Capítulo 9

Liria IX: y Francia

Llegó como siempre las consabidas vacaciones de Liria. En éste tiempo ella se desaparecía yendo a su amada Francia. Flor le legó su departamento y la cafetería donde se conocieron, además de la administración de su mansión para fines filantrópicos.

Desde entonces, según me dijo, hizo modificaciones ampliando el local; dando más cabida a sus parroquianos y por otra parte le dio la alegría contagiosa de su personalidad. Gracias a su actitud, las gentes «diferentes», se sentían con el más profundo agradecimiento a la barbie y como todo negocio bien manejado florecía.

El departamento lo había acondicionado a su gusto: amplia sala, dormitorio muy cómodo, habitación para eventuales huéspedes (entre los que me contaba yo como su invitada y por razones de querer terminar mi carrera profesional trunca, aún no había podido ir), cocina con todos los accesorios modernos, el cuarto de baño mantenía las características de su antiguo origen con grandes y ostentosos aparatos incluyendo una tina de baño de hierro esmaltado; por ser la buhardilla se accedía a un gran azotea exclusiva directamente, mi amiga la había mandado cercar, poner una alfombra muy mullida de césped artificial, almohadones como en un harem y flores naturales con un jardinero que conoció en la cafetería. Esta terraza era para broncearse con el sol del verano boreal, pasarse totalmente desnuda como lo hacía cuando estaba en casa y disfrutar de la naturaleza en el viejo barrio francés.

En esta oportunidad mi amada pequeña pasó todo sus asuetos en París, cuando volvió intrigada le pregunté la causa y me relató su aventura.

Después de llegar fue al departamento, se tomó un tiempo y se dirigió a su  cafetería «Chez Jeune», nombre dado por cierta película de los años cincuenta o sesenta francesa relacionado con una casa similar. El administrador la recibió con la característica cortesía francesa, informándole y poniéndola al día con los sucesos durante su ausencia.

Entre estos estaba también los chismes sobre los asiduos parroquianos. Esto lo hacía a pedido de ella, pues para no cometer errores en el trato a sus clientes y mantener la calidez que tenía el ambiente particular que creó.

El chisme más importante trataba de cierta pareja que hacía un par de meses frecuentaba el local. Se trataba de dos adolescentes, a poco de llegar a la mayoría de edad, que habían sido expulsados de rancias y antiguas familias conservadoras francesas por los propios parientes. Como parte de la tarea, el administrador, los había enviado a la mansión Flor para que pudieran solventarse gastos haciendo alguna tarea que pudiera proporcionarles dinero.

Liria le pidió le presentara a esa pareja en cuanto se hicieran presente. Dejó al francés y fue a su lugar, el reservado que otrora fuera de Flor. Le trajeron una champaña francesa y cigarrillos. Ella vestía como aquella vez, falda negra muy corta, blusa de seda negra transparente y ropa interior roja, labios pintados rojo fuego, el mismo perfume, medias labradas y zapatos negros de tacones muy altos. Cuando ingresó desde la puerta posterior del reservado los parroquianos la miraron y la mayoría levantó  su copa para brindarle la bienvenida. Al rato cuando se interiorizó de la concurrencia comenzó a saludarlos mesa por mesa. La música estaba en el aire, las parejas charlaban, bebían, bailaban. Las luces tenues del ambiente permitían a algunos dúos liberar sus manifestaciones de sentimientos con cierta libertad. La bohemia damita amenizaba todo, se unía a las pláticas y a las parejas en danza, dando confianza y familiaridad.

De vuelta a su mirador, el camarero un gesto desde la barra, le indica que vea hacia la entrada. Liria gira, ve dos jovencitos casi púberes vestidos correctamente, que sobresalían por su aspecto entre los demás presentes. Nada de bohemio en ellos, cabello muy bien cortado, ambos de pelo oscuro sin ser negro, cutis blanco, muy escaso bozo, con cara de niños, ojos claros y cejas finas. Vestían camisa, que sin ser formal, era elegante y fina. Pantalones de buen corte y muy caros zapatos.

