Capítulo 4
- Mi tía Clara: La primera vez
- Mi tía Clara: La adolescencia y el casamiento
- Mi tía Clara: El regreso al camino
- Mi tía Clara: Pérdidas y reemplazos
Mi tía Clara: Pérdidas y reemplazos
El conflicto se enmarcaba en la hipocresía social de la época, el marido trataba de comprender el efecto de su conducta, ofreciéndole el cambio de la misma , las habladurías en la calle retumbaban pero las familias allegadas, por interés o real desconocimiento, muchos de ellos activos participantes de situaciones similares, hacían oídos sordos a los chismes, ella recato un poco su actitud, evitando vestidos insinuantes y aplicando un dicho aprendido de su primer hombre «El chancho tiene que ser limpio» las apariencias volvieron a disfrazar su conducta, era hora de gozar y no requerir amantes como ese último año, los hermanos fueron sus amantes durante cinco años, calmaron los comentarios ahora en propias palabras de su marido que eran todos «infundados», pese al conocimiento no expreso del cual todos sabían y nadie era, ni de escándalos de encuentros en camas equivocadas , ni lo del mismo cura al cual se le adjudicaba un hijo con la encargada de la limpieza de la iglesia, su marido se limitaba a esporádicas escapadas con su secretaría, el tiempo transcurría, la tía ahora dama de beneficencia, recorría barrios pobres con subsidios que le conseguía el mismo primo y ex amante de antaño en esos momentos Ministro de Salud, fue un chofer y secretario de la fundación quién reemplazo a los ya exprimidos hermanos, quienes con novias , no podían satisfacer sus necesidades como antes, ahora con treinta años, su cuerpo en ropas señoriales escondían sus formas, su hijo mayor entraba en la pubertad y los mellizos que pintaban precoces eran aún niños .
Ello la hacía cuidarse , el espejo cómplice de múltiples encuentros , encontró la imagen de un hombre morocho de veinticinco años , diez centímetros más alto que ella, con un miembro singular, culpable de enviar al olvido todas las sensaciones que había tenido, gruesa larga , hasta el punto de tener casi pararse para ensartarse en su canal, que por supuesto amplio y deseoso absorbió cada centímetro hasta el tope de enormes testículos que llenaron de semen todo su vientre, imposible de tragarlo totalmente sonreía recordando cuando le hacia tope en más allá de la campanilla y todavía quedaba una gran parte fuera que sus manos masajeaban a su pedido, se sintió dominada por una sensación de abandono , vacío su cuerpo al terminar las sesiones de sexo, era en verdad un macho infernal, ese negro que le recordaba a la sirvienta que encontró con su marido, seriamente le hizo pensar que el ritmo y sexo de esta clase social es especial , no podía pensar en ese momento de perder la satisfacción de ser culeada con semejante aparato.
Sus dedos gruesos fueron dilatando una tarde su ano, vaselina con un masaje firme, era el inicio de algo que de pensarle la paralizaba, comparar en la memoria esa enorme barra con la de su primo el único que había «jugado» en su culo lo veía imposible, miedo al desgarro, cedió ante la firme presión del negro que buscaba en todo momento dominarla y así fue , poco a poco se lo fue dilatando, en cuatro patas sobre el colchón ante el espejo la barra jugaba en su zanja , eran dos o más los dedos ya en el agujero (como decía el negro), sintió en el aro del primer esfínter ese dolor que quedo en su memoria, tomándola de las caderas ya ensartada veía como poco a poco entraba, unos centímetros más que en la boca, paro y moviendo su cuerpo para atrás y adelante era su culo quien bombeaba en busca de la leche que pronto explotó en sus intestinos, no podía sentarse del dolor, cosa que hizo despacio mientras el se higienizaba, sostenida por una erección la llevo a tomarla acariciarla , busco sangre en las sabanas y en la cama donde sentada le produjo en un rictus calificar como su coito más doloroso, increíblemente pensó en repetirlo, disfrutarlo por varias veces era lo que deseaba de corazón mientras mamaba ese miembro que la dominaba, esa tarde supo que no tenia todo bajo control.
Aumentos de sueldos, ruegos de su parte para satisfacer su sexo ardiente, fueron desgranando la relación, ese amante duró más de dos años, de continuo sexo fuerte, un manoseo fuera de lugar aparentemente visto por su hijo mayor la convenció lo despidió sin dudarlo, el tratando de vengarse fue como buen negro a desparramar sus aventuras , comentarios tomados como despechos de empleado despedido, el negro no entendía que en muchos casos la verdad no alcanza.
Susana ante la necesidad de un chofer, le aviso al primo , que resultó ser el primer amante en su camino de regreso , le dio el puesto, enseguida entro guiada por su calentura a pleno al sexo a su requerimiento, no como una aventura, como amante y empleado fiel, la penetración anal era una necesidad impuesta por el negro, como una droga, al principio tenia que cerrar sus cachas para llegar a sentir el goce de ser cogida, a las semanas todo se amoldó, la distancia en público y el continuo cuidado en la intimidad mantuvo a su amante por años , cortado solamente por el infortunio de un accidente contra un camión cerca de la casa de Susana, ambas sufrieron la perdida , pero con seguridad Clara estaba destruida.
Ahora con cuarenta y dos años, las relaciones con su marido enmarcadas en la sociedad, manteniendo relaciones circunstanciales, sin ningún tipo de amor, sus fuegos calmados, no la llevo a buscar un reemplazante inmediatamente, fue en unas vacaciones familiares su vida tuvo un cambio, pareciera que los accidentes atraen más accidente, el aviso de la policía de un accidente de su marido, la hizo salir corriendo por la ruta con sus hijos, todo estaba hecho, ambos ocupantes del auto habían sido destruidos por el tren, su marido y la secretaria marcharon a mejor vida, el comentario de la tía me llamo la atención, «espero que hayan disfrutado su relación», el hijo mayor Carlos quiso tomar el mando cosa que su madre no le dejo, los campos y propiedades le aseguraban un buen pasar y no estaba dispuesta a dejar su patrimonio en sus manos, ella era la administradora por testamento y aplico su poder, cuando tomo la administración real del campo principal, en unos ojos marrones obscuros vio ese deseo de sexo que en meses no había sentido, un viaje a la ciudad en la compañía del capataz sirvió para montar en ese corcel, que con un asta alta y gorda la consoló como el negro , como el primo, como un hombre por ella deseado.
No le extraño encontrar a su hijo Carlos encamado en su casa con un chico, ni siquiera los despertó, pero no pudo dejar de mirar el falo del consolador de los requerimientos, era algo envidiable , sin duda ambos rendidos no sintieron sus miradas los dos estaban bien provistos y la pose de caricias mutuas dejaban dudas de activos y pasivos, un hijo puto es dramático, mucho más para una madre puta.
Se fue a dormir con el capataz a la casa del padrino, ahí frente al espejo se presentó al club de quienes ella llamaba sus «jugadores» no hicieron el amor hasta el otro día , como un culto puso un colchón frente al espejo al costado de la cama, ahora miraba como jineteaba a ese potro el reemplazo estaba hecho, este duro varios años.
Impresentable en sociedad lo retenía en el campo, donde por meses ella se quedaba, al cumplir los cincuenta lo despidió, está vez me costó mucho que me dijera el porque, lo hizo entrando en mis trampas, lo había encontrado con la sirvienta nueva, una morocha fuerte y zalamera , delito perdonable solo a su marido, ( por todas las cosas que nunca se enteró) no a un piojo resucitado buen amante y nada más.
Los mellizos en plena andanzas con empleadas, amigas, vecinas, casadas, viudas y bicho que medianamente aceptará estaban totalmente desatados, el amanerado hermano junto con su «amigo» en Europa y la tía cuerpo fuerte y bella dispuesta a seguir en su camino.
Una invitación a viajar en barco al sur argentino, por parte de un amigo , cuyos galgos pasaban siempre a su alrededor, en el momento justo de soledad, fue aceptada.
Embarcando en Puerto Nuevo tomaron rumbo al sur, la incomodidad del camarote, contrastaba con el lujo de los salones, el morocho alto dueño de caballos, la consideraba una dama, fue ella que se metió en su aposento, ya que él, había reservado dos en prueba total de timidez o estupidez, fue ella que literalmente lo violo, desnudándolo y mamándolo, explicando los mismos dichos de su madre, parecía su difunto marido por lo pelotudo, a los minutos de su entrega la cara de juguetería del amante, le dio la razón de su actuar, desacartonado era otro dominado y sumiso amante, ya no tenia edad para jugar a otra cosa que un amante normal en su casa, acepto el casamiento con el estanciero amigo, si bien alguna que otra aventura se cruzaba, muy pocas fueron las aceptadas, ahora estaba más tranquila (era hora me acuerdo que le dije) todavía viven juntos, su primo en la última visita fue presentado al espejo, en definitiva el y su actual marido eran los únicos que no habían sido presentados al padrino.
La sonrisa cómplice de ambas cerró la historia, que también se podría haber titulado «la casa bien de las chicas putas» ó historia de otra puta, o quizás Clara una viejita con varias carreras.
En definitiva está es mi tía Clara, una reina !NO!