Esta vez Don Nelson y su hijo José Luis prostituyen a su hija Jessica y su madre Irene también corre con la misma suerte. Es una realidad este relato, quien quiera crerlo que lo haga, quien no, pues sencillamente no está obligado.
Cuando estábamos dentro de la vivienda que me quería vender me dí cuenta que le había impactado y no dudé en tener sexo con ese atlético jóven
Luego los saqué y me los llevé a la boca, todo esto cerca de su oreja. Judith estaba con los ojos cerrados y con la respiración muy agitada. Si para mí estaba siendo excitante, para ella lo estaba siendo aún más, sobre todo cuando di con su clítoris y se lo froté hasta que explotó en un brutal orgasmo en el que gritó.
Cuando ya se la había quitado dejó de besarme y la contemplé, y ahí estaba ella desnuda con un tanga rojo que me estaba volviendo loco. Me levanté del sofá y se sentó ella espatarrada. Yo me coloqué en cuclillas con mis manos le aparté en tanga y empecé a chupar su coño como si mi vida me fuera en ello.
Se sabe también que las mujeres maduras son muy perspicaces y bueno notan siempre mas rápido las intenciones de algún hombre pero eso no quita que a ellas les gusta mucho ser observadas y queridas por los jóvenes ya que son también muy orgullosas con lo que son, y bueno eso a mi me fascina, bueno no alargare mas esto así que les contare:
Tenía cuatro manos en mis pechos, la lengua del andaluz entrelazándose con la mía, una verga chocándose con mi braga y mis muslos por detrás, unos dedos jugando en mis entrañas. El andaluz se hizo a un lado sin dejar mi boca ni mis pechos y el alemán pudo bajarme las bragas y meterme su lengua dentro de mí.
Me quedé helada. Le dije, nena, mira, tú sabes que yo soy sola, tu hijo es lindo y yo lo quiero mucho, realmente comencé con él porque me sentía muy sola, yo le gusto y él me gusta y de hecho desde que estoy con él no salgo con más nadie. Te juro que no lo voy a lastimar ni a engañar, no voy a jugar con sus sentimientos, te lo juro.... yo ya no sabía qué decir.
Monólogo del Club de la comedia: ¿Qué ocurre cuando nos enamoramos? ¿acaso nos volvemos imbéciles?
Cuando me quedé sola y decidí alquilar parte de la vivienda no podía imaginar que iba a despertarse nuevamente mi sexualidad con esos tres jóvenes.
Trabajaba muchas horas, pero no me iba mal. Salía los sábados por la noche y volvía locos a todos los hombres a los que conocía, sin embargo, después de acostarme con más de quince sin haber tenido ni un solo orgasmo con ninguno de ellos perdí todo el interés por esos ligues de media noche pensando firmemente que el alcohol los hacía totalmente inútiles para satisfacerme.