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Me quedo con las feas

Me quedo con las feas

Yo me quedo con las feas, porque las mujeres bonitas siempre andan haciendo caritas por todo y uno tiene que estar preguntándoles cada quince minutos si están de mal genio y si se quieren ir ya para la casa.

Las feas, en cambio, se apuntan a cualquier plan hasta la hora que sea.

Son buenísimas para trasnochar y llamar un taxi para irse a su casa después de una noche de sexo, lujuria y pasión.

Si amanecen con uno, se ofrecen a preparar el desayuno y, muchas veces, dejan los platos lavados.

Las mujeres bonitas tienen complejo de radiador, se la pasan tomando agua todo el día.

En los restaurantes piden los platos mas simplones pero los mas caros y cuando traen la cuenta, se van para el baño.

Las feas, en cambio, salen con plata entre el bolsillo para colaborar con el trancazo. Y lo mas lindo:

son cómplices de la empanadita arreglada, la muerta de hambre de San Pedro, y otras delicias que hacen la vida del hombre mas hermosa.

Las mujeres agraciadas son malísimas para empujar un carro en una noche lluviosa.

Mientras que una fea es capaz de desarmar un motor con un cortaúñas mientras uno les colabora sosteniendo el foco.

Las feas no ponen problema por nada. Les caen bien a los amigos de uno porque son consideradas un miembro mas del equipo. No arrugan la cara cuando se echan un guaro y hacen pipi en cualquier baño.

Las bonitas miran el identificador de llamadas antes de contestar.

Mientras que a las feas uno las puede llamar a cualquier hora y arman la “conversona” así uno las llame borracho a las tres de la mañana.

Cuando uno tiene una novia bonita, debe hacer curso de escolta, porque los amigos se la pasan mirándole los chanchos y los enemigos tratando de quitársela.

Las novias bonitas lo cogen a uno de caddie para que le cargue el bulto de la universidad o esas bolsas llenas de ropa que uno mismo pago en un centro comercial.

Las feas en cambio, lo acompañan a uno a hacer las compras y ayudan a meter las bolsas sin pedir ni un jabón a cambio.

Las novias feas jamás lo olvidan a uno y siempre se les puede hacer “repasis”.

En cambio las bonitas son ingratas, terminan cambiándolo a uno por cualquier bombeta con cara de idiota porque esas, las mas hembras, con sus trasparencias, sus siliconas, sus cinturones de piel de culebra, sus carteras enanas, sus pantalones descaderados, sus gafas de colores y sus botas puntudas, están dejando asomar una loba que por ahí tienen bien escondida.

Las bonitas nos ponen nerviosos.

Suelen hacerle casting a todo el mundo. Les gastamos y nos desgastan.

Nos ponen de mal genio, nos trasnochan, nos envejecen mas rápido.

Las feas, en cambio, aportan, son buena compañía, son bastante caseras, son inmejorables compañeras de trabajo y muchas tienen un excelente sentido del humor.

Así que cambio a mil mujeres lindas, de las que salen en esas revistas, por una fea.

A lo mejor no luzca muy bien, pero cuando quiera tener algo que despierte la envidia de los demás hombres, simplemente cambio el llavero de mi Honda Accord por el de un Maserati.

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