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Cuando alguien desea

Cuando alguien desea

Hace un tiempo, leyendo un libro de un escritor brasileño, encontré una frase que decía: “Cuando alguien desea mucho una cosa, todo el universo conspira para que ese deseo se cumpla“.

Más allá de que esta frase sea un recurso literario del autor a los fines de llegar a buen puerto con su obra, me pareció interesante el contenido de la misma.

Digo esto, porque esa frase, es el comienzo de mi historia que paso a relatarles:

Una tarde estando yo en mi casa, sonó el timbre y como desde chico, siempre me gustó curiosear  quien llegaba a mi morada, acudí a recibir a quien estaba llamando a mi puerta.

Era en realidad Mariana, una fantasía de mujer, mejor dicho mi fantasía.

Mariana es una amiga de mi hermana, una mujer que me gustaría describirla con pocas palabras a pesar de que cualquier comentario me sería poco, para expresar el monumento a la mujer que es esta chica, de cabellos largos y negros, ojos verdes, con aproximadamente 1.70 mts. labios carnosos, unos pechos que fueron moldeados por el Dios del sexo, y una cola que creo sin temor a equivocarme es la más perfecta que mis ojos hayan visto, en fin es una de esas jóvenes  que se ven solamente en las revistas del corazón asoleándose en alguna exótica  playa del planeta y que de solo mirarlas crees que es un objeto inalcanzable para cualquier ser humano, que solamente está reservada a los dioses del Olimpo.

Ella es compañera de estudios de mi hermana, ambas cursan la carrera de filosofía, y como es del interior del país, se aferró mucho a mi familia, aunque hacía un tiempo que no la veía.

– ¡Hola Mariana, tanto tiempo sin verte!- Solo atine a decir con mi mejor cara de estúpido que pongo en estos casos cuando estoy frente a ella, es que tanto es lo que me gusta, que la sola presencia de ella me inhibe,  y a su vez me deja sin palabras.

– Hola Riki, ¿ está tu hermana?-me dijo y entró moviendo su figura como lo hace habitualmente. Muchas veces no sé si ella es así, apabullante cuando anda por las calles o  lo hace a propósito cuando se pasea delante de mí.

– Si pasa, esta sentada mirando tele- solo atiné a decir mientras caminando atrás de ella, mi mirada se dirigía hacia ese hermoso y esplendoroso culo que ella movía.

Se saludaron como siempre, y luego yo me retiré a la cocina para prepararme la merienda.

Entre la charla que ellas tenían, escuche una conversación que me dejó perplejo pero a su vez, me dejó pensando que esa era mi única oportunidad.

– ¿Sabes?, tengo un nuevo trabajo – comentó Mariana.

– ¿Si?, cuéntame Mariana.

– No digas nada, pero ahora me dedico a la prostitución- dijo así como si nada fuera.

– ¡Que!, ¿estas loca?. Respondió mi hermana.

– No, te cuento: alquile un pequeño departamento, y publique en el diario ofreciéndome para dar servicios sexuales.

– ¿Ah sí? Y como te va? – Preguntó mi hermana

– Qué te parece con este físico como me va a ir ¡fantástico!, saco para el alquiler, pago el teléfono celular, me costeó los estudios y aparte pago la cuota del autito – dijo exultante Mariana.

– ¡Ten cuidado Mariana, a ver si alguna de esas te pescas alguna enfermedad!- responsablemente acotó mi hermana.

– No te preocupes, no hago nada sin los correspondientes preservativos – acotó y rieron ambas.

– ¡Bueno cuéntame cómo es eso, de cumplir uno de los sueños de cualquier mujer! Sentirse aunque sea una vez una prostituta.

– Mira, a veces te tocan cada tipos que no te mueven ni un pelo, pero otras te tocan algunos machos que hasta te dan ganas de no cobrarle, porque están buenísimos. – acotó Mariana con voz de libidinosa.

– ¿Y, no te enamoraste de ninguno?

– No todavía no me pasó, quizás en alguna oportunidad conozco a alguien y me enamoro de verdad y dejo todo, mientras tanto disfruto y costeo mis estudios.

