Era fantástico, estaba a punto de, cuando sentí una extraña sensación en mi pene, era algo frío que me lo recorría lentamente, mire entonces y descubrí que ahora era la tatuadora la que estaba haciéndome la felación mientras mi novia no dejaba de mirarla a escasos centímetros de mi.
Te diste cuenta que uno de ellos tenia una polla enorme y le dijiste que me la metiese por el culo, mientras otro me la metía por el coño, yo sabia como tenia el chico la polla porque ya la había tenido en mi coño y pensaba que no me cabria en el culo.
Entramos cautelosamente tratando de no llamar la atención de algún que otro vecino y una vez adentro, ese olor a encierro me hizo excitar tanto que mi verga pronto se llenó de sangre y estaba tan dura como el bastón que usaba mi abuelo.
Cuando ella llego con la cena me pidió que me sentara, le ayude a sentarse acercándole la silla a lo que ella respondió con una sonrisa, a la vez, yo me sentaba enfrente de ella y le cogía de las manos mientras me miraba complaciente, abrí la botella de vino y nos servimos.
Su cabello es corto y ondulado suavemente, su nariz es recta perfecta, unos labios uhmm delgados pero deliciosos!! Y sus ojos son grises, me fascinan sus pectorales, hermosos, además fuertes y peluditos, las tetillas son grandes y rosadas, como para devorarlas. Y una cintura diminuta.
No le escondí un solo detalle, tampoco inventé nada, no hacía falta, la realidad de lo ocurrido era para Miguel más que suficiente para llegar a un grado de excitación mental haciendo que su cara la reflejara.
Carolina hizo algo previsible, se agachó con la excusa de mirar algo que había en un estante, yo iba con el carrito de hacer mercado un poco atrás, había dos muchachos que estaban poniéndole etiquetas de precios a los productos, y pude oír cuando uno le dijo al otro: Marica, mire como está esa vieja de buena, y vio cuando se agachó, se le vio la cuca, no tiene calzones...
La relación que comenzó de forma rutinaria, y en la que nos contábamos nuestras fantasías llegó a su fin y acabamos conociéndonos personalmente, con deseo, con ganas de que la atracción que había ido naciendo a través del ordenador, el correo y el teléfono, se hiciera realidad.
Saco un enorme objeto de plástico de la caja y la dejo caer al suelo. El estruendo que provocó me hizo salir de mi sueño y ver, con pasmo, como ponía en marcha aquello, que no era sino un vibrador y lo introducía en su culo. Se me heló la sangre. Estoy segura que, si me hubiesen pinchado, no habría sangrado lo más mínimo.
Un nudo en la boca del estómago parece borrar de mi mente toda referencia a lo que ocurrió anoche. Mi conciencia, tan maltrecha como mi cuerpo, masculla en voz baja que quizás en mis entrañas se esta desarrollando ya, el problema mas grande de mi vida.