos muslos generosos.

La sangre

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Ese fin de semana hice lo imposible para que Marisol no venga a casa, me daba cuenta que no podría evitar que Julia se diera cuenta, si ella compartía la comida con nosotros. Hablé con ella y quedamos en vernos el Miércoles como siempre, en su departamento.

Unas vacaciones con su hermano Christian I

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Tu hermana es una chica preciosa. Mírala, está buenísima. No tiene por qué avergonzarse. ¡Me vas a decir que no te gustaría meterle mano a tu hermana! ¡Mónica! Bueno, Mónica, antes cuando nos estábamos bañando e intentaba sumergirme en el agua, mi hermano comenzó a sobarme las tetas, y me gustó mucho.

Sexo en Bogotá

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Cuando hice eso, esta mujer empezó a gritar y a gemir, al mismo tiempo su vagina empezó a lubricar tanto que escurrían chorros, por un momento creí que se estaba orinando pero pronto me di cuenta que se estaba viendo.

Carta íntima

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Atrapo tus pezones entre mis dedos y enseguida se ponen erectos y muy duros, mmm...ahora soy yo quien lo dice separándome un poco de tu boca para poder respirar. Sigo besando y mordisqueando tu cuello y tus hombros mientras aun te cojo los pechos y estoy entretenida en tus grandes pezones, poniéndote con el tacto de mis manos.

Mi virginidad para mi hermano

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A mí me gustaba escuchar sus historias las cuales cada día eran más eróticas y eso me emocionaba y quería escuchar más, porque cuando mi hermano se pasaba para su cama, sentía calor en mis senitos, me los acariciaba y me tocaba mi cuca y mi clítoris, hasta humedecerme toda y así podía dormir plácidamente.

La lección que le di a mi marido

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Finalmente calcé mis pies con unos zapatos de tacón y me maquillé lo mejor que pude. Mientras me vestía sonó el celular de mi marido que se encontraba en la mesa de noche, y cuando respondí era una mujer que me dijo si se encontraba mi esposo.