Relatos eroticos heterosexuales

Relatos eróticos heterosuales, sexo entre hombre y mujer.

678 relatos

La espía que me amó IV: El Viaje a Berlín

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Salimos del agua y tal cual estábamos nos pusimos a comer ¡Bueno! Mas que comer lo que hacíamos era jugar y el juego era divertido, Irina cogía con una mano mi pito y con la otra colocaba un trozo de salchicha, se agachaba y... ¡Zas! Se la comía, yo la colocaba haciendo equilibrios sobre uno de sus erectos pezones y procuraba tragarme la salchicha chupándoselo al mismo tiempo

Irina y el chico de la piscina

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Tengo un apartamento muy acogedor en la playa, al que suelo ir todos los fines de semana y temporadas de vacaciones como ahora a descansar y a ponerme morenita, me encanta tomar el sol y a veces voy a las maravillosas playas nudistas que tenemos por aquí.

El reencuentro

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Y el gozaba enormemente, estaba extraviado en el placer, agarraba mis caderas y se hundía cada vez más en mi, subió mis piernas a sus hombros para clavarme mas, mas adentro, más profundo.

Cinéfilos

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Mientras la penetraba Luis la susurraba al oído que iba a acabar de un momento a otro, sus manos recorrían los pechos de Sara, su cintura, su cara, sus dedos se introducían en su boca, recorrían su rostro, mientras los dos se esforzaban por ahogar sus gemidos, para evitar así ser oídos.

Fantasía acuática

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Así que, le dije que parase, que ya tenía mi polla a punto para volver a perforar tu cuerpo, ella se sorprendió ante mi respuesta, la puse frente a la ducha y le dije que se apoyase en la ducha su cuerpo casi hacia un ángulo de 90º, ella misma abrió un poco las piernas.

Embarazada

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Nos pusimos de costado en la cama en posición de 69, y él comenzó a lamer mi vagina hasta provocarme un orgasmo. El primero en tanto tiempo, y el más intenso de mi vida.

Una noche con la profe

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Yo no aguanté mas y le arranqué el polito y me di cuenta que no tenía brazier, empecé a lamerle los pezones, de pronto me jaló hasta su cuarto y me empujó hacia la cama. Se terminó de sacar la minifalda y me hizo sacarle la truza con los dientes.

La tienda de lámparas

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Cuando la puerta sé cerro, indicando que el cliente había salido, se pusieron de pie y Magdalena con sus bragas, se limpio los muslos y acto seguido, procedió a limpiar el cipote del dependiente.

La espía que me amó II: El encuentro

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Imprimí entonces toda la fuerza de que era capaz a mi ariete, ella se movía a una velocidad increíble suspirando y rechinando los dientes, de pronto lanzó un alarido que debió escucharse en la calle cuando yo no pudiendo aguantar más comencé a lanzar chorros de esperma en el fondo de su útero, el orgasmo fue simultáneo y esplendoroso

La espía que me amó I

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Yo estaba avergonzado y más colorado que una grana, aquella chica me desconcertaba absolutamente, era totalmente desinhibida y no se cortaba por nada, el dominio de sí misma y las situaciones para mí eran totalmente desconcertantes, no obstante me sobrepuse y trate de coger las riendas de la situación.

En el avión

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Quise prolongar aquella cogida un buen rato, pero no pude contener durante mucho tiempo el orgasmo y sentí la leche correr, como un río, dentro de su culo mientras ella continuó unos segundos más retorciéndose de placer y dolor.

Yamilé

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Recuerdo perfectamente la primera vez que la vi, era un miércoles lluvioso y frío, yo trabajaba como cada mañana en el despacho y Marta, mi secretaria, me comunicó que había una mujer en la sala de espera que deseaba hablar conmigo. Le dije a Marta que me diera cinco minutos y que luego la hiciera pasar.

Mi segundo estreno

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Sentí que me llegaba un orgasmo e intensifique mis mamadas, sentí su verga hincharse más y pronto depositó en mi boca un chorro de leche, la cual me bebí toda y sentí como me llegaban mi turno y sentí como mi panochita se contraía y soltaba la miel.

Mis chicas de la oficina

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Los dos estábamos sudados cuando frente al mostrador esperábamos que la dependienta me cobrara el precio del corset y lo envolviera para llevarlo a casa de Adela, por eso no me extrañaba su sonrisa ni sus miradas.

La última vez

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Tomaste tu sostén para ponértelo, pero yo te dije que no, y quitándotelo me miraste sorprendida y me dijiste que como ibas a bajar así nada más, y ayudándote a ordenar tu blusa y abotonarla, te dije que así te quería, me diste un beso y me complaciste, y nos fuimos a desayunar.