¡por favor no le digas a tus padres¡ – sabiendo de que si mis padres se enteraran seguramente lo harían los suyos ya que se han conocido y quedaron bastante amigos.

Mariana y mi hermana siguieron charlando, y cuando se iba le dejó un en un pequeño papel, su número de celular, así que cuando mi hermanita la acompañó hasta la puerta, mi curiosidad pudo más que nada y rápidamente me dirigí hacia la mesita y copie el numero que decía ” Mara y seguidamente el N° de celular”.

Los miércoles es un día especial para mí, mi padre como de costumbre llega tarde del trabajo, para mi madre es el día en que se reúne con sus amigas a tomar el te y jugar canasta y mi hermana ayuda en una pasantía en la facultad, por lo que no vuelve hasta tarde.

Digo que es un día especial porque yo que no trabajo, me paso el día solo en casa disfrutando de la libertad de la soledad y en donde me paseo libremente desnudo por ahí, veo películas porno y en alguna oportunidad traigo alguna amiga a disfrutar de una tarde de sexo.

Pero ese miércoles por la mañana, una idea me rondaba por mi cabeza y era llamarla a Mariana e invitarla a pasar la tarde conmigo, aunque le tuviera que pagar les diré que cualquier inversión en ella valía la pena..

Y así hice la llamé a su celular, pero cuando me atendió, debo reconocer que un miedo me invadió y traté de fingir la voz simulando ser un cliente cualquiera.

– Hola, ¿ quien habla? – contestó.

– Juan,  (mentí)¿ habla Mara?

– Si ¿ quien eres?

– Mira, tu teléfono me lo dio un amigo y llamo para ver si podría contratar tus servicios- arremetí directamente.

– Si, como no, ¿que te gustaría que hiciéramos?- Acotó ella. Después de conversar un rato, y de que combináramos la tarifa (bastante cara por cierto) quedamos en encontrarnos a las 15 horas en su departamento, por lo que me pasó su dirección y a partir de ahí tuve las horas de espera más largas de mi vida.

Eran las 14.50 horas y mi ansiedad pudo más que todo por lo que me decidí tocar timbre en la dirección acordada.

Mariana salió vestida con un pequeño camisolín de seda color rosa viejo que le quedaba perfecto, abajo dejaba traslucir unas medias caladas y su portaligas asomaba a través de ese diminuto vestido de cama.

– ¡ Riki!  ¿qué haces aquí? – Dijo sorprendida Mariana.

– Bueno,… teníamos una cita- contesté.

– ¡No,… no, contigo no lo hago! – replicó

– ¿Porque? Pregunte asombrado, viendo como mis ilusiones se derrumbaban ante esta negativa.

Sin darle tiempo a pensar, explique a Mariana mi devoción con ella, y las veces que intenté acercarme sin éxito a ella.

Bueno les acortó la historia. Después de un largo rato de charla y tratando de convencerla, de que esto era solamente un servicio que yo contrataba y que ella debería tomarme como un simple cliente, ¡al fin accedió!

– Me miró fijamente y me dijo: Esta bien, vamos a hacerlo, pero te comento que solamente tendrás el servicio que contrataste. Cualquier otra cosa que quieras deberás pagarlo. Es obligatorio el uso de preservativo. A partir de ahora no me llames Mariana, ahora para ti soy Mara. Y lo más importante “no doy besos en la boca, eso se lo reservo para mi novio” ¿ ok?.

– Ok, – contesté, y pensando para mí, que estaba ante una verdadera profesional del sexo.

Mariana,… perdón Mara, se sentó en el borde de la cama tomo mi cinturón y me acercó hacia ella, con delicadeza desprendió mi cinto y bajo mi jeans hasta los tobillos.

Frotó a través de mis bóxer mi pene que inmediatamente se puso a mil tratando de desgarrar la tela que lo aprisionaba.

