Es un poco complicado comenzar a contar ciertas cosas sucedidas hace tanto tiempo, hoy tengo más de cuarenta años y los hechos sucedieron cuando yo tenía unos cinco o seis años, mis recuerdos no son traumáticos ni nada por el estilo, pues creo haber disfrutado todo desde el principio, encontraba las situaciones muy divertidas y entretenidas,
—¡Ay! papito … ¿cómo lo haces? … mis piernas me tiemblan con escalofríos y mi chochito no deja de palpitar … quisiera que nunca se acabaran estas sensaciones … me acostumbras mal … no hago más que pensar en ti y a como me haces sentir, papito rico … me haces feliz …
Vanessa había tomado su ritmo y en estos momentos el instrumento del placer era yo, su dulce boquita subió a mis labios y su lengüita se introdujo en mi boca como una serpiente, jugaba a lamer el interno de mi boca, emitía sonidos de ninfa en celo, más de un par de veces mordió delicadamente mis labios, embriagándome en el sabor de su saliva, después apoyó ambas manos en mi pecho y contorsionando su cinturita, bajó sus caderas hasta empalarse una vez más en mi miembro ...
Logro despejar mis ojos de esa lefa caliente y veo que mi cuerpo entero está bañado en semen, hay unas gotas que cuelgan de mis pezones, las recojo con un dedo y me los llevo a mi boca cual si fuera un delicatessen, es la esperma de mi hijo …
Yasna cayo hacía atrás y plegando sus piernas, abrió sus muslos de terciopelo, su conchita era como un platillo rosado que presentaba a mis ojos un manjar celestial, como si fuese una sopa deliciosa, de origen divino, ella con sus dos manitos se abrió sus rosados labiecitos hinchados y gemía ...
No podía creer que estaba magreando el delicioso culito de mi hermana, ella estaba con su shorts de lycra y tanto su almejita como su trasero se delineaban muy bien, levanté la banda elástica de la prenda y metí mis manos para sentir su suave piel, Yasna se separó de mis labios con ojos vidriosos, estaba excitada – soy virgen – me dijo manteniendo sus ojos en los míos, no sé si me pedía que hiciera algo al respecto o me estaba implorando de que la dejara ir
Su verga luciente y mojada golpeaba mis muslos, luego mis nalgas, con mi mano acompañé su pene a mi vagina y eso fue el inicio de un bombeo continuo y frenético, me tiraba sobre su verga y jadeaba como desesperado, daba hasta una especie de pequeños ladridos de goce
Estábamos vientre con vientre y mi pene descansaba en su estómago, mamá apretaba mi miembro con su pancita − ¡ay! hijo … pero tu pene jamás descansa … está siempre durito ¿verdad? … como le gusta a mami ¿verdad? … − mamá me besaba y hablaba, mi juventud hacía que mi pene conservara casi en toda su plenitud su erección y ella se regocijaba de esta particularidad mía
No sé si grité ni cuanto grité, pero esa sensación de dolor desapareció y esa esfera tocó mi punto G y me hizo colapsar en un orgasmo bestial, no sabía si moriría o me volvería totalmente loca, jamás en mi vida me había corrido así de fuerte, aún ahora tengo escalofríos al escribir sobre ello.
Mamá se contorsiono por varios minutos, gritó y chilló, gimió y se quejó, su almejita quedo temblando con vida propia, yo observé todas sus reacciones y mi pene se endureció ante tan erótico espectáculo, pero la deje tranquila y que gozara su orgasmo a full
Grigio me follaba con una fuerza demencial, era como una locomotora en una alocada carrera, mis muslos y mis nalgas temblaban con la potencia de sus estocadas, me corrí como una loca, hasta perdí la noción del tiempo gozando su verga que nublaba mis sentidos, un océano de leche comenzó a inundar mi vagina, su verga parecía un submarino que disparaba torpedos de esperma hacía mi cérvix ...
Fue como una descarga eléctrica, mi chocho se estremeció de verdad ‒ conchas de tu madre… perro de mierda… no lo vuelvas a hacer ‒ le dije cubriendo mi sexo con la mano, su baba cubría mi chorito y mi culito...
El exquisito sexo oral que me procuraba su diminuta boca, me tenía moviendo mi pelvis para sentir la estrechez de su garganta, su delicioso culito rosado estaba bañado con mi saliva y mi lengua se insinuaba en su interior.
