Yo estaba muy nerviosa porque sentí que me jalaban del sujetador y me lo arrancaban. Intenté taparme, pero me sujetaron los brazos y me comieron las tetas dos cabezas. Eso me puso muy cachonda y cuando sentí que me bajaban las bragas me dejé llevar.
No paró de empujarme con fuerza hasta que se corrió dentro de mí. Pero cuando terminó, su polla seguía dura como si no hubiera vaciado, al verla de esta forma, se la chupé con pasión hasta dejarla bien limpia, y él volvió a follarme.
Tardó en abrir y pensé que quizás ya no estaba y en aquellos pocos minutos me pasó todo por mi mente, la primera vez que lo vi en la ventana, sus jadeos, los míos, y todo mezclado con el miedo intenso a que alguien pasara por la escalera y me viera esperar delante de aquella puerta.
La gente se amontonaba en los rincones cubiertos por la bóveda de mármol de las escaleras, fumándose un cigarrillo, sintiendo pasar las horas, y el claxon de los coches que circulaban por la gran avenida de Pablo Picasso.
Una pareja de hermanos mellizos se reencuentra, desnudos y sobre una cama, sus padres los descubren y los ayudan a intensificar ese reencuentro, participando de él.
Su jefe también se sentó y la miraba con intención incluso de perturbarla, de que pasara vergüenza; lascivamente su mirada se centraba en sus senos y en su sexo, incluso en sus ojos se reflejaba cierto desprecio que pretendía mostrar hacia ella, desprecio a su cuerpo provocador y a sus ganas de follar.
¡Ahhh! ¡Dios! Parecía que estaba clavado en una estaca. Cada vez que me culeaba, me hacía poner de puntillas. Iba despacio y a la vez con su boca me mordía la nuca, y susurraba; que bueno estás, te voy a follar toda la noche. Te voy a llenar el culo de leche hasta dejarte preñado.
Mi tía Carla estaba entusiasmada con la polla de Paco pero mama le cambió el puesto para probar la de Paco y Carla a su vez se lo cambió a Elisa que paso a chupármela a mi, después volvimos a cambiar las parejas hasta que Paco se corrió en la boca de mi hermana Elisa, Curro en la de mi madre y yo en la de tía Carla.
Siempre intenté volver a tener esa sensación maravillosa y nunca la logré hasta que una tarde me encontraba en un café con una clienta, a la cual estaba asesorando sobre algunos temas legales de familia, luego de un rato la conversación derivó en temas de actualidad y cosas sin importancia, hasta que en un momento y sin entender muy bien porque llegamos a ello, comenzamos a hablar de la homosexualidad y los derechos que estos tenían a formar una familia.
Desde que nos conocimos, parece que nos hubieran echado mal de ojo, nuestra relación era demasiado inestable, todo hay que decirlo, sin embargo, siempre hubo algo que nos mantuvo tremendamente unidos, y ese algo era lo suficientemente fuerte como para vencer todo tipo de obstáculos.