Últimos relatos gay:

La primera vez que la chupé

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Ella con los dientes me fue bajando los calzoncillos y yo con las manos su bombacha. Empezó a chuparme la pija de manera bestial, bajaba y subía por mi falo de una forma que me hubiera hecho acabar enseguida.

Mi primera infidelidad

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El atardecer nos encontró solos en la quinta, mi marido había llamado que se quedaría en el campo en Entre Ríos para terminar un tema de la hacienda al día siguiente, su mujer desde Buenos Aires para terminar las compras para las fiestas que se avecinaban.

Marcela mi cuñada

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Yo hacia como que estaba metidísimo con el futbol y no estaba cachondísimo….ella se sentó y paso de espaldas a mi y me dejo contemplar a escaso un metro su culo hermoso y respingado. y se sentó a mi lado.

Rita I: Soy una nena

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Voy a un colegio privado (uso ese uniforme que tanto calienta; falda azul tableada, camisa blanca como las medias, corbatita y zapatos) y aunque me masturbo casi a diario, todavía soy virgen (no quiero iniciarme yo misma ni con un chico cualquiera).

La aventura

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Lo sentó y arrodillada sobre una almohada, acaricio con sus labios ese falo que fue tomando forma de ariete, mamar como hace mucho no hacía , movilizo sus flujos, recostándolo sobre la cama en cuclillas fue ensartando su vagina

Mi esposo lo permitió

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Un día mi esposo alquiló unas películas para verlas en la intimidad, siempre nos excitaba mucho el verlas, no teníamos algo fijo, pero por lo general eran orgias, tríos y lesbianas, les digo que con todas me excitaba y mi esposo igual.

Silvia ya no es una niña I

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Su tez blanca y repleta de pequeñas pecas, el parecido con la belleza escultural de su madre, sus pechos firmes y pequeños, y su poca experiencia en cuestiones de sexo la convertían en el objetivo de muchos de los chicos del instituto.

El maletero IV

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Se había adueñando de mi vida tan rápido que no me había dado tiempo a pensar en lo que me estaba pasando, solo me limitaba a disfrutarlo, vivía la vida que quería y que yo solo había elegido, y me sentía bien, por una vez en la vida tenía sentido mi existencia, o así yo lo creía.

La iniciación voyerista

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Si veo una muchacha que se inclina me acerco a ver si puedo ver parte de sus senos, y ni que hablar si va una mujer en bicicleta o moto, que me pongo delante de ella para tratar de ver su ropa interior.