Tras empezar el morbo con mi primo Alberto, no había marcha atrás...
La historia de cómo perder una apuesta encendió mi gusto por las vergas.
Una madrugada de calentura terminó con la cola llena de leche.
Cayendo definitivamente sin remedio en los brazos del Diablo, cediendo a la tentación.
Ayudar al otro también nos premia con buenos momentos.
Mi amiga y yo estabamos en el mejor punto del juego cuando todo cambio
Como en una noche me volví adicta a un equino humano
Como en la celebración de un cumpleaños resulté de campeona.
Cuando Cristina relaja levemente su cuerpo y, jadeante, sigue el móvil con la vista, sus ojos y su boca se abren de par en par. En la pantalla está su hermana, dando una calada al cigarrillo con el cielo de fondo, en la terraza de nuestro dormitorio... "¿Qué hace la guarra de mi hermana?"
Cuando se despiertan los instintos escondidos