Al llegar a la barra el camarero les indicó que fueran hacia la pequeña. Llegaron y quedaron mirándola con aire de pregunta. Les indicó sentarse. Lo hicieron frente a ella que les preguntó que había sucedido y por que frecuentaban ese lugar.

Respondieron que los había traído su jardinero, empleado de una de las familias, que a su vez la conocía a ella por ser quien mantenía su jardín. Y por lo que sabían frecuentaba por aquí. La causa fue cierta falta que ellos cometieron que fueron expulsados de sus hogares y de las familias.

Ella quiso saber sobre delito cometido para tener la tal pena. Como sabían lo comprensiva que era nuestra damita, por dichos de personas que conocieron allí, además por la propias palabras del jardinero, le confiaron que en una fiesta familiar los encontraron dos parientes besándose en la boca en el retablo de la mansión.

La noticia llegó a sus respectivos padres y esa misma noche fueron desterrados de sus casas para siempre.

Ella les dijo: «Por lo pronto vean que aquí nadie se admira o espanta por ello, son todas personas que desean vivir su amor y felicidad tal cual cada uno la siente. Miren aquellas chicas besándose y acariciándose. Aquellos dos caballeros en una amorosa actitud de enamorados. Por aquí o allá ven caras de gentes felices de ser como son. También vean a quienes son parejas heterosexuales en las mismas situaciones sin dejar de ser discriminantes con sus congéneres. Aquí se puede vivir lo que alguna parte de la sociedad aún ve con ojos antiguos, la moral solo es inmoral cuando agravia física o psicológicamente a la persona. Los que segregan son los agresores y no los agredidos»

Luego que nuestra abogada diera el discurso de la defensa les preguntó si pasaban la noche en Chez Flor para pedir a Pierre (el chofer de Flor) los viniera buscar; le dijeron que no pues no había habitaciones disponibles, dormían en este reservado o en el retablo cuidado por el jardinero que los dejaba entrar a hurtadillas.

La damita, viendo la triste situación de los jovencitos, les ofreció su hogar hasta que consiguieran ubicarse mejor. Siendo algo tarde los guió hasta el piso, al arribo les indicó las exigencias de primer orden en su casa: aseo y armonía. Luego los llevó a la habitación de huéspedes donde había un par de camas individuales. Después de su consabido baño, cenaron un refrigerio y se acostaron.

Transcurrieron unos días, la amistad crecía junto a la confianza. Durante el día el dúo laboraba, en la noche el encuentro en la cafetería donde ya se manifestaban una parejita feliz, más tarde el hogar de su protectora donde retozaban, cambiaban bromas y sentían como en casa. Ella cuidaba de ellos como hermana mayor disfrutando los avances en la relación entre los tres, siendo tal la familiaridad que se mostraban en bata como cuando yo era su visita.. Mi barbie observaba que los interiores de ellos habían cambiado al gusto de las suyas, muy insinuantes.

Una noche la pequeña siente la necesidad fisiológica de ir a hacer pipí, despierta, oye que sus protegidos hacen cierto ruido y murmuran algo. Se levanta, la puerta de huéspedes no está total cerrada, ve luz, mira por el entorno y ve que están cogiendo. Al instante recordó a Boris y Daniel, su mente se turbó un poco. La verga de Claude estaba dando al culo de Ives (nombres de los pibes) «Dame clávame la pija, así.. así..» decía «Toma siente mi verga lanzando leche dentro de ti, toma…, toma…» replicaba el otro.

Liria dejo rápido el lugar, fue a la sala de baño, se masturbó un poco e hizo su necesidad.  Al dormir nuevamente soñó el recuerdo del mandadero con su abogado y los acontecimientos que siguieron, al despertar en la mañana estaba empapada de sudor y jugos, había tenido orgasmos por el erótico sueño.

