Le he mamado en múltiples ocasiones la polla a mi marido, a él como a todos los hombres, yo creo, le gusta que se la chupen, nunca me ha gustado que eyaculen en mi boca y las pocas veces que lo ha hecho he tenido que salir corriendo a escupirlo todo. ¿Querrá hacerlo en mi boca?, no, no quiero, si me lo pide le diré que no, pensaba mientras comenzaba a introducir su sexo en mi boca y a subir y bajar la cabeza rítmicamente, mientras se la sujetaba con mi mano derecha.
Me acerco a ella, y me pongo a bailar a su lado, cuando aprovecho al mismo tiempo para lanzarle pequeñas miradas de desafío o de señal de que me he fijado en ella... disimuladamente, saco la lengua y dejo entrever la bolita fluorescente de mi piercing en la lengua. La verdad es que da un poco la nota, mis mechas rubias, mi bolita verde fosforescente en la lengua...
Esta noche se encontraba súper sexy, su dueño llegaba con un hombre duro que no conocía. Estaba asustada porque hablaban de una deuda que tenía su amo y sometida a su poder se convertía en su juguete.
Después de unas cuantas horas, Entraron 5 chicas al cuarto, todas vestidas con cueros negros, botas y todas como las recetaba el doctor, muy bien formadas, una de ellas era la que había aparecido antes en el cuarto, sus formas se resaltaban aún más con el cuero. El cuarto se ilumino por completo y su nerviosismo aumento.
Directamente nos dirigimos a una habitación, yo todavía estaba algo amodorrada por el cercano despertar del sueño y el alcohol, de lo contrario me hubiera preguntado a mí misma que hacía con un hombre casado, de unos 50 años, en una habitación desconocida, en una casa desconocida, dejando que me tumbara en la cama, que me quitara los zapatos y que se pusiera a darme un masaje en los pies.
También me excitó pensar en cómo se movían mis pechos, libres bajo la ajustadísima prenda negra, y los pezones me dolían, enhiestos, apretados a la tirante tela. Casi podía sentir en esos momentos que bailaba completamente desnuda para ellos, para los hombres que me contemplaban.
La gran finca que había heredado de su tío, era un refugio con esclavos y esclavas deseosos de tener un nuevo amo. Una gran sorpresa le esperaba en la segunda y tercera planta.
No tenía vendas en los ojos y a la sorpresa de poder ver a su dueño se le sumaba la excitación de tener a Alejandra a su lado susurrándole instrucciones.
Ser miembro del club implica la sumisión de todos los hombres que forman parte de él y poder disfrutar de una nueva dimensión en el concepto ama-esclavo.
Una vez adentro comencé a lamer sus pies, sus zapatos y tacones, luego la pierna, hasta llegar a sus partes íntimas donde me ordeno que parara. Mi ama se quitó la ropa y se colocó un traje de cuero que solo tapaba sus senos y su pubis. Seguidamente me ordeno colocarme de espalda tirado en el suelo, comenzó a caminar sobre mi cuerpo, luego me ordeno besar y lamer sus pies, mi excitación era máxima, pero mi ama no me dejaba que me tocara.
Me puse detrás de ella, me admire al verla así, mostrándome sus nalgas blancas, mas blancas todavía porque el calzón le dejaba marcas que indicaba que el sol jamás conocía esos rincones, le puse mi pene no sé por dónde..., ella tampoco me lo decía, de repente le apuntaba a su ano y eso no quería hacerlo...
Primero dirigió su boca hacia el interior de mis muslos. Me lamía desde los tobillos hasta mi sexo, pero no se detenía en él sino que pasaba a la otra pierna y hacia el recorrido en ella.
Continúa la "educación" de la esposa que se entrega en brazos de su amante para recibir la disciplina, que incluye ser doblemente penetrada, con la secreta connivencia de su marido.
Me desaflojó la correa, bajo el cierre de mi pantalón y eso me comenzó a gustar, al sentir sus cálidas manos en mi pene me hizo sentir más rico todavía. Lo tenía bien erecto y ella se puso a mirar, me tocaba con sus dedos el glande y quiso remangarlo hasta abajo, pero la mitad de mi prepucio estaba pegado todavía a la piel, la parte del frenillo la tenía intacta y pegada al glande.
Después de tantos meses de inactividad sexual se encontraba al borde del clímax. Una indescriptible oleada de placer nos invadió al mismo tiempo. Ella dio un gran suspiro y mientras que su cuerpo experimentaba un tremendo e insospechado orgasmo yo empecé a correrme con grandes convulsiones.
Se encontró con una amiga y la invitó a su casa. Al llegar, él le pidió a solas a su muchacha de confianza que le sirviera desnuda el champán y dos copas.
Volvieron a vendarle los ojos, Se sentía como una yegua que se había rendido, aceptando la voluntad de sus dos amos. Cualquier cosa que le hubiesen pedido se las hubiese concedido sin chistar.
Es un secreto que tenemos las mexicanas... anda... bébelo con gratitud porque es el néctar del hombre que te ha hecho feliz... no olvidarás nunca su sabor...
Siempre he tenido un don secreto: puedo manejar la voluntad de las personas a mi antojo. De esta manera, voy a lograr que la mujer de mi amigo Pedro se sienta tan atraída por mí que no pueda hacer otra cosa que gemir de placer. Voy a hacer que tenga el mejor orgasmo de su vida