Introdujo dos dedos de cada mano en mis bóxer, para luego bajarlo lentamente y ahí, frente a su cara, quedó expuesto, como rogando placer, mi erguido pene que ansioso esperaba entrar en acción, cual un soldado sale de sus trincheras para abatir a su enemigo.

– ¡Bien, muy bien Riki, la verdad no me esperaba esto! – expresó Mara. Con suavidad de una maestra del placer, empezó a lamer cada centímetro de mi glamoroso pene, recorriendo cada rincón, explorando partes que me parecieron que jamás habían sido recorridas, y brindándome una sensación de placer nunca experimentada hasta el momento.

Yo impávido y tieso cual una estatua, solamente me limitaba a mirar como sus carnosos labios recorrían  la totalidad de mi miembro y lo humedecía preparándolo para que el mismo cumpliera de la mejor manera, la función que Dios nos encomendó.

Así por un buen rato, Mara se dedicó a realizar esa tarea.

Cuando mi cuerpo anunciaba que mi orgasmo se aproximaba, saque el pene de la boca de Mara, le pedí que se desvistiera y ahí acostada pude comprobar que toda imaginación sobre el cuerpo vestido de una mujer es pura fantasía, éste, el de Mara, superaba cualquier idea que yo había tenido sobre ella, la mire por un momento tratando de buscar alguna parte del mismo con  algún defecto, algo que me dijera que esta mujer era como las demás, pero luego de unos instantes comprendí que ella era perfecta, las curvas y redondeces habían sido moldeadas por Zeus en las deidades del Olimpo, por consiguiente debía dejar de observar esta obra de arte y dedicarme por completo a disfrutar de ese maravilloso cuerpo.

Comencé besando su cuello, (ya que por razones contractuales no podía empezar mas arriba), luego me detuve en sus senos y como un niño sediento lamí esos pechos viendo como ellos se ponían cada vez más duros y calientes, lo que me hizo prever, que ella también comenzaba a sentir algunas sensaciones importantes.

Cuando recorría su cuerpo, bajando hasta sus zonas más erógenas pude ver a través de una luz que desde la mesa del costado de la cama, apuntaba directamente a su pubis, como poco a poco se erizaba su piel, comprendiendo que iba por buen camino.

Mara  abrió sus piernas tratando de recibir mi sedienta boca ansiosa de sexo, por lo que no me hice esperar y comencé a probar una cataratas de jugos mezclado con su primer orgasmo, conjugado con suspiros y gemidos de placer.

A esta altura yo ya creía estar en la gloria, por lo que decidí aprovechar la excitación de Mara, y le solicité se diera vuelta boca abajo.

Comencé besando su nuca y hombros, para luego con la punta de mi lengua recorrer toda su columna vertebral hasta su coxis, y al ver los muslos de su cola tan redondos y parados mi excitación comenzó a potenciarse de manera inusitada por lo que bese, lamí y relamí esa cola que me excitaba sobremanera, para luego jugar con mi lengua en su ano, mientras mis dedos ya introducidos en su vagina jugaban en forma de círculos extrayendo de ella dos orgasmos que mojaron toda mi mano.

Mara no aguantó más, se incorporó de rodillas en la cama tomó de la mesita de luz un preservativo, beso y lamió mi glande y casi sin darme cuenta, me había colocado la protección, subiéndose sobre mí para comenzar su cabalgata del placer y por supuesto también la mía.

Con sus manos apoyadas en mi pecho, y movimientos contorneantes cual una bailarina árabe, ella comenzó a provocarse  los mejores orgasmos que jamás había tenido (confesión que hizo posteriormente) y así mientras yo pugnaba por besar sus duros y calientes pechos tratando de contener mi orgasmo, ella con sus manos  me empujaba no dejándome hacerlo.

No aguante mas esta situación y casi irremediablemente me vino el orgasmo, cosa que realmente aun no quería pero dadas las circunstancias, este ya se había prolongado demasiado.

Lo único que me había hecho feliz era que también Mara lo hizo y con este ya iban cuatro por lo que pensé ” Riki, tarea cumplida”.

