Regresamos después de la una. Tras cenar, habíamos paseado por la playa en penumbra, a la que apenas llegaba la iluminación del paseo marítimo, dejando que el agua tibia del mar acariciara nuestros pies. Habíamos estado hablando de mil cosas toda la noche; verdaderamente, Eva e Liliana estaban muy compenetradas, pero yo no me sentí excluido en ningún momento.
Mi jefe luego se retiró y me pidió que acompañara a Richard a su hotel, tuvo la sensación de que me estaba entregando, pero a mí no me disgustó la idea, a esta altura creo que deseaba tener algo con Richard, pero él me pidió primero ir a alguna lugar a beber algo y bailar para conocer un poco la noche de Buenos Aires.
Mi deseo crece enormemente, y en el siguiente instante me encuentro pidiéndote cógeme ya, por favor... No siento que me escuches, así que junto fuerzas y te lo digo más fuerte, hasta que levantas tu cabeza y me preguntas si dije algo, separo mis muslos y con mis manos tomo tu cabeza y la jalo hacia mí, te incorporas un poco y mirándote a los ojos te digo como en un ruego: necesito sentirte dentro de mí.
A mí me gustaba, verla, escucharla así, me complace ver sometida a mi pareja y lo disfrutaba. Pero el momento era para parar y pare, descansamos unos segundos, le di ánimos y reanude con la tarea, dentro de poco, ya se encontraba totalmente mi pene dentro de su ex-virgen culito, entonces empecé a bombear y ella estaba como el semáforo, cambiaba su cara de verde a rojo en poco tiempo, es decir sentía dolor y placer intercaladamente.
Pareció gustarle, ella se deshacía, parecía que tenía un grifo, nunca había visto una concha tan mojada. Le chupé todo, sus labios la folle con mi lengua, ella curvaba todo su cuerpo sobre la mesa y gemía. Yo jugaba con mi lengua con su bolita y cuando yo hacia la intención de apartarme ella me cogía la cabeza para que no la sacara de su tesoro, sinceramente nunca había visto tanta necesidad de que alguien hiciera lo que yo estaba haciendo.
Yo estaba un poco flipado por todo el tema pero el caso es que Bárbara me lo conto con absoluta naturalidad y buen rollo, también me dijo que pasaría conmigo (si yo lo creía conveniente) todo mi tiempo libre mientras que estuviera en Málaga, que no me tenía que preocupar de nada y que sería mi puta y que podría hacer con ella lo que quisiera, a pesar de su edad Bárbara era (es) una hembra apetecible y muy lasciva así que la oferta me pareció interesante.
Se marchó a su depto. Me quedé en la puerta mirando esa hermosa silueta. Tenía puesto un vestido muy corto de esos que se abotonan por delante, lo que dejaba ver unas piernas robustas y como le quedaba bastante justo, permitía apreciar su voluminoso busto.
Este es mi caso; deslizo mi lengua hasta la cabeza de su pene y lo humedezco perlando un sendero de baba mientras avanzo. Mojado por mi saliva se ve aún más apetitoso. Hago una última excursión con mi lengua hasta sus testículos antes de metérmelo todo en mi boca.
Mi lengua jugueteaba sobre todo el hermoso aparatito de mi extraña compañera. Acabó de una forma feroz, casi animal. Sus jadeos y suspiros eran como de otro mundo, su voz se había puesto ronca, me decía que no parase, que siguiera chupándole el pitilín, (Así ella lo denominaba) Sus manos se enredaban en mis cabellos haciendo mis movimientos sobre su concha aún más frenéticos.
Abrí, sin tener conciencia de que yo estaba desnudo. Pero la tuve cuando vi a Ana y Luis, completamente vestidos. Ana llevaba puesto el sujetador de un bikini, y una minifalda estampada, con vuelo, que resaltaba el moreno de sus muslos. En la mano, una camisa, que supuse pensaría ponerse más tarde.
