Nunca antes me había interesado escribir sobre sexo, pero lo que me ocurrió fue tan raro y excitante, que sentí la necesidad de contarlo, y me hubiera dado mucha vergüenza hablarlo con una amiga.
Tenía su departamento muy bien puesto en un piso veinte y era un placer extra contemplar la ciudad mientras te echabas un polvo o te hacía una impresionante mamada.
Yo era un joven universitario que para pagarse los estudios tenía que trabajar los fines de semana, pero por fin había llegado el verano y con ello las vacaciones, unas vacaciones relativas ya que tenía que estudiar para las asignaturas que me habían quedado y a la vez trabajar sirviendo copas.
Era un día normal en el colegio, yo tenía 17 años y me llevaba mas o menos bien con casi todo el curso, excepto con un par de personas y en ese par de personas estaba una chica que se llamaba Claudia.
Mis glúteos cabían en sus manaza y me apretaban con mucha fuerza. Me arrimaba cada vez más fuerte a él y la hebilla de su cinturón empezó a clavarse en mi abdomen.
Mi nariz quedaba a la altura de su sexo, presionando sus braguitas, pero ella metió la mano entre sus piernas, separando la tela y permitiendo que mi nariz quedara enterrada entre sus labio vaginales.
Al pasar frente al hotel La Mansión estaba situado a un costado de la puerta principal un policía, pero no un policía cualquiera, era un tipazo de unos treinta años, con una mirada verde penetrante que se enmarcaba en un rostro moreno
A mis catorce años las vacaciones eran la principal fuente de contacto entre los primos. Siendo chico recordaba mis juegos, desde introducirme cosas en mi ano, las pajas desde que me empezó a saltar semen...
Mariana así se llama la mujer de la tienda, ella tiene unos 42 años, es rubia con un cuerpo espectacular, mide unos 1.75 con una cola firme y sus dos tetazas bien firmes. Yo siempre soñé con ella y mas de una vez me pajeaba pensando en ella.
Después de transcurridos unos tragos y unos cuantos cigarrillos, mi cuñada, ya dormida, comenzó a inquietarse en su cama, dándose unas cuantas vueltas y quejándose a causa de su cansancio; por mi parte, yo la miraba de reojo sin darle importancia.
Si alguien el año pasado, antes de conocer a Santi, me hubiera dicho que acabaría con un hombre le abría metido una somanta de palos. Pero ahí estaba y no me arrepentía por nada.
Mi primera relación que tuve fue hace como diez años, con un tío hermano de mi mama, yo tenia 15 y el cómo 35 años, se llamaba Jose era atractivo, moreno, velludo, alto, complexión media, serio y con unos ojos y una boca carnosa.
Me bajé del avión en Oslo para aprovechar 3 días antes de volver a Copenhague e irme a casa, me hospedé en un albergue que parece que no tenía mucha concurrencia ya que no éramos muchos.
Cuando terminamos estábamos todos sudados, nos fuimos y nos duchamos, pero que rabia cuando fuimos para las duchas el maestro no pudo ducharse porque tenia cosas que hacer.
Mi padre, tiene una hermana por parte de padre, en un valle que dista unas ocho horas de viaje por carretera, hacían muchísimos años que no se veían, razón demás y aprovechando mis vacaciones, emprendimos la travesía al encuentro
El día de la fiesta me llevé una gran sorpresa, Susana la mujer de grandes senos, piel morena, labios gruesos, trasero grande y largas piernas estaba en la misma fiesta con su esposo.
Estoy recordando algunas escenas de mi visita a un pueblo de Coahuila a donde fui hace unos diez años a saludar a mi abuela materna que vivía con una de sus hijas.
Yo desde siempre había sentido mi homosexualidad pero de forma reprimida, sólo un año antes un hombre mayor me había abordado en la calle y me había hecho sexo oral en la azotea de un edificio de departamentos, algo que más que satisfacción me había traído culpa.
Me sujeté a su cabeza enredando mis manos sobre su pelo, mientras quedaba mirando exhorto como le colgaba bamboleándose, aquella enorme pija, de la cual colgaban 2 enormes cojones al viejo y perverso de nuestro vecino tino.
Me tumbé, cogí el tubo de leche condensada, me abrí el coño con la otra mano y me eché una generosa ración. Comenzó a lamer, con más nerviosismo que de costumbre, ansioso.
La historia que les quiero compartir hoy es la de una chica de mi ciudad. Ella tenía solo 16 años cuando le ocurrió esta historia que definió el rumbo de su vida.
Sus manos me acariciaban con cierto frenesí, con ansia desatada y ganas de ser colmada. Las mías recorrían su cuerpo con el mismo deseo, e incluso más, sabiendo que se me concedía algo privilegiado, prohibido...
Dios que hijo de puta, el muy cabrón solo llevaba puesta aquella ridícula bata, y por encima había dejado que se abriera, mostrándose la larga polla que tenía. Se le veía enorme, y eso que se veía flácida.
Yo no dudaba que muy pronto se la devolvería y es que las mujeres maduras me encantan y me vuelven loco, las veo por la calle y me entran unas ganas locas de besarlas a todas.