Capítulo 2
Liria II: y Jazmín
Después del relato de su noviazgo con Aarón, comencé a sentir por Liria un gran aprecio. Nos hicimos grandes amigas.
La barbie algo llenita, apenas más alta que la famosa muñequita, pero, tan atractiva, que muchos de los compañeros de la oficina querían poseerla más que al juguete.
Siempre bien vestida, coqueta y vivaz, dicharachera, pero solemne en la empresa, a tal punto que sospechaban que tenía intimidad con el jefe.
Cuando yo necesitaba consejo sobre tratar a los hombres en la cama recurría a ella, dado que siempre tenía la certera respuesta y sugerencias para que yo sintiera colmada mi sexualidad plenamente.
Cuando se presentó la oportunidad le pregunté que tan grande era la relación con el ogro, ella me comentó que hacía tiempo esperaba le pidiera comentario sobre el particular.
Me dijo que lo conoció poco después de que Aarón acabara en ella su vida, era su catedrático de Derecho Penal, viudo desde hacía mucho, su hija fue su compañera el año anterior en un curso de Derecho administrativo.
De esta última es muy gran amiga y como estudiaban juntas se creó un lazo de amistad que la encaminó a conocer con detenimiento al abogado y como era muy reservada logró su confianza por compartir la afición al licor, que ella había comenzado a ingerir en la soledad del piso que Aarón le dejara legado.
Me contó que Julia tenía una gran perra San Bernardo que ha poco tiempo había parido y un día, que vio triste a Liria, le ofreció como regalo, para su compañía, un cachorro de cuatro meses.
El cachorro era casi tan grande como nuestra barbie, muy juguetón y hacía las delicias de ella cuando estaba juntos; por ser totalmente blanco lo llamó Jazmín.
El hecho era que hacía tiempo ya que no satisfacía su instinto sexual, en las noches tenía sueños eróticos, recordando a su amado. Extrañaba su polla, sus chorros de semen en su boca, en su concha y en su culo.
Cuatro meses más pasaron y sus deseos sexuales iban en aumento, sus sueños eran más seguidos y muchas veces despertó con un gran deseo de coger, más allá de haberse mojado en orgasmos nocturnos debido a los mismos.
Un día de asueto, agotada por sus sueños, rendida, se acostó sobre la alfombra del estar cerca del hogar de leña encendido.
Como siempre que estaba en su casa, estaba desnuda. Jazmín se acercó a ella, se recostó a su lado. Era mas grande que la pequeña Liria, extendido le sobraba la mitad de una de sus patas en el largo.
Allí recostado jugueteaba con ella, dándose de vueltas, lamiéndole, como hacen todos los perros.
Ella lo acariciaba en la cabeza, en el hocico, patas; cuando se ponía panza arriba le pasaba por ella sus dedos cosquilleándole.
En una de tantas vueltas al perro se le empezó a asomar la polla, muy roja y brillante; entre el pelo níveo de Jazmín resaltaba. Ella lo observó y recordó la enorme verga de Aarón y sintió un estremecimiento al recordar como satisfacía sus mas cálidos deseo sexuales.
Siguió el juguete con Jazmín, éste que ya estaba en la etapa que comienza a dejar la adolescencia perruna, comenzó a mostrar su instinto, dejando ver cada vez más grande y roja su enorme polla. Liria sintió excitación, por tratarse de su pero, dejó las caricias, le hizo aquietarse , se recostó sobré un almohadón y se durmió soñando con Aarón.
En su sueño evocó cuando su amado la besaba, acariciaba y su forma de coger; la enorme polla caliente que había roto su virginidad, tanto por delante como por detrás. Se despertó en una enorme acabada de sus flujos debido a sus recuerdos.
También sintió en su sexo, ya a medio despertar, algo caliente y húmedo que le removía todos los jugos de la concha, que le causaban deleite. Con los ojos cerrados, pero ya despierta, dejó seguir su sueño.
La penetración era extraña, pero placentera; le removía el interior de su vulva con cierto frenesí que la hacía gozar al extremo. Dejaba hacer y habría mas sus piernas para que su sexo sintiera esa satisfacción. Seguía manteniéndose de ojos cerrados, no quería despertar.
Le llegó un orgasmo, otro y luego uno múltiple, gozaba tanto que no quería cerrar sus piernas, que satisfacción que hace tanto no sentía. La imagen de su Aarón estaba en su mente y quería que no terminara nunca.
Con cierto agotamiento se dejó caer, su cuerpo se relajó, sintió un sonido a su lado, era Jazmín que se lamía la polla, una verga enorme, púrpura, que brillaba con la luz de los rescoldos del hogar. La vio, era enorme, sus deseos aumentaron con gran frenesí. Toco ese enorme falo, su humedad, con las gotas leves que salían por su punta, aumentaron el deseo de Liria. Lo miraba, lo deseaba.
Cuando Jazmín dejo de lamerse, lo observó con más precisión, era muy grande, deseable; la tocó con temor, el perro dejó hacer, lamiendo la cara de ella. Mientras hacía, salía jugo de la verga del can, gotas, algún chorrito y se ponía más grande, tomando un color violáceo.
Comenzó a dejar la precaución y a agarrar con su mano aquella cosa caliente que mojaba sus dedos con algo suave y resbaloso. La recorrió haciéndole una suave puñeta, a continuación corrió la peluda piel hacia atrás para saber como era en toda su dimensión; dos enormes globos comenzaron a crecer sobre la misma, uno a cado lado, extraño y delicioso, esto aumentó su curiosidad y siguió pajeando al Jazmín.
Con unos quejidos muy suaves, que excitaron a Liria, el perro comenzó a acabar con chorros que enviaron lejos su semen, ella seguía para ver cuánto salía de esa verga que ya estaba dándole deseos de chupar.
El perro excitado se paró y comenzó a hamacarse, ella dejó su mano quieta, este siguió cada vez más rápido, saliéndole en cada embestida un largo chorro.
Después de mucha arremetidas, mandó un envión grande y se quedó quieto, cerrando sus ojos Jazmín siguió acabando un ratos mas. Quedó definitivamente quieto, se recostó, comenzó a lamerse sus gotas esparcidas por su pelo hasta que las secó por completo.
El deseo de Liria estaba en el paroxismo, a tal punto que, sus jugos corrían por su entrepierna haciendo brillar las gotas sobre su tersa piel; de piernas muy abiertas, pasaba sus deditos por su acabada y los lamía con gran placer. Estaba sumamente caliente.
Jazmín se levantó y comenzó a querer juguetear con ella, la olfateó hasta que llegó al lugar que seguramente le llevo el olor: su concha. Ella le dejó hacer dejando muy abierto ese agujero lleno de jugos calientes para que le metiera lengua, pero, en su mente había otra idea.
Poco a poco fue girando, mientras el can, a cada lamida iba excitándose mas, haciendo asomar su verga desde su funda. Ella había puesto sus ojos nuevamente en falo de Jazmín, quería llegar a el con su mano, en poco tiempo quedó con la cabeza entre las patas traseras del perro, extendió su mano, comenzó a masturbarlo.
Cuando estuvo cerca del tamaño máximo, no le corrió el forro para atrás, puso su boca para recoger el líquido que comenzaba a gotear sobre su cara, al primer chorro lo atrapó en su boca; luego levantó cabeza y tomó con sus labios la verga.
El perro sintió aquello caliente y suave que le había cerrado su sexo, comenzó a moverse. Liria trataba de que no se desenfundara, pues quería tragarse toda la leche canina que salía a raudales, de ese caño caliente, que mojaba su lengua , el interior de su boca y que tragaba como licor.
Mientras le venía orgasmos, ella habría su concha con las dos manos para que la lengua entrara hasta el fondo.
Su excitación iba en aumento, comenzó a desear que la leche perruna le inundara la concha, mojando su coño, que, tenía un tamaño enorme por la fogosidad que había despertado en si misma el deseo de coger.
Soltó la robusta candela del can, este seguía largando chorros al aire; se puso en cuatro patas debajo del perro, pues por su tamaño, parecía una perrita cocker debajo de él.
Encogió los brazos apoyándose en los codos, levantó su cadera poniéndose de rodillas, intentando guiarse por los chorros que brotaban de la fuente del perro hacia la verga del Jazmín.
Cuando sintió la proximidad del volcán por un efluvio que dio en los labios de su vagina, retrocedió para que quedara el camino abierto a la penetración.
La punta del falo sintió el calor, la suavidad de la concha mojada, empujó una y otra vez sin demasiada velocidad como buscando el hueco que le dejara entrar.
Al tercer intento penetró, al siguiente movimiento fue moviéndose más rápido, más adentro.
Liria sintió como su concha se iba agrandando por la verga enorme que le penetraba, comenzó a sentir un orgasmo incipiente cuando la siguiente arremetida le obligaba a sentir otro, la velocidad del perro fue en aumento; los orgasmos que se le habían a ella acumulado los largó al siguiente envión. Jazmín sintió la acabada en su verga comenzando a arremeter más y más ligero
En cada embestida el tamaño de la polla aumentaba dentro de ella haciéndole tener un orgasmo y otro y otro.
Esa cosa que le llenaba la hacia ponerse más y más cachonda. Acomodó un almohadón bajo sus rodillas para quedar mejor a las embestidas, que, con cada empujón iban llenándole con mas jugos calientes.
La muñeca estaba en el limbo.
En la siguiente avanzada sintió algo muy grueso, sumamente caliente que le hacía doler intentando entrar, entonces recordó las enormes bolas que se formaban a cado lado del falo; se distendió liberando el dolor inicial, dejando que siguiera el juego.
En el instante siguiente, menos de un segundo, un golpe dentro le dió la certeza que tenía toda la verga de Jazmín dentro.
Sentía como su interior rebozaba de leche, del enorme palo caliente con sus enormes bolas le revolvían los ovarios haciéndola calentar más y acabar a raudales, convirtiendo su concha en un coctel de jugos.
Jazmín quedó quieto lanzando mas y mas de su leche dentro de la barbie; en un extraño movimiento, el perro pasó sus patas de tal forma que el culo de Liria quedó contra el rabo.
Aquí siguió la andanada de chorros del perro que comenzó a moverse muy lento arrastrando a la doncella colgada, enganchada de las bolas que adornaban su mástil, ella al sentirse colgada de esa manera sintió también salir una avalancha de sus propios orgasmos quedándose quieta, gozando de cada salida de los ardientes jugos de ambos.
Cuando el perro terminó con el total del contenido de jugos, las bolas comenzaron a desinflarse hasta que ella se descolgó suavemente.
El acto siguiente de nuestra heroína fue lamerle la polla al perro hasta dejarla que se entrara nuevamente en la funda donde su dueño celosamente la guardaba