La noche anterior nos acostamos cada uno en su cama luego de nuestra ultima practica de sexo, nos quedamos dormidos profundamente y como de costumbre me acosté totalmente desnudo y con mí pené y pecho pegajoso de semen mío y de Raúl.
Por diversas circunstancias, yo había cursado mi educación media en aquella ciudad y Mariana era todavía para mí, como aquella hermana, cómplice, encubridora, paño de lágrimas, que uno nunca tiene.
Jamás imaginé que en una sala de cine de barriada encontraría una excelente oportunidad para dar rienda suelta a mi libido... fue una experiencia fenomenal que deseo compartir con los lectores...
El chico al que estaba lamiendo la polla, la agarró de la cabeza y comenzó a tensar sus músculos, vi saltar un chorro de esperma hacia la cara de mi mujer y en la de nuestra amiga y cómo ambas relamían los restos de leche que emanaba de aquella polla.
Como mi madre trabaja fuera por las tardes y mis hermanos están estudiando en la Universidad y tienen clases toda la tarde, me sorprendió encontrar a alguien en casa, se trataba de mi hermana menor, Danitza, que no había ido al colegio.
Y si a eso sumamos que como travestí homosexual que siempre asume el papel pasivo y además muy sensual, pues no es fácil exigir una pareja que reúna características del hombre ideal.
Yo no tenía otra cosa que hacer que meter mi mano por debajo del bikini y masturbarme como siempre lo hago, frotándome el clítoris.
Quiero aclarar que ya había visto en revistas y películas a una mujer pero nunca en vivo y en directo. Mi corazón latía a 1000 por horas y estaba super excitado cuando bajo la parte de delante de la tanguita me llevo la sorpresa de mi vida.
Siempre sentí una gran admiración por mi padre, en realidad por los hombres maduros de entre 35 y 45 años, sin ser gay (o sin saber que lo era), desde pequeño me gustaba observar a todos esos señores mayores, podría decirse que me atraían sus físicos fuertes, peludos y dominantes
No tarde en enterarme. Esa misma noche estaba tratando de dormir, cansado y excitado por el viaje no lo lograba, cuando escuché unos gritos de mujer que oía como si estuviera ahí mismo.