Cuando la hojeé comprendí que en mis manos estaba el pasaporte a una zona de transgresión y que quienes surcaban esa zona no eran divas, modelos, artistas o empresarios en sus cruceros, sino gente como yo, parejas y matrimonios que se atrevían a vivir a contramano de la moral y las sanas costumbres. Escondí la revista pues sentía vergüenza de que me vieran con ella.
Un día, mientras le enjabonaba el vientre, el jodido macaco me cogió con sutileza y poquito a poco llevó mi mano por debajo de su vientre hasta que para mi sorpresa, me encontré con su picha excitada. ¡Quería que le masturbara! Desde ese día, el baño del simio fue un pulso entre sus intenciones y las mías, de dejar su pelaje pulcro y brillante.
Su fantasía sexual le ponía a mil, le excitaba muchísimo cada vez que se la comentaba a su esposa.
El tiempo pasaba y estos fantasmas fueron aventándose, pero al mismo tiempo mi esclavitud se acentuaba no solo por la forma en que me trataban sino porque yo demostraba cada vez una mayor sumisión y aceptación de mi lugar en la casa. Me fui convenciendo de que no tenía ningún tipo de derechos y que era lógico que así fuera ya que ellas eran distintas y superiores a mí y les debía estar agradecido sirviéndolas lo mejor posible.
Liza empuñó la polla de Juan y se introdujo por su ya lubricado conejo. Ella se movía con movimientos compulsivos y secos. Juan jadeaba mientras se desembarazaba de su camisa y del sujetador de nuestra protagonista. Sus tetas se bamboleaban frenéticamente con el vaivén de sus caderas. En uno de esos momentos de placer se introdujo el dedo en el esfínter y obtuvo su primer orgasmo.
Gabriela, confeso , que quería de su vida y su horizonte, su orgullo la hacen sentirse superior, a nosotras, pero es solo diferente.
Asentí con la cabeza y mi ahijada comenzó a desabotonarme la camisa, cuando llegó al último botón donde precisamente estaba mi verga totalmente rígida y al desabotonarlo necesariamente tocaba el tronco de la picha así que maniobró repetidamente pero con más intención de tocarla que de desabotonarme, me miró y decididamente la tomó tímidamente en su mano, retrajo mi prepucio y le peló la cabeza.
Tres meses atrás me senté frente a la compu y escribí esto; en parte como ejercicio de exorcismo y en parte con la vaga intención de alguna vez publicarlo aunque, luego, me dio vergüenza hacerlo y sólo lo guardé para mí.
Soy un chico de 17 años, me llamo José y tengo pocos amigos, y lo que es aún peor, pocas amigas. Durante los años que pasaron, vivía junto a mis padres en una bonita casa a las afueras de una gran ciudad; pero hace poco más de un año mis padres, por diversos problemas se divorciaron. Decidí quedarme a vivir con mi madre porque lo consideré lo más cómodo.
Llegada la noche nos tuvimos que repartir en los cuartos, ya que no teníamos cuartos extra, afortunadamente cuando mi tía dijo que mi prima se iba a quedar conmigo, nada mas de pensarlo me excite así que me despedí y me fui a mi cuarto y me metí a la cama en ropa interior como era mi costumbre. Mi prima se había lavado los dientes y regreso a mi cuarto, me preguntó si tenía un short que le prestara porque había olvidado su pijama y le di uno que ya no me quedaba por chiquito así que lo tomo y se fue al baño y se lo puso...