Cuando estuve bien lubricada Carlos me acomodo y comenzó a follarme entraba y salía de mi vagina con fuerza disfrutaba mucho mirando como Nicole era follada al igual que yo y como a Luis Andrea y Laura le mamaban el pene mientras Mónica estaba montada en su cara recibiendo una rica mamada.
Vivía en el casco antiguo de la ciudad, en un viejo piso reformado, de techos muy altos y exquisita decoración, todo muy ordenado y limpio, me invitó a entrar a su despacho, donde tenía ciento y un trastos, revistas de informática y su herramienta de trabajo, un Pc.
Cada roce de sus hinchados pezones transmite a mi cerebro millones de estímulos que se agolpan en mi cerebro, llevándome a besarla y abrazarla con mayor intensidad, casi cortando su respiración.
Mi sexo se abría generoso a las caricias de la cabeza de su pene y mi deseo se me escapaba de control, aunque yo quisiera prolongar la tensión infernal de este momento de deseo desencadenado, hasta que no pude evitarlo.
Ella, en un primer momento, estuvo a punto de rechazar la oferta del viaje, dárselo a alguna amiga pero, como no, su viejo amigo Jake, un emigrante escocés, le ofreció la posibilidad de ir.
Sin hacerme de rogar, saqué la lengua y empecé a lamer aquella húmeda raja de abajo a arriba, incluso alguna que otra vez llegando al agujero de su culo que también lamía, provocando que la chica lanzara profundos gritos de gusto.
El que tenia la verga enorme se arrodilló a la altura de mi cara y tomándome de la nuca me llevó hacia su tranca, y empecé a chupársela con ganas, ya que quería retribuir las sensaciones que me estaban dando estos tres machos, chupándome literalmente todo mi cuerpo.
Estaba como siempre. Era una chica un poco alta, debía hacer un 1,75 m más o menos. No era delgada, mas bien algo rellenita, aunque su cuerpo conservaba todas sus curvas. Llevaba como siempre unos pantalones ajustadísimos y un top también ajustado, de donde sobresalían sus dos grandes pechos. Llevaba una melena larguísima morena.
Seguía mamando, esta vez con mas fuerza y la piel que cubría su pene se retiraba hacia atrás dejando el glande libre, que chupé como si se tratará de una ciruela grande. Sebastián aullaba de placer y mientras yo rodeaba con mi boca el grosor de su pene, él eyaculó inundando mi boca, me tragué su leche, pero era tanta que lo que no pude tragar empezó a resbalar por la comisura de mis labios.
Su bulto estaba allí a cincuenta centímetros de mis ojos. la tela del slip parecía estar tensada al máximo, entonces con movimientos casi automáticos de mis manos, deslice la prenda para liberar el tesoro que la noche anterior había tenido entre mis nalgas.