Últimos relatos eróticos:

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Hola, muy buenas. Me presento: soy Yan, un chico normal tirando a feo. Mis historias son reales y ciertas; aunque soy feo, soy simpático, respetuoso y sé escuchar a las personas. De ahí vienen mis victorias, creo yo, o es por pena; nunca lo sabré, ja, ja, ja.

Estudiante a tiempo completo, puta a tiempo parcial

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Ella era desplazada y la beca que le otorgaban no le llegaba ni para satisfacer la mitad de lo que necesitaba para vivir con ciertas comodidades. Así que, decidió ejercer la prostitución de forma ocasional. Esther al ver que yo era un trotamundos y que no era natural de aquellas tierras...

Un retiro espiritual budista muy carnal

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En una de las excursiones que hacíamos para recoger setas y otros comestibles, Catherine tropezó, y si no es por mí que la sujeto por la cintura, se hubiera roto la crisma contra el suelo empedrado. Yo, aprovechando la ocasión, le apreté bien de la cintura y le magreé un poco el bajo vientre.

Un párroco blasfemo, sacrílego y muy lascivo

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Juan, una tarde de las que reservábamos para nuestras divagaciones filosóficas, de repente, cambió de tema para hacerme partícipe de sus malas impresiones respecto al nuevo sacerdote. Los tres meses que don Antonio llevaba en la parroquia le estaban dejando a Juan una sensación de fuerte decepción.

¡Feliz Navidad, familia!

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Mi sobrina, hija de mi hermano, estaba muy cambiada desde la última vez que la vi. Se había tatuado buena parte del cuerpo y llevaba varios piercings distribuidos por la lengua y nariz. Por fin nos sentamos y aunque todos colaboramos en poner y recoger la mesa, hay un personajillo que...

Mi primo y yo

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Hola a todos, soy nuevo y quería contar mi experiencia de mi primera vez, espero les guste, y si es así seguiré contando más experiencias.

Succionando tres almejas pringosas en un multicines

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Le tocó el turno a Carla. A Jorge le costó el desenfundarla de sus vaqueros tan ajustados. Cuando por fin lo consiguió, se acercó a la entrepierna de Carla. Entre las lorzas de la barriga, la grasa acumulada en el pubis y sus muslazos anchotes, a Jorge le costó el abrirse paso para manducar...

Una mansión que acoge infinidad de orgías VI

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Las chicas, en grupos de 15 en cada sesión, escogen la polla a su gusto, y colocándose en cuclillas montan sobre ellas. Pero el ritmo de las sentadillas no lo marcan las chicas a su voluntad. Hay una persona, que utilizando un gong va marcando el tempo. Con este ejercicio tonifican muslos y glúteos.

En las bibliotecas también se folla

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Entonces ella, sentándose sobre la tapa del váter se bajó los pantalones y me dijo que deseaba que le hiciera una buena comida de coño. A simple vista se le notaban las bragas humedecidas. Le palpé la tela y efectivamente estaban empapadas. Le bajé las bragas y...

Una mansión que acoge infinidad de orgías V

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Este Cónclave lo componen magistrados, catedráticos, nobles de rancio abolengo, burgueses con grandes desembolsos en acciones de Bolsa, etc., etc. Todos y todas ellos ultraconservadores, como no podía ser de otra forma, pues tienen todo un tinglado burocrático y de intereses de clase que conservar.

Una maestra que me enseñó mucho

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En clase éramos veinte alumnos. Pero cuando Julia daba sus clases posaba su mirada en mí continuamente, como si yo fuera el único alumno de la clase. Estaba claro que me estaba haciendo ojitos. Pero, ¿cómo abordarla? En el despacho de profesores era imposible pillarla sola, siempre había alguien.

A mi marido le van las pollas

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Ernesto puso toda su ciencia en hacerle a Pepe un buen masaje por cuello, omóplatos y el resto de la espalda. Después, continuó por las nalgas amasándolas como si fueran dos panes de centeno. Siguió por los muslos y piernas hasta acabar con unos intensos masajes en las plantas de los pies.

Una mansión que acoge infinidad de orgías IV

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Don Alfonso es físicamente más repugnante que su falta de ética. No supera el 1,60 m y pesará unos 120 kg. Por si fuera poco, aparte de seboso tiene una halitosis que se percibe a dos metros de distancia. Es extremadamente asqueroso. Un sexagenario que aparenta ser septuagenario.

Una mansión que acoge infinidad de orgías III

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En esta habitación, los tres ocupantes estaban aún vestidos cuando el segurata los interceptó haciendo zapping. Don Benedicto es rechoncho y lleva su habitual sotana y está sentado en una butaca. Enfrente de él, de rodillas como si estuvieran en confesión estaba el matrimonio.
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