El cayó recostado sobre ella y era grotesco ver la diferencia de pieles: él, prietísimo, al lado de ella, blanca casi como las sábanas. Yo me retiré a un bar, a tratar de asimilar lo que había presenciado y no volví hasta bien entrada la noche. Tirada en la cama, me encontré a mi Sandra recién salida de la tina de baño, con su cabello todavía húmedo y quien me abrazó como si hiciera mucho tiempo que no nos viéramos.
En su escuela, Rafael conoció a Paula, una hermosura de mujer por su intelecto, por su bondad y don de gentes. En lo físico, muy delgada para mí gusto, con un busto muy pequeño, piernas largas y delgadas, aunque un culito algo respingado. Su cara es una belleza, merecería las portadas de las mejores revistas.
Esa visión me estaba poniendo caliente y entonces me dije Evelyn tiene que ser mia, mientras pensaba cómo hacer para que ocurriera eso empecé a tocarme la verga por encima del short ya se me había empalmado bueno mi verga mide unos 18 cm y en ese entonces ya se me había empalmado y sentía como si se quisiera romper el short por la presión que hacia mi verga y cuando me di cuenta ya estaba terminando de tomar la ducha y me apure en esconderme para que no me vea en esa situación.
Cada impulso de caderas provocaba en Elizabeth un estremecimiento de placer similar a un orgasmo. Llegó un momento en el que ella no distinguía si se estaba corriendo o sólo era la pericia de su amante. Esto ya no era el clímax, era un sueño, ni en sus mejores fantasías (que habían sido muchas) se hubiera imaginado a un Latín Lover semejante.
El asintió con la cabeza, así que fui deslizando me hasta encontrar su sexo enfrente mío, no sabía cómo hacerlo así que tuve que pedirle ayuda, pronto tomé práctica y escuchaba sus gemidos muy apagados, como si no quisiese ser escuchado, yo ya no podía más, comencé a sacarme la parte inferior del traje de baño, cuando el me detuvo, simplemente dijo que se lo dejara a él, me recostó en la cama, y se deshizo primero del sujetador, se detuvo un rato jugueteando con mis senos, lo cual me hacía sentir arder por dentro, fue bajando lentamente besándome cada rincón del cuerpo
Su sexo, comienza a moverse, a salir y entrar en mi boca, ¡me está follando!, ¡me está follando por la boca!, siento como llega hasta mi garganta, su mano se posa en mis nalgas, mientras con la otra retira la sabana de encima de mí, el aire fresco llega hasta mi cuerpo, mi rostro, el sol golpea mis ojos y me hace cerrar los ojos.
Lamía incansablemente los pliegues rojizos de nuestra morenaza, que se proyectaban por encima de un vello negrísimo con forma angular. La misma forma que tenía su clítoris, éste era pellizcado o mordido incansablemente por Liz.
En eso que el tío empieza la enculada yo mientras puedo ver como ella gime no sé si de placer o de borracha, mi compañero empieza suave, a medida que va pasando el tiempo las embestidas del tío son más fuertes, la verdad es que la está enculando bien enculada ya que puedo ver como los cojones del tío dan en las nalgas de la tía, en eso que el tío se quiere correr y saca la polla del culo de la tía, quiere que ella le haga una mamada.
Luego noté su boca succionando mis senos, su lengua que los lamía delicadamente, provocándome oleadas de placer que recorrían mi vientre hasta mi húmeda vulva, ansiosa por recibir sus caricias. Y otra vez sus manos, que se deslizaban por el interior de mis muslos, rozando apenas los labios de mi sexo, hinchados al máximo.
Y cuando no pude más derrame un gran chorro de leche en su culo el cual se perdió por sus entrañas, dejando pequeños restos en mi verga los cuales Elena se encargó de limpiar, y así paso casi la mañana en la que mis sobrinos dormían ya que el día anterior se quedaron jugando hasta tarde.
Mi semen sale a borbotones llenándote y tú dejas caer tu cuerpo sobre el mío, acariciándote el clítoris y estallando en un orgasmo que empieza cuando el mío está acabando. Quedamos los dos quietos, abrazados. Nos acariciamos con las manos, dulcemente, sin buscar ahora más que eso, la caricia sin afán sexual.