La noche siguiente, luego de una película erótica que vieron en tv, casi inmediato a acostarse, sintió desde su recámara que cogían sin disimular

«Dame clávame la pija, así.. así. Me acabo, así que me acabo» decía Claude, «Toma siente mi verga lanzando leche dentro de ti, toma…, toma… caliente lechita…» replicaba Ives. Esta vez oía claramente la cogida, su abstinencia sexual debido al hospedaje se estaba haciendo muy dura. Comenzó a masturbarse con una de sus pijas de juguete mientras escuchaba. Cuando dijeron acabar tuvo un hermoso orgasmo.

La noche del sábado le dijeron a Liria que habían conseguido un trabajo, con residencia para ambos, por lo que dejarían el lugar en poco días. Barbie se alegró dándoles el enhorabuena. Como anticipo de despedida querían agasajar a Liria brindándole una pequeña e intima fiesta familiar en el departamento. Ella aceptó el convite mientras se iban a descansar. Tuvieron una frugal cena entre bromas y pláticas. Los tres estaban en batas, sin ropa interior, charlando de sus logros en lo sentimental. Liria sin dar nombres les contó sobre abogado y el mandadero, de cómo los descubrió y como comprendió al profesional al este contarle luego del in-suceso (por supuesto que su cogida posterior se la guardó).

Ellos mientras discurría el relato se habían estado besando en los labios, dando suaves y eróticas caricias que no pasaron desapercibidas para la pequeña, dado que lo hacían sin disimulo y muy naturalmente.

Cuando concluyó le preguntaron si no se calentaba cuando contaba algo así, si los había escuchado coger alguna noche, pues, en alguna ocasión percibieron que habían dejado la puerta de la habitación entornada.

Evocar esas cosas me calienta y sentirlos coger, además de que me parece natural, también. Una de esas noches tuve que hacerme una tal paja, no estoy acostumbrada a estar tantos días sin sexo.

Les preguntó si alguna vez tuvieron sexo con una mujer. Ives le dijo que su mucama, a los quince años, hizo la cogiera por el culo cuando lo encontró masturbándose, acto que repitió muy seguido hasta la llegada de su amor. Claude lo hacía con la sobrina de esa mucama y a su instancia a partir de uno de los ágapes familiares, también le daba por nalgadas. Nunca habían tenido sexo en la concha de ninguna. Luego vino su relación, que la mucama, hembra del jardinero, apañó junto con éste ocultando sus intimidades en el retablo donde los encontraron.

Se fueron a dormir, la chica estaba algo caliente por el contenido de sus pláticas y la virginidad de conchas de los jovencitos. Su noche fue plena de sueños eróticos, fantasías, quería tener una pija virgen en su concha caliente.

A la mañana siguiente se levantó temprano en espera del agasajo, buscó a los pibes y estos no estaban. En la mesa de la sala había una nota expresando que vendrían a media mañana después de hacer unas diligencias. La damita se bañó y aprovechando el tiempo se fue a su jardín privado a tenderse desnuda a tomar el sol. Se había levantado excitada por sus sueños, el calor cosquilleaba su cuerpo y su sexo, comenzaba a sentir una extraña y agradable sensación. Entre recuerdos y fantasías no pudo evitar dormirse.

Despertó por el sonido de la los pasos de los chicos. Estos la vieron y sin inmutarse por su desnudez comenzaron a poner sobre la alfombra de verde césped los elementos para su opíparo almuerzo.

Liria a un lado observaba, rodearon su cuerpo con los enseres: Tres cazos de tierra cocida de aspecto de tazas sin agarradera, bandejas llanas del mismo material, una caja con seis botellas de vino oscuro y dos de color dorado; tres bananos con los que armaron una especie de pabellón rodeado manzanas y de flores. A nuestra heroína el arreglo de las frutas y flores le encantó, los lirios de adorno eran una gran demostración de ternura hacia ella.