Para mi asombro ( y también el de Mara), cuando yo creí que mi pene empezaría a tomar su estado de flacidez como es lógico en estos casos, no fue así, continuó tan tieso como había comenzado por lo que acosté a Mara y fui yo quien tomó la iniciativa de comenzar o mejor dicho recomenzar la tarea de aplacar la sed sexual que tenía con esta mujer.

Por un buen rato estuve metiendo y sacando mi pene de esa vagina que cada vez se ponia mas lubricada dándome indicios de que Mara la estaba pasando bien.

Uno de los orgasmos fue de tal magnitud que creí que nos escucharían del departamento de al lado ya que Mara gritaba y también dejó esbozar un sollozo de felicidad cuando hubo concluido.

– Sacamela por favor – expresó Mara.

– Pero aun no he concluido – respondí. No obstante hice caso a su pedido. Mara saco mi preservativo, lamió las últimas gotas de semen que quedaron en mi pene, tomó otro y me lo coloco con delicadeza.

– A ver cuánto eres capaz de hacer gozar a una mujer – dijo desafiante y colocándose boca abajo.

– ¿Por qué, no ha gozado lo suficiente? ¡Ya has tenido como seis orgasmos! – expresé a forma de queja.

– Te has portado como un verdadero macho, pero quiero que me demuestres que sabes hacer gozar a una mujer por atrás.

Muchas cosas se me cruzaron por mi mente y me dieron ganas de preguntarle cosas pero  no lo hice, este era un regalo que no podía desaprovechar, por lo que sin mediar palabra bese, y lamí su ano durante un buen rato, mientras ella aprobaba con gemidos de placer mi decisión, luego metí mi primer dedo con la mayor suavidad que pude y vi como ella sin emitir ningún quejido solamente se acomodo en la cama como queriendo que dicho dedo entrara aún más, por lo que al rato de jugar metiendo y sacando, acompañado con círculos concéntricos tratando de dilatar bastante ese orificio, introduje mi segundo dedo dado que ya estaba todo preparado para ello, siendo el mismo muy bien recibido.

Mientras yo metía mis dedos dentro de su ano, observé que Mara tenía una de sus manos metida entre sus piernas y con suavidad acariciaba su clítoris masturbándose, al cabo de un rato estalló en orgasmo.

Apoyé mi glande en el estrecho ano de Mara y arremetí con suavidad, vi como apretaba la almohada con su mano libre pero no escuché ningún gemido de dolor por lo que me dispuse a empezar la tarea de meter y sacar mi pene dentro de su ano, debo confesar que esta es una de las tareas sexuales que más me gustan por lo que al rato un breve cosquilleo comenzó a rondar por mi espalda sintiendo la sensación que llegaba un orgasmo, por lo que paré de efectuar mis movimientos tratando contenerlo cosa que pude hacerlo para luego comenzar nuevamente embistiendo por detrás a Mara.

Al cabo de un rato Mara estaba exhausta y me pidió que parara, que ya no daba mas y que quería descansar.

No podía negarme ya que una vez que hube contenido mi orgasmo fue una cosa como si me pasara de vueltas y ya era imposible que lo hiciera así que accedí a su pedido.

Pero Mara como una buena profesional que quiere terminar su trabajo dejando conforme a su cliente para que regrese, retiró mi preservativo y comenzó a lamer mi pene de una manera diferente a todas las demás mujeres que lo habían hecho hasta el momento, por lo que al cabo de un lapso de tiempo prudencial llené su boca con interminables chorros de semen que hicieron que ella retirara por un momento de su boca el mismo y parte del líquido se derramara por sus senos.

Cuando me retiré del departamento, Mara me despidió con hermoso beso en la boca haciéndome jurar y perjurar que volveríamos a repetir esto, y es por eso que cada miércoles como todos los miembros de mi familia tengo una actividad asignada, “hacer el amor con Mara”.

Volviendo al principio de este relato, tengo que comentarles mis queridos lectores que es verdad “cuando alguien desea mucho una cosa, todo el universo conspira para que esto se cumpla”

¿Qué te ha parecido el relato?


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