Y ella digiera que verga tan linda (mide 18 cm) y comenzara a estirarla de arriba abajo, haciéndome sentir un inmenso placer pero después de unos minutos se situó delante de mi verga y comenzó a mamarla como una verdadera puta, la mamaba tan rápido como nunca me lo habían hecho, tanto que tras unos minutos no aguante más y me vine dentro de ella, que trago parte de mi leche como si fuera un manjar, pero aun la cosa no quedaba ahí ya que todavía ni siquiera la había visto desnuda, que fue lo que precedí a hacer sacándole la camisa azul que llevaba y desprendiéndole el sostén blanco, quedaron ante mi unas pequeñas y hermosas tetas acompañadas con un par de grandes pezones
Sonó el timbre, el sábado a las 8 de la tarde, rápidamente dijo que tenía que irse pronto, pero cuando abrí la puerta quede sorprendido, era el día que la veía vestida más sexy y atrevida, venía con una minifalda negra ajustada, y una camisa blanca semiabierta que dejaba imaginar unos pechos preciosos, y con el pelo todavía mojado, ella debió ver mi cara de asombro, y me comento que hoy se iba de juerga con sus amigas.
Después de su marcha, llené el bloc con bocetos de su rostro, que me había quedado grabado a fuego, en todas las formas posibles: seria, sonriente, visto desde la derecha y la izquierda. Ninguno me satisfacía. Eran sus facciones, desde luego, pero carentes de algo que se me escapaba.
Un buen día, mientras discutíamos asuntos de la oficina, me daba cuenta que se le quedaba viendo al bulto que formaba mi polla en el pantalón. Le hablaba, subía su mirada hacia mí y luego nuevamente la bajaba a la polla. No quise decirle nada para no interrumpir el placer que posiblemente eso le despertaba a ella y yo no quería que dejara de verla. Tan es así, que abrí mis piernas un poco más para que ella tuviera una mejor vista de lo que tanto deseaba.
De repente sentí la necesidad de sentirme una puta terrible y me dedique a darle a ese pene todo el placer posible con mi boca, sus movimientos indicaban que estaba logrando mi objetivo y cuando parecía que iba a acabarse me retire y me senté sobre él, de espaldas y fui penetrándome despacito con esa pija enhiesta y dura, sentí sus manos apretar mis pequeñas tetas y comenzó a pellizcarme los pezones mientras yo cabalgaba cada vez más a prisa sobre él, tras un rato de este placentero juego nos acabamos y sentí su leche caliente inundar mi interior.
Comienzo a moverme muy levemente adentro-afuera, apenas unos milímetros, pero suficientes para que ella se adapte a la nueva situación y le cobre gusto a la cosa. Y en verdad parece que le guste, ya que empieza a moverse ella también. Lo que sí noto, y me vuelve loco, es notar sus senos y su prominente barriga en mi pecho y vientre.
Yo había visto en determinadas playas lugares reservados a los nudistas. Recordé la Playa del Inglés en Gran Canaria. La zona reservada está compuesta por dunas, con una rala vegetación, a un lado y relativamente lejos de la playa propiamente dicha, por la que pasea gente vestida. La mayoría instala una especie de paravientos, que los oculta de las miradas indiscretas. En alguna ocasión, había visto a alguna pareja, ya de más que mediana edad, que se bañaban completamente desnudos, aparentemente ajenos a la expectación que despertaban entre los "vestidos".
Luego se acerca a mí y me pide fuego; yo solícito prendo mi encendedor; ella coge mi mano con sus dos manos, acerca su cara con el cigarrillo sujetado por sus deliciosos labios y fijándome sus ojos, con una pícara mirada lo enciende y me da las gracias, demorándose en soltar mi mano.
Decidieron ir a ver una película porno y cuando se dieron cuenta estaban completamente rodeados de chicas. Estaba nervioso. La dejé estar. Me desabrochó los botones del pantalón y me metió la mano dentro de los calzoncillos. Mi polla estaba en todo su esplendor. Ella me la cogió con toda su mano, como quien coge un palo, y con su dedo gordo jugaba con mi glande.