Estaba tan embelesado mirando las intimidades de mamá, con el pantalón de mi pijama bajado a mis talones y sobajeando mi pene deliciosamente, como tantas otras veces me apoyé en la puerta y … esta maldita se abrió y rodé con mi verga tiesa en la mano y enredado en mi pijama justo cuando estaba a punto de rociar con semen todo el vano …
Grigio entro, pero se vino detrás de mi sin abalanzarse a mis muslos, me hizo sentir culpable y arrepentida de haberlo hecho con otro ― tengo que recompensarlo … mi bebe necesita que le dé algo especial de mi ― reflexioné, él se mantenía a dos pasos de mi y yo me sentía rechazada y casi me hacía llorar, yo lo quiero a él, el otro no es nada para mí, podría decir que fue un desliz y nada más, pero él no se acercaba, así que decidí desnudarme toda y entregarme a él.
Ella jamás me penetró, solo me lamía y acariciaba esa partecita de mi chocho que me hacía reír en forma incontrolable, un cosquilleo por todo mi cuerpo descontrolado me revolcaba en su cama y mi pequeñísima vulva se llenaba de fluidos que mamá bebía como zumo del paraíso, era una cosa magnética su chocho, era mi juguete preferido y ella me lo daba todas las veces que yo lo quería.
El solo ver el sujetador de mamá hizo que mi verga se endureciera aún más y estuve a punto de vaciar mis pelotas − Oh, Dios mío … te puedo hacer eso – dijo mamá acercándose a la cama, tire la sabana para el lado y ella aferró mi pene − ¿está bien así? – pregunto ella moviendo su mano arriba y abajo suavemente – sí, mamá … está bien – le dije poniendo mi mano sobre la suya y animándola a seguir, pero ella repentinamente me soltó la verga, su cara reflejaba confusión y de seguro la situación la conflictuaba con si misma − ¡no! … no es justo … no puedo hacerlo … eres mi hijo – dijo ella tratando de alejar su mano de mi pene, yo se la aferré con fuerza y me corrí salpicando de semen mi mano y la suya, cuando mamá vio mi lechita saliendo a borbotones de la punta de mi polla, mantuvo su mano que se cubría con el líquido seminal y me acompañó los últimos movimientos
Cada vez que yo empujaba esa polla enorme dentro de su chuchita, ella se detenía y lanzaba chillidos como relinchos, se vino una y otra vez, tuve que sujetar sus piernas para no hacerla caer de la cama, me chupó hasta la ultima gota de semen y estrujaba mi pene haciendo salir aún más, su cuerpo se estremecía sin cesar y sus relinchos y gemidos eran interminables, delicadamente le saqué la inmensa polla de su chochito, ella restaba inerte y respiraba con la boca abierta, hasta un poco de espumita se había formado en la comisura de sus labios, como una equina reventada por el esfuerzo ...
Grigio me tenía ensartada con su lanza de carne y me volvía loca, me tenía caliente, me hacía sentir putita lujuriosa, me había convertido en su perra salvaje, mi chocho le pertenecía totalmente, nada al mundo me podía desistir de ser poseída una y otra vez por mí dueño, por mí macho, Grigio lengüeteaba mis cabellos y mis brazos, me daba amor, me tironeaba para meterme su pene más adentro, me hacía gozar a cada instante, mi cuerpo le respondía con espasmos y convulsiones, mi chocho se contraía en torno a su verga esplendorosa y caliente, mi chocho húmedo y estrecho le pertenecía ...
Mi lengua saboreaba por primera vez un chochito, y que chochito ¡mi dios! El coño de la señora Evelyn, no era frondoso, sus rizos oscuros eran delicados y esparcidos unos pocos sobre su monte de venere y otros en torno a sus labios vaginales, para ser una mujer madura, su vagina no denotaba la edad de ella, su vulva era juvenil, mi padre empujaba mi cabeza sobre sus labios hinchados, la señora Evelyn movía sus caderas no pudiendo reprimir su placer, mi padre soltó mi cabeza y salió de la habitación.