Sin imaginarlo siquiera

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Angélica no me dejó opinar al respecto porque me quitaba el aliento mientras su lengua bajaba por mi pecho y sus manos desabrochaban mi pantalón y ¡al fin! dejaba libre mi herramienta lubricada. Sólo sentí una tibia sensación que acogía mi pedazo duro de carne.

Lady Frankenstein

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Todo el mundo parece estar de una u otra manera conforme con la profesión que ha elegido, y desde luego uno nunca se pregunta si el oficio a que uno se dedica tiene implicaciones con aspectos tan íntimos de la propia vida, como lo serían las costumbres sexuales, pues fundamentalmente uno trabaja por dinero, sin embargo, de entre las profesiones hay algunas que despiertan más morbo que otras, sobre todo si te preguntas cómo será la vida sexual de tal o cual profesionista.

La promesa cumplida

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Cuando hablamos me dijiste que habías tenido la ocasión de conversar de este tema con algunas amigas y que una de ellas les había dado el secreto apropiado para ser penetrada analmente y así disfrutar realmente esta alternativa de sexo.

Sexo en el metro de Madrid

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Los asientos de los vagones están dispuestos en grupos de cuatro, enfrentados dos a dos con un pasillo estrecho entre cada grupo, son cómodos y acogedores. Me senté en uno de ellos, solo. La verdad es que solo había dos personas mas en el vagón, en el grupo contiguo una chica a la que veía solo de espaldas, y al otro extremo un hombre negro de proporciones gigantescas leyendo el periódico.

Favor a una compañera

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En cierto momento, al separar sus nalgas un poco para ayudar a mi polla, vi el ojete de su culo y pensé que seguro que por ahí no había entrado ni una mosca, moje mi dedo en saliva y comencé a acariciarlo con mucha suavidad, ella no dijo nada, no se si por corte o por lo excitada que estaba; con disimulo metí un poco mi dedo en el interior y procedí a masajearlo; vaya vaya, sigue sin decir nada, solo gime que te gime y yo ya tenía mi dedo metido por completo en su culo.

Doce horas de lujuria

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Ella vestía una minifalda negra que le tallaba una cola impresionante, con una blusa negra y un pequeño chaleco blanco. Me quede muy sorprendido al verle las piernas, –Ella es una amiga mía de 17 años que casi siempre viste de informal: un jeans y una blusa desteñida- hoy fue todo lo contrario, venía luciendo las piernas, que las tiene bien definidas ya que es una persona que esta en clases de ballet.

Ana laura II

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De repente, una sola de sus manos lo subía en vilo y lo bajaba como comprobando su peso, a la vez que la otra mano bajaba estirando toda la piel abrazando con su palma el tronco firme del animal inerte hasta llegar a mis testículos donde éstos se hinchaban al contacto de esa suave, incitante e inexperta mano.

Deseo incontrolable de poseerse

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Me encanta bailar y acariciarme mientras que de reojo veo como tus ojos no dejan de desvestirme, y cuando al fin te decides a bailar y poder sentir tu gran paquete que lo presionas en mi cuerpo, eso me acelera la respiración, y no puedo evitar en querer acariciarlo, para confirmar que realmente eres el que me puede volver loca esta noche, tu haz sido el elegido para hacerme gritar

La universitaria

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Nuestros nuevos encuentros fueron en el apto de un amigo el cual me lo prestaba , que queda en el área turística del laguito pero en forma muy discreta ya que el nunca supo para que era o quien era con la que yo salía, en el apenas subíamos por lo general hacíamos el amor en todas sus formas y expresiones y por lo general nos bañábamos desnudos los dos y allí empezaba el juego ya que María le gustaba que le chupara mucho su pepita (clítoris) a la cual por lo general gritaba cuando tenia su orgasmo que eran tres o cuatro en dos horas, hacíamos el famoso 69

Otoño del 80 en Japón

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Habíamos terminado la secundaria, ese período que te habilita a la Universidad, con la convicción pajera de que las japonesas, u orientales en general, la tenían rasgada y acostada. Es decir que las conchas de raza amarilla además de sumisas, amarillas, lampiñas y menudas, estaban posicionadas transversalmente.

La viuda de mi mejor amigo

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Yo me sentó en las nubes, estaba totalmente fuera de este mundo. El placer que sentía no lo había sentido anteriormente, a pesar que me considero algo corrido en esto de las mujeres y he tenido por así decirlo, bastante experiencias. Me sumergí completamente en el gozo del placer, cuando Jay se lo introdujo en su boca y me hizo experimentar cosas inimaginables estando al mismo punto de eyacular en su boca.

Sorpresa en el trabajo

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Al momento decidí que ya estaría bien excitado, así que incorporándome bajé sus pantalones y me agaché delante de él, comenzando así a lamer su polla lentamente mientras no dejaba de mirarle a los ojos, y poco a poco aumentando el ritmo y metiéndola por completo en mi boca, ayudándome con mi mano para masturbarle a la vez que se la mamaba con todas mis ganas.