Ella, bajando la cremallera sacó del interior mi rabo a tomar el fresco, comenzó a machacarlo, con garra, hasta ponérmelo bien enhiesto. Cubrió mi entrepierna con su abrigo por si alguien asomaba por el pasillo, y sin perder el ritmo del machaque me iba lamiendo el cuello, sacando brillo.
Cuando sucedió esta historia teníamos unos 40 años, quince de casados y dos hijos aún pequeños. Se trata del encuentro con dos hombres que cogieron a mi esposa frente a mí.
Por primera vez me he topado con una forma de ser de la que había oído, pero jamás había visto y menos vivido. La sumisión Religiosa
El pelirrojo se coloca bajo palio y va lamiendo todo lo que se le pone a tiro. Cuando algún rabo se sale, el chaval le pega unos cuantos chupetones y lo vuelve a incrustar en su agujero correspondiente. Los chavales sudaban lo suyo dándole fuelle fuerte a la chica.
Este relato es real de como con mi mujer nos iniciamos en el sexo liberal y yo cumplí mi fantasía, ver a mi mujer echa una puta con permiso.
Sonia le trabaja orejas, cuello, pezones y ombligo, yo me centro en pantorrillas, muslos, ojete y almeja; sus caldos mendigo. Ya le llega la flojera, el cuerpo se le estremece, le tiembla, apoya sus cachas sobre mi cara y de caldos viscosos la siembra.
Cuando el ascensor se paraba en una planta, nos separábamos y guardábamos la compostura. A veces entraba alguien que la conocía. Se saludaban y tenían una pequeña charla. Otras veces entraba gente desconocida, visitas de pacientes, y le hacían una reverencia y le besaban la mano.
Luego de conocerse por Internet al fin se van a encontrar y cumplir sus deseos.
Todo el personal sanitario fue muy atento conmigo, pero desde el primer día de mi ingreso noté que una enfermera ponía mucho interés en mí. Para ella había sido un flechazo, amor a primera vista. El hecho de enterarse de que yo tenía pareja, no le hizo desistir de su actitud insinuante.
Un grupo de chicas mete sus pies en una tinaja llena de agua caliente. Se cortan las uñas de los pies, cuando comienzan a ablandar. Con una lima se van deshaciendo de las pieles muertas de los talones. También aprovechan para cortase las uñas de las manos. Todo ello lo echan en la tinaja.