Mi padre continuaba a confundirme con mamá, me escapé de su abrazo y corrí al baño a buscar un par de toallas, cuando volví mi padre me jaló sobre la cama y continuó a comerse mis senos, mis pezones estaban erguidos y duros, mi vagina se había mojado abundantemente, lo monté, mi chuchita quedó sobre su pija, estaba muy nerviosa pero también muy excitada, era la noche con papá, era la noche de mi primera pija, era la noche de perder mi virginidad, me encontraba emocionada y cachonda ...
Me corrí dos veces con su verga bendita, el mordía mis pezones y se corría dentro de mi chocho, pero no lo sacaba, continuaba a darme clavadas infinitas volvía a endurecérsele y me seguía cogiendo con vigor, jamás nadie me folló de esta manera bestial, totalmente animalesca, con tantos bríos que se renovaban después de cada orgasmo, mi cuerpo estaba como poseído, las descargas de su semen me inyectaban energías nuevas y lo buscaba para que me diera más y más.
Sentí la dura verga de mi marido en mi vientre, él se dio cuenta que yo intentaba agarrar su pene, me pego un par de palmetazos muy fuerte – quédate quieta maldita ramera … ya te lo voy a dar por el choro … ya sé que quieres que te joda la concha … ya vi que tienes el chocho todo mojado … solo una putita como tú goza por todos lados … te haré bramar ese chochito tuyo … eres mi puta no te olvides − mi vagina estaba en total ebullición, lo único que quería era que él me lo metiera en lo profundo de mi chochito y hacerme acabar con él.
El cura tomaba mis pechos y los masajeaba, dejando pasar mis pezones por entre sus dedos … mi blusa y mi sujetador desaparecieron … estaba desnuda de la cintura para arriba y juntando mis piernas con mi coño excitado al máximo … comencé a gemir y a mover mis caderas …
Mis tetas en plena libertad tremaban y se bamboleaban de lado a lado, cuando logró correr mis bragas y me metió un dedo sobre mi clítoris … ¡oh! padrecito … mas que una súplica, me salió como un incentivo a sus caricias … me tenía tremendamente caliente ...
Mis caricias se hicieron más ardientes… mi propia fogosidad era evidente… continué besando sus senos, su vientre, hasta que llegué a sus labios vaginales… forcé su fisura con mi lengua, tocando su clítoris… ella movió sus caderas hacia atrás temblando… dejo caer la ducha teléfono...
Quiero yacer contigo papá, quiero que seas mi primer hombre, has sido siempre mi primer amor, ahora necesito que seas mío totalmente, quiero se tuya papá, inclinó su cabeza y me beso como una mujer besa a su amante adorado, sentí sus pezones en mi pecho y mis manos se aferraron a su cintura estrecha, no había vuelta atrás, estábamos por consumar otro pecado atávico y familiar, un incesto ...
Lancé un chillido sofocado y jadeante cuando su legua separó los labios de mi estrecha vulva, me incliné sobre su vientre plano, besé su pubis terso y pulcro y mi lengua comenzó a derivar como portada por una corriente, hacía sus labios vaginales albos y regordetes, Mildred alzó su pelvis cuando mi boca se cerró sobre su minúsculo clítoris, pasé mis manos por debajo de su culo y abrí su vulva a mi lengua invasora, mis manos y mis dedos se habían centrado a juguetear con su ano, ella incrementaba sus gemidos y la rotación de sus flacas caderas de niña.
Me fui a mi dormitorio y corrí las cortinas, quería estar en penumbras y relajarme, el torbellino en mi cabeza me turbaba, estaba siendo atraída por mi sobrina y eso no podía ser, debo controlar mis impulsos, pero mi calentura era tanta que agarré mi dildo que había dejado bajo la almohada y encendiéndolo rápidamente lo empecé a refregar por la hendedura mojada de mi almejita, muy luego estaba con mis piernas abiertas y metiéndome mi juguetito hasta el fondo y lanzando chillidos de placer cuando mi orgasmo me hizo convulsionar y girarme a uno y otro lado, mis ojos estaban cerrados y la imagen del chocho de mi sobrina me daba vuelta bajo mis parpados, cuando los abrí, Antonella estaba atónita en las sombras de mí habitación ante mí.
... sin más preámbulos se bajo del auto, la observé por largo rato mientras se alejaba moviendo sus caderas en modo infantil, saltando de vez en cuando como una niña …