Todo empezó en el colegio, era un día jueves 31 de octubre cuando nuestra profesora de matemáticas nos informa que se iba a realizar una fiesta mañana en la noche, celebrando Halloween y que todos teníamos que venir disfrazados mas encima no podía entrar nadie excepto del colegio, mis compañeros se contentaron mucho con esta noticia, yo no le preste mayor importancia por que desde un principio no pensaba venir.
Pensé rápidamente y le dije que mejor le mostraría una película donde vera todo lo que debía que saber acerca del sexo. Cambiaron un poco las cosas cuando dijo que no se atrevía a ver algo como eso, pero con un poco de persuasión le convencí acordando en que mientras mirábamos yo le iría explicando lo que iba sucediendo.
Glenda era una mujercita de 1.65 con unos pechos talla 95 y un culo de infarto, 19 años, su hermano federico, 1.79, cuerpo atlético, de 25 años, Jimena, de 1.75, de pechos 95 y un culito redondo y paradito cintura estrecha de 22 años prima de los dos anteriores que son hermanos. Son los principales actores de esta historia pero hay otros que entran en la misma, que mas adelante los conoceran.
Mi mujer y yo siempre hemos disfrutado del placer sexual sin límites, siempre nos complacemos mutuamente, ya les contaré nuestras vivencias más adelante en otros relatos. Esos días no fueron la excepción.
Estaba lloviendo. Era madrugada y estaba lloviendo. Lo sabía por el rumor que hacían los coches al levantar cortinas de agua del asfalto. Por la luz mortecina de la calle que penetraba por la ventana. Estaba enmedio de ese estado semiinconsciente, entre la vela y el sueño, en el qual una no sabe a ciencia cierta si está soñando o no. La imagen de su cabeza acotada no cejaba de torturarme, sin saber si lo que había vivido unos días antes era real o no.
Hace un mes nos visitó con uno de sus hijos y, a diferencia de otras ocasiones, el tiempo que duró su estancia me mantuve con un fuerte deseo sexual. Ver sus prominentes nalgas "envueltas" en un pantalón deportivo o de mezclilla me provocaba tremendas erecciones que después aplacaba con tres masturbaciones seguidas.
Debo decir que en lo que se refiere a mi vida sexual yo creo que podría entenderse como normalita con una salvedad: mi promiscuidad. ¿El por qué?. No se. Quizá al hecho de que mi padre fuese escultor (aunque luego lo dejó) y era una persona muy liberal.
La típica muchacha treintañera a la que cualquier hombre caballeroso lo ofrece un libro para que lo lea, por pura amistad, y ella enseguida se da cuenta de que lo que quiere es acostarse con ella.
Los días siguientes fueron una verdadera tortura; en las noches mientras estaba acostada al lado de mi marido pensaba en Alfredo, en cómo me había hecho el amor y deseaba que volviera a pasar pero estaba consciente que estaba mal aún pensarlo.
¿Era mi prima o era mi hermana? No estoy muy seguro...