Los cazos eran para beber, las bandejas para poner las carnes asadas y humeantes y algunos vegetales cortados. Dijeron que la idea era tener una comida al estilo medieval bizantino, tendidos, recostados a los almohadones y con las manos. El vino lo birlaron de la cava de los padres, con la ayuda del jardinero y la mucama, excelente tinto añejado y champaña; la pierna ahumada de cerdo también, lo demás lo compraron. La damita miró las etiquetas de las botellas, conocedora de ello les dijo que el vino es suave pero por su edad debe de tener una gran concentración, la champaña de sabor dulzón y con burbujas pedirá ser bebida, debido a eso deberían tomarlo con cuidado y moderación.

Les dijo que estando ya pronto, siendo mediodía se daría un remojón y vestiría para la ocasión. Ellos le dijeron que no sería necesario ponerse vestida, que no les molestan senos visibles, si sentía más cómoda; habían pensado ponerse las tanguitas que usaban solamente para disfrutar de la belleza de la naturaleza. Liberal como era en su manera de ser les aceptó la propuesta.

Ya reunidos se dispusieron en círculo alrededor del arreglo, tendidos sobre el césped recostados a los almohadones, los pibes con sus cabezas casi rozándose. Liria vio la escena como una bacanal romana descrita por Bocaccio. Al pensar esto se dijo que estaba algo caliente, además los jovencitos con su aspecto púber, sin mácula, la excitaban. Sus tanguitas sensuales apretaban la masculinidad ocultando los atributos, por detrás el fino cordón que las sostenía hendían sus glúteos resaltándolos, firmes, parados. La intriga por lo oculto la turbaba impidiéndole apartar la visión de los cuerpos que le parecían esculturas griegas, a pesar de no destacarse sus músculos, por la falta de un definido vello masculino.

Le gustaba las infantiles caras, sus ademanes y voces casi  femeninas; su cabeza tenía un torbellino de ideas; pensó que lo mejor sería aprovechar los licores para así escapar de las ideas turbadoras.

Por suerte la distrajo de sus lascivas ideas el llamado a comenzar el ágape que vino acompañado de música muy suave y sensual de manera que no distrajera las pláticas de la tertulia. Lo primero fue un brindis hasta dejar vacíos los tazones, de inmediato las manos masculinas despedazaron las carnes para servirla y servirse. El festín se fue desarrollando entre recuerdos felices, vasos de vino y ejercicio de las mandíbulas. La parejita tenía ya las mejillas encendidas cuando comenzaron a mimarse, alternando con intercambios de frases con Liria. Besitos cálidos, alguna caricia. La chica alguna vez dirigía distraídamente la mirada hacia el sexo de los jóvenes. Ella trataba de beber algo más que ellos para tratar de dispersar sus ideas, pero como era muy resistente a los efectos, estaba más caliente que con sueño. Dejó de comer primero, luego uno de ellos y por fin el otro, la opípara comida había satisfecho sus estómagos. Siguieron bebiendo hasta terminar el vino.

A esta altura del día, los jóvenes estaban algo incontenibles en sus deseos personales y ella bastante caliente de verlos y no poder liberara su pasión. Y peor cuando vio que sus pijas estaban algo duras por las mutuas y efusivas demostraciones de amor. Se abrió la champaña para acompañar las frutas que serían de postre. Un nuevo brindis hasta vaciar los cazos. Estimulados por el licor dijeron a la barbie que tenían una curiosidad sobre ellos y que los podía ayudar. Asintió. Les parecía que al coger con la pija adentro del culo la sentían mas grande. Liria en tono de broma y riendo les dijo que tal vez el que esta metiendo deba tener un tercero que le haga a él. Rieron por su salida. Luego de las risas le dijeron que querían que ella juzgara. Mirando la fruta se le ocurrió que tal vez con una pija de juguete se arregle todo entre ustedes. Le respondieron que era una buena idea, que podían probar con una de las de ella. A dúo le dijeron de probar allí, ahora pues con su experiencia los podría guiar.

Mi amiga se encendió como una tea. Dijo que si. Le indicó a Ives donde estaban. Este trajo los dos íntimos juguetes. Una hermosa pija de veinte centímetros algo gorda, con un botón rojo de girar y de otra unos veinticinco mas delgada sin nada extra.

Ives y Claude al comenzar a mirarlas en sus manos comenzaron a excitarse, sus vergas comenzaron a hacer fuerza en la tela de sus sensuales tanguitas. La rubia miraba crecer los voluptuosos bultos y su concha comenzaba a enviar jugos.

Ellos se olvidaron de ella y comenzaron con sus juego erótico, besos en la boca, en el cuello, mientras se tocaban mutuamente sus sexos sobre sus ropas. Besándose se las quitaron. Ella por fin vio las vergas, no eran enormes, normales pensó. Ni grande ni chica, sus formas; una algo derecha y gruesa, no mucho grosor; la otra curva, no toda hacia arriba, algo al costado. La saliva inundaba su boca al pensar en chuparlas, tragar la leche, tenerlas dentro.

Ives pidió que Liria dictaminara a ambos, le dio el consolador delgado e hizo que su amigo se dispusiera abriéndole el culo. Saliendo de su ensueño por el pedido, tomó la pija gruesa, la lamió para lubricarla con su saliva. Empujó a Claude suave hacia delante para que su culo quedara al descubierto. Al ver la sonrosada piel de las nalgas, que era solo algo más oscura en el esfínter, no pudo contenerse y lo lamió metiendo la lengua dentro. Una descarga eléctrica recorrió su cuerpo al sentir el sabor, el pibe también sintió un rayo. Empezó a introducir la pija lentamente, el chico se estremecía de gusto. Su verga era mamada por su pareja. Cuando la tuvo toda dentro el amigo quitó su boca y le dijo la tocara. Palpó con un estremecimiento la verga, suavemente rozaba con la palma de su mano temblorosa, sintiendo el calor que despedía. Su suavidad la trastornaba. El falo dio síntomas de estar listo cuando cabeceó y una gota de blanca e incipiente leche asomó por su agujerito. Al momento Liria se como avalancha atrapó la punta de la verga y para que no se perdiera la gota que pretendía caer. Tragó el néctar, sus jugos se deslizaron desde los labios de su vagina por las piernas. Soltó el caramelo. «Es algo más grande» dijo «Veamos contigo» para disimular su placer y pretender que solo era cuestión sólo de la curiosidad de ellos.

Ives algo enardecido se dispuso, Claude separó sus glúteos, la pequeña vio el agujero tan delicioso como el otro, lamió el juguete y luego el culo del pibe para que estuvieran lubricados. «Pensándolo mejor, te sacaré un poco de tu leche, si no te importa» dijo muy naturalmente a Claude. Este asintió. Lo mamó, cuando sintió que se venía, le dijo que sólo un poco. Bajo nuevamente la boca y la leche la inundó. Dejó caer la miel en el culo y lo lamió hasta acabar. El chico gemía de gusto. Al momento y de una estocada envió a fondo el muñeco del placer. Esta vez dijo que utilizaría la boca para dictaminar mientras movía el falo en el esfínter del adolescente. Cuando la verga la previno de la salida del semen apretó los labios atrapando la cabeza y lamiéndola. El néctar le llegó hasta la garganta. Lo tragó despaciosamente saboreando cada vez que pasaba el cremoso líquido por su garganta. Un orgasmo y otro determinaron que esta también se notaba mas gruesa.

Ives giró que dando con su culo en espera de la verga de Claude. Este lo besó desde su agujero hasta el cuello, lo lamió y luego le fue poniendo la pija despacio y disfrutando. Cuando sus bulbos dieron en los glúteos comenzó el vaivén. «¡Ya..!» dijeron ambos a Liria. Ella miraba embelesada la penetración, el serruchar; la exclamaciones de placer «¡Mi vida.., mete tu pija más…, dame…, quiero sentirte dentro…!»-«¡Siente como estoy dentro de ti…, goza.. gime…mi vida…!» la hacían ver grandes nubes que impedían su visión. Deseaba coger, ser cogida, sentirse penetrada.

Su pija se puso tensa en el culo de su pareja y los tres gimieron un orgasmo.

Liria contuvo un segundo flujo de jugos, dijo a Claude que si sentía una segunda acabada, se concentrara en su espina dorsal, para poder evitar la salida. El pibe se contuvo. Con el culo lubricado por la mamada, ella punteó la candela en entrada. Cuando penetró la cabeza, el chico comenzó a bombear, el juguete acompañaba sus movimientos entrando en su culo cuando el retrocedía. «¡Fantástico…, bello…, hermoso.., me calienta…..!» decía la damita; «Me gusta.., anda.., sigue…» decía Claude; «!Tu pija está grande… como me llena…me dan orgasmos..!» repetía Ives.

Cuando se venía para acabar, ella lamió a Claude en su esfínter; al turno de Ives puso las manos en la verga de este para que descargara en ellas, luego bebió la leche del chico y acabó con un gritito.

Enardecida por la calentura, en su mente veía pasar estrellas, luces fugaces, como nave espacial que recorre el negro espacio a infinita velocidad. Pero no sabía como hacer para hacerse coger.

El ejercicio siguió Ives cogió a Claude. Acto seguido los tres se tendieron a descansar. Mi amiga seguía navegando en la nave espacial ya no podía pensar.

Pasado unos minutos los chicos se sentaron y vieron hacia la celestina. Ella seguía acostada pasando su mano por su concha ardiente de deseo. Vieron que desde la vagina hasta las rodillas tenía marcados brillantes ríos de líquido. Le preguntaron curiosamente si era su leche. Les dijo que era sus jugos provenientes de los orgasmos, no leche. Pasaron dedos por la mojada piel del interior de las piernas a la vez y probaron su gusto; ella se enardeció con el suave contacto de los dedos. El sabor de el jugo de la vulva de Liria los excitó haciendo que sus pijas quedaran como mástiles. Acto seguido ambos comenzaron a lamer las piernas siguiendo el curso de la ardiente lava. Ella comenzó a sentir caer rayos sobre todo su cuerpo. La suave lamida con las lenguas vírgenes de sexo de mujer la ponía al borde de la locura. Lentamente, saboreando el néctar de la rosada flor, intercambiándose besos con la que mezclaban su saliva con el vaginal licor, llegaron al volcán. Ella habría sus piernas para que el ataque siguiera, deseaba que continuaran. A la vez alcanzan la concha de ella, las leguas batían a la vez haciendo que perdiera todo contacto con la realidad, el ataque iba de los labios de la vagina al clítoris ardiente. Llenaban su boca de jugos e intercambiaban su sabor. «¡Quiero más lengua…, más…, así…, que placer…! ¡Tomen mis jugos…, bébanlos,..tráguenlos!» sus orgasmos se hacían mas intensos. «¡Quiero verga.., pija..! No imaginan lo que es una pija en una funda húmeda.., mojada…, caliente…es divino..quiero coger….mi concha.. mi culo llenos de esas divinas vergas que tienen, las dos en mi boca llenándome de leche…mucha leche…me acabo» Ya gemía, ya gritaba. Estaba los tres en el delirio, liberado por completos. Liria envió el tal orgasmo múltiple, sus jugos salían como agua de una gran fuente. «¡Mi fantasía…mi calentura…mi concha quiere pija, mi culo también….llenarme de la crema caliente de ellas!»

En el paroxismo de la lujuria los detuvo. «Hoy probarán mi caliente sexo» dijo

Los hizo ponerse boca arriba, los enfrentó, luego abrió sus piernas, se las cruzó en equis y los acercó hasta que las vergas se tocaron. Se veían como los palos de una fragata, los dos erguidos, duros. Les dio una mamada, ellos estaban tan frenéticamente calientes que su leche salía a gotas continuas sin lograr el gran desenlace. A la barbie le brillaban los ojos desencajado por el fervor del sexo. Se paró sobre ellos y descendió hasta sentir que la verga mas larga, la delgada y curva tocara la puerta de su culo. Lentamente descendió, cuando la cabeza quemó sus entrañas sintió que los labios de su concha eran abiertos por la penetración de la gruesa. Comenzó a menearse descendiendo, cada meneo le provocaba una gran salida de flujos. Otra vez comenzó el viaje a las estrellas, al fondo en el vacío del espacio la esperaba el infinito. Cuando sintió que los bulbos detuvieron el viaje, comenzó a moverse. Las vergas estaban muy hinchadas, sentía sus músculos dilatarse. «¡Así.., así.., Gocen…, acaben en mi…, llénenme de leche caliente…Sientan como mi vulva absorbe sus jugos..Denme…más..más…Como mi interior aprieta sus vergas!» «¿Mi leche es para ti, bebe con tu concha de ella…si…si…toma!» decía uno «¡Llenare tu culo de caliente leche…si..menearé mi pija dentro de el…toma..toma divina puta…!»

Los dos falos presionaron el punto ge de ella y lanzó un grito de gloria «¡yaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhh ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh sssssssssssiiiiiiiiiiiiiiiiiii¡»

Sus músculos se contrajeron y apretaron hasta sacar toda la leche de los conductos. Estaba posesa, quería más. Se paró, con su dilatado culo buscó la gruesa pija; a su concha se dirigió la curva. Se dejó caer en cuanto sintió las rojas y calientes cabezas dentro. Los líquidos contenidos en sus esfínteres fueron expulsados, deslizándose luego hasta caer en los pibes, que mojaron sus dedos y lamieron con fruición. Sus vergas estaban otra vez prontas para el ataque, Liria lo sintió y salvajemente comenzó a darle al serrucho. Sus orgasmos múltiples se sucedieron con prisa. Gritaba en forma descontrolada, gemías, hasta lloraba del gran placer que sentía. «¡mis pijas amadas.., mis niños divinos…, denle verga a su mami…, claven con furia sus vergas…acaben mucho.., laman mis jugos…aaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhh, ssssssssssiiiiiiiiiiiii!» su última acabada hizo que casi partiera los falos con los músculos de su agujero calientes. Un gigantesco temblor de placer recorrió todo su cuerpo como rayo. Se detuvo, aspiró aire.

Libró las tensiones y se salió. Chupó cada verga con amor hasta dejar la limpia. Tragó toda la viscosa crema saboreándola. Se tumbó boca arriba y quedó quietecita.

Claude dijo «¡Te bautizaré como una nave, vaciaré mi botella en ti!» la pequeña vio que se hacía una paja con la pija apuntando a una de sus tetas. Ives también la bautizaría dejando caer su cremosa champaña en ella. A la vez brotó la crema de ambas pijas, ella dejó que cayera. Al dejar de caer las besó, luego la desparramó por sus senos, cara, por último lamió sus dedos y dejo caer los brazos. Ellos chuparon y lamieron toda la nata, cuando sus bocas estuvieron llenas se besaron en la boca. Luego cayeron a los lados de Liria.

Al despertar nuestra damita encontró una nota de la pareja: «Hasta pronto profesora. Tus alumnos no te olvidarán. Nos encontraremos el año próximo listos para el curso de verano. Esperamos traigas nuevas recetas. Te amamos. ¡Vive la France!»

Al terminar de leer dice a viva voz «¡Vive la France!» y murmura «Sean muy felices en su amor Jean